viernes, 14 de agosto de 2009

Más intervencionismo


Una nueva ronda de intervencionismo
Por Jorge Oviedo

SI el Gobierno quería triunfar en las últimas elecciones para "profundizar el modelo" no parece haber cambiado de opinión porque las haya perdido. Las decisiones de los últimos días muestran además una multiplicación de las intervenciones estatales que han causado enormes problemas y distorsiones. La Argentina, que, según el Papa, tiene niveles escandalosos de pobreza, ¿puede seguir cobrándoles tributos a esos mismos pobres para financiar un déficit enorme de Aerolíneas Argentinas y ahora comprar los derechos de televisación del fútbol?
La Asociación Empresaria Argentina vio con preocupación la intervención del Estado en el negocio de la televisación del fútbol. Ha sido leído como una nueva intromisión en negocios entre privados. La situación será evaluada en las próximas horas.
El Gobierno, además, se empeña en crear la imagen de que hace algunas modificaciones y atiende algunos reclamos. Acaba de lograr media sanción en Diputados de una prórroga de facultades delegadas que le da más superpoderes presupuestarios de los que tenía. Ha sido presentado por el oficialismo y sus aliados como una "limitación" que no es tal. El límite para los manejos discrecionales fijados es tan alto que ni siquiera los Kirchner, que han marcado todos los récords en la materia, han estado ni siquiera cerca de alcanzarlo.
Y el Estado sigue entrando en el terreno empresarial. "Lo de Guillermo Moreno manejando la papelera Massuh es escandaloso; la compañía la ofrecían en venta y no tuvieron éxito porque la deuda bancaria era irremontable; el Gobierno paga un alquiler por esa compañía, distorsiona los mercados y encima vendió la marca; están creando el terreno fértil para un colosal reclamo judicial por daño, que va a terminar siendo un gran negocio", señaló un industrial.
La maniobras con el Indec tampoco merecen confianza alguna. "Boudou está intentando generar confianza en los mercados porque necesita volver a tomar préstamos; si canjea los bonos atados al CER por otros actualizados por tasas de mercado es muy probable que tenga éxito", dice un banquero.
La idea sería retirar los controvertidos títulos para quitar la preocupación de los mercados por el índice de inflación falsificado. Algunos creen que entonces la inflación se medirá bien. "Con la recesión, que ataja los precios, y cuando no esté la idea de que si se dice la verdad se paga más por intereses, medirán más o menos en serio; van a diseñar un índice que varíe poco, pero entonces la discusión será metodológica y no como ahora, que está en el terreno del delito", señala un economista.
Un hombre de empresa, en cambio, descree. "Jamás van a decir la verdad, porque desaparecido el problema de la deuda estará el de que, si dicen la verdad de la inflación, saldrá a la luz la verdad de la pobreza y los Kirchner no van a tolerarlo, van a separar a los mercados de la mentira, pero van a seguir mintiendo ¿para qué si no pusieron a un hombre de Moreno al frente del Indec?", razona.
En tanto, los parches en las tarifas de luz y gas volvieron a dejar muy dañada la imagen de De Vido, quien hasta horas antes del volantazo presidencial defendía el esquema que él mismo diseñó.
joviedo@lanacion.com.ar

jueves, 13 de agosto de 2009

Acelerando hacia el precipicio


Por Roberto Cachanosky Especial para lanacion.com

El grado de improvisación con que viene manejándose el Gobierno ha llegado a límites alarmantes. Luego de hacer una férrea defensa del tarifazo e impuestazo sobre el consumo de gas, dieron marcha atrás por miedo a que se les transformara en otra 125. Se hace difícil determinar si el lío económico que ha armado Kirchner es por ignorancia, incapacidad y, en algunos casos, movido por sentimientos de venganza. Tal vez sea una mezcla de todo esto, pero lo cierto es que ante los crecientes problemas suele redoblar la apuesta en el sentido menos indicado. Es más, las cosas que hace son insólitamente inconsistentes. Por ejemplo, los aumentos de energía eléctrica que ya fueron implementados, le permitió disminuir en $ 1300 millones los subsidios al sector energético durante el primer semestre de este año, pero ese ahorro lo dilapidó en subsidiar las perdidas de Aerolíneas Argentinas con un subsidio de $ 1200 millones en el mismo período. Y ahora, como si el Estado fuera un tío rico, quiere rifar $ 600 millones anuales en el fútbol.
Por empecinarse en prohibir exportaciones de granos, carnes y lácteos y establecerles precios artificialmente bajos, terminó destruyendo al sector y ahora, para paliar la crisis, tuvo que destinar $ 1454 millones para subsidiar al sector durante el primer semestre de este año. Un 58% más de subsidios de los que otorgó en el primer semestre del año pasado y, encima, no ha resuelto el problema del campo.
Si uno ve la secuencia de enredos en que se ha metido el Gobierno, resulta evidente que hoy ya carece de capacidad para revertir la crisis. Es que una regulación llevó a otra hasta tener que avanzar sobre los derechos de propiedad y generar tal desconfianza que ya nadie sabe cuál será el próximo lío que armará.
La secuencia de errores y horrores económicos es muy clara. Su política era de un dólar caro y caja abundante. Para tener un dólar caro cobró el impuesto inflacionario. Cuando éste se disparó, trató de esconderlo interviniendo el INDEC y produjo desconfianza en todos los indicadores económicos. Pero al mismo tiempo que intervenía el INDEC, Moreno se encargó de destrozar el aparato productivo mediante sus controles de precios tipo KGB. Mientras el Central inflaba los precios, Moreno trataba de esconder un globo que crecía.
La acción de Moreno, que no es otra cosa que el fiel cumplimiento de las órdenes de Kirchner, produjo desconfianza y no estimuló la producción.
Pero al mismo tiempo que iba controlando los precios se empecinaba en mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos otorgando subsidios para sostener precariamente funcionando el sistema energético. De $ 8800 millones por todo concepto que otorgó de subsidios en 2006 llegó a los $ 31.000 millones en 2008. Multiplicó por 3,5 el monto de los subsidios. Los destinados al sector energético y al transporte absorben el 80% del total. ¿Cómo desmontar este esquema ahora sin que se produzca un tarifazo en energía eléctrica, gas y transporte? Esta es una bomba de tiempo que todos miran con terror.
El despilfarro en subsidios, obras públicas de dudosa prioridad y otros rubros disparó el gasto público hasta niveles infinanciables. Por eso, primero fueron por la 125 y, al fracasar, se lanzaron sobre los ahorros de las AFJP y los flujos.
Al despreciar los derechos de propiedad, impulsó una fuga de capitales del orden de los U$S 43.000 millones. Para que el lector tenga una idea del monto, esa cifra es casi la misma que el total de los depósitos del sector privado en el sistema financiero. Y cabe aclarar que la fuga de capitales comenzó mucho antes de la crisis internacional, más precisamente en 2007. O sea, dejó sin ahorro interno a la economía para financiar inversiones y consumo.
De tanto redistribuir ingresos con subsidios, expropiaciones y controles de precios, terminó destrozando el sistema productivo, el cual, a su vez, no tiene acceso al crédito a tasas pagables. Y aquí viene el problema central. El Gobierno se quedó con un nivel de gasto público récord y con una recaudación impositiva que agoniza. En julio, si se quitan los $ 1200 millones que el año pasado iban a las AFJP, los ingresos tributarios sólo aumentaron el 5,2% con relación a julio del año pasado. ¿Qué significa esto? Que se acabó la fiesta del gasto público porque el sector privado no está en condiciones de financiar este nivel de despilfarro de recursos. El sector privado no puede financiar este nivel y calidad de gasto público (dato relevante para la AFA al momento de acordar con el Gobierno la transmisión de fútbol por televisión vía el Estado).
¿Opciones del Gobierno si no baja el gasto? Las siguientes: a) aumento de impuestos (inviable), b) acceso al crédito (no hay), c) emisión monetaria (aumentaría la inflación y aceleraría la fuga de capitales), d) confiscar algunos activos líquidos como los encajes en dólares en el BCRA (no es descartable) o e) devaluar para licuar el gasto público que en más de un 50% son sueldos y jubilaciones. La misma receta que en el 2002.
La alternativa d) solo le serviría para intentar estirar un poco más la agonía, pero implicaría jugar con fuego porque podría acelerar la fuga de capitales. La alternativa e), en este contexto de desconfianza, hace estallar el país.
El fracaso de la 125 y del tarifazo e impuestazo a la energía reflejan un dato fundamental: la sociedad no tolera más carga impositiva. Ya tiene bastante con el impuesto inflacionario que el BCRA le hace pagar a diario, más todos los otros impuestos. Si Kirchner leyera un interesante libro de Charles Adams titulado Para bien o para desgracia: el impacto de los impuestos en el curso de la civilización , advertirían que lo que hoy pasa en la Argentina ya pasó infinidad de veces en muchos países a lo largo de siglos. Esto es, los pueblos se cansan de ser expoliados por el Estado.
Sin embargo, a pesar de tanto destrozo, queda una posible salida. Remover las medidas económicas más ridículas y empezar a mostrar signos de racionalidad en el manejo de la economía, fundamentalmente en lo que hace al respeto por los derechos de propiedad.
El problema es que Kirchner ha dado acabadas muestras de no estar dispuesto a hacer nada de esto y prefiere seguir acelerando hacia el precipicio.

Acelerando hacia el precipicio


Por Roberto Cachanosky Especial para lanacion.com

El grado de improvisación con que viene manejándose el Gobierno ha llegado a límites alarmantes. Luego de hacer una férrea defensa del tarifazo e impuestazo sobre el consumo de gas, dieron marcha atrás por miedo a que se les transformara en otra 125. Se hace difícil determinar si el lío económico que ha armado Kirchner es por ignorancia, incapacidad y, en algunos casos, movido por sentimientos de venganza. Tal vez sea una mezcla de todo esto, pero lo cierto es que ante los crecientes problemas suele redoblar la apuesta en el sentido menos indicado. Es más, las cosas que hace son insólitamente inconsistentes. Por ejemplo, los aumentos de energía eléctrica que ya fueron implementados, le permitió disminuir en $ 1300 millones los subsidios al sector energético durante el primer semestre de este año, pero ese ahorro lo dilapidó en subsidiar las perdidas de Aerolíneas Argentinas con un subsidio de $ 1200 millones en el mismo período. Y ahora, como si el Estado fuera un tío rico, quiere rifar $ 600 millones anuales en el fútbol.
Por empecinarse en prohibir exportaciones de granos, carnes y lácteos y establecerles precios artificialmente bajos, terminó destruyendo al sector y ahora, para paliar la crisis, tuvo que destinar $ 1454 millones para subsidiar al sector durante el primer semestre de este año. Un 58% más de subsidios de los que otorgó en el primer semestre del año pasado y, encima, no ha resuelto el problema del campo.
Si uno ve la secuencia de enredos en que se ha metido el Gobierno, resulta evidente que hoy ya carece de capacidad para revertir la crisis. Es que una regulación llevó a otra hasta tener que avanzar sobre los derechos de propiedad y generar tal desconfianza que ya nadie sabe cuál será el próximo lío que armará.
La secuencia de errores y horrores económicos es muy clara. Su política era de un dólar caro y caja abundante. Para tener un dólar caro cobró el impuesto inflacionario. Cuando éste se disparó, trató de esconderlo interviniendo el INDEC y produjo desconfianza en todos los indicadores económicos. Pero al mismo tiempo que intervenía el INDEC, Moreno se encargó de destrozar el aparato productivo mediante sus controles de precios tipo KGB. Mientras el Central inflaba los precios, Moreno trataba de esconder un globo que crecía.
La acción de Moreno, que no es otra cosa que el fiel cumplimiento de las órdenes de Kirchner, produjo desconfianza y no estimuló la producción.
Pero al mismo tiempo que iba controlando los precios se empecinaba en mantener artificialmente bajas las tarifas de los servicios públicos otorgando subsidios para sostener precariamente funcionando el sistema energético. De $ 8800 millones por todo concepto que otorgó de subsidios en 2006 llegó a los $ 31.000 millones en 2008. Multiplicó por 3,5 el monto de los subsidios. Los destinados al sector energético y al transporte absorben el 80% del total. ¿Cómo desmontar este esquema ahora sin que se produzca un tarifazo en energía eléctrica, gas y transporte? Esta es una bomba de tiempo que todos miran con terror.
El despilfarro en subsidios, obras públicas de dudosa prioridad y otros rubros disparó el gasto público hasta niveles infinanciables. Por eso, primero fueron por la 125 y, al fracasar, se lanzaron sobre los ahorros de las AFJP y los flujos.
Al despreciar los derechos de propiedad, impulsó una fuga de capitales del orden de los U$S 43.000 millones. Para que el lector tenga una idea del monto, esa cifra es casi la misma que el total de los depósitos del sector privado en el sistema financiero. Y cabe aclarar que la fuga de capitales comenzó mucho antes de la crisis internacional, más precisamente en 2007. O sea, dejó sin ahorro interno a la economía para financiar inversiones y consumo.
De tanto redistribuir ingresos con subsidios, expropiaciones y controles de precios, terminó destrozando el sistema productivo, el cual, a su vez, no tiene acceso al crédito a tasas pagables. Y aquí viene el problema central. El Gobierno se quedó con un nivel de gasto público récord y con una recaudación impositiva que agoniza. En julio, si se quitan los $ 1200 millones que el año pasado iban a las AFJP, los ingresos tributarios sólo aumentaron el 5,2% con relación a julio del año pasado. ¿Qué significa esto? Que se acabó la fiesta del gasto público porque el sector privado no está en condiciones de financiar este nivel de despilfarro de recursos. El sector privado no puede financiar este nivel y calidad de gasto público (dato relevante para la AFA al momento de acordar con el Gobierno la transmisión de fútbol por televisión vía el Estado).
¿Opciones del Gobierno si no baja el gasto? Las siguientes: a) aumento de impuestos (inviable), b) acceso al crédito (no hay), c) emisión monetaria (aumentaría la inflación y aceleraría la fuga de capitales), d) confiscar algunos activos líquidos como los encajes en dólares en el BCRA (no es descartable) o e) devaluar para licuar el gasto público que en más de un 50% son sueldos y jubilaciones. La misma receta que en el 2002.
La alternativa d) solo le serviría para intentar estirar un poco más la agonía, pero implicaría jugar con fuego porque podría acelerar la fuga de capitales. La alternativa e), en este contexto de desconfianza, hace estallar el país.
El fracaso de la 125 y del tarifazo e impuestazo a la energía reflejan un dato fundamental: la sociedad no tolera más carga impositiva. Ya tiene bastante con el impuesto inflacionario que el BCRA le hace pagar a diario, más todos los otros impuestos. Si Kirchner leyera un interesante libro de Charles Adams titulado Para bien o para desgracia: el impacto de los impuestos en el curso de la civilización , advertirían que lo que hoy pasa en la Argentina ya pasó infinidad de veces en muchos países a lo largo de siglos. Esto es, los pueblos se cansan de ser expoliados por el Estado.
Sin embargo, a pesar de tanto destrozo, queda una posible salida. Remover las medidas económicas más ridículas y empezar a mostrar signos de racionalidad en el manejo de la economía, fundamentalmente en lo que hace al respeto por los derechos de propiedad.
El problema es que Kirchner ha dado acabadas muestras de no estar dispuesto a hacer nada de esto y prefiere seguir acelerando hacia el precipicio.

Circo criollo

Increíble, pero cierto
por Daniel Della Costa (Especial para La Nación)


Debe de haber algún artículo secreto en la Constitución, en la Ley de las XII Tablas, en el Código de Hammurabi o vaya a saber dónde, en el que se exprese, en un lenguaje tal vez críptico pero claro para los mandamás de turno, que en la Argentina el tipo que agarra la manija puede hacer con el país y con sus habitantes lo que le venga en gana. Aun contra la voluntad de éstos, manifestada a través del mejor medio para hacerlo, que no es el cacerolazo ruidoso ni las marchas ni los incordiosos bloqueos de calles y rutas, sino el simple, claro y categórico voto popular.
Porque después de haber manifestado la mayoría de los criollos de esta manera sencilla y civilizada, pero concluyente, que la forma en que son conducidos los asuntos públicos no es de su agrado y que se inclinan por un cambio que apunte, de verdad, a abreviar las penurias de los menos favorecidos por la fortuna -excluyendo, desde ya, el apresuramiento de su paso al mundo de las tinieblas-, evitando la dilapidación de los recursos del Estado y la asignación de fondos a funciones y finalidades que escapan a la comprensión humana, no sólo nada parece haberse corregido, sino que nada tampoco ha cambiado en la actitud casi sobrenatural y distante de quienes habitan Olivos.
Muy por el contrario, y como ocurre con los jugadores compulsivos, que no pueden resistirse al influjo del paño verde, a la atracción de las chaquetillas de colores ni al girar hipnótico de la ruleta, no sólo se ha seguido transitando por el mismo e incomprensible camino, sino que se ha forzado la marcha. Y si quedaron atrás los futuristas trenes supersónicos, las altivas cancelaciones al Club de París y los oleoductos extravagantes, no es porque se haya producido un ingreso, natural y permanente, a la edad de la razón y del sentido común. Nada de eso.
Porque cuando a menesterosos y mendigos, a los que duermen en las calles y hurgan en los tachos, se los sigue contando de a cientos de miles; cuando los pobres rebasan las estadísticas truchas y la mayoría de los jubilados que habitan en consorcios ganan ya menos que los porteros de esos mismos edificios; cuando el desempleo real se burla de las estadísticas y no alcanza a disimularlo el sobreempleo en la función pública; cuando se exprime de cualquier manera a los particulares para tapar los crecientes agujeros del Presupuesto, y cuando, por fin, se factura a los usuarios el precio lleno y un poco más de los servicios, porque las arcas fiscales están agotadas; pues en ese mismo momento y al tiempo que se revela el escandaloso déficit que padece Aerolíneas, al matrimonio gobernante, el mismo que ha acrecentado escandalosamente su fortuna, se le ocurre, nada más y nada menos, que proponer que el Estado acuda en auxilio de los clubes de futbol. Garantizándoles la bicoca de 600 millones de pesos anuales, a cambio de hacerse cargo, a través de la red oficial, de la transmisión por TV de los partidos. Lo que sólo se puede calificar de esta manera: ¡de Ripley!
"Ojo, maestro -dijo el reo de la cortada de San Ignacio-, que Lupin no es ningún gil. De esta, o sale otra vez presidente de la República o, si le falla, puede aspirar a presidir el club de sus amores. Lo que no está nada mal -reflexionó enseguida- porque el país seguro que se salva y los de Racing fija que se van al bombo."

miércoles, 12 de agosto de 2009

¿Los Kirchner deben completar el mandato?

Dudas
¿Una interrupción significa un daño mayor o menor que el que pueden causar en dos años más?
Hay remedios constitucionales pero... ¿A quién le importa la ley en la Argentina?
Por Juan Carlos Sánchez

En la Argentina de 2009 hay hambre, desprecio por la ley, inseguridad de todo tipo, inflación, desinversión, payasismo. ¿Quién tiene la culpa? ¿Menem, De la Rúa, Martínez de Hoz, Cristóbal? (Colón o Cristobalito, el de la canción, da lo mismo). ¿Kirchner no?
¿El eficacísimo auto enriquecedor, no? Para sí mismo y su familia.

Insulta a todos los compatriotas la impudicia inmoral con la cual el matrimonio presidencial exhibe su riqueza ante un país que desfallece y ante un mundo que nos mira con asombro preguntándose como hacemos para aguantar esto. Es que somos un pueblo manso que se está acostumbrado a ser violado con violencia y sarcasmo. Un pueblo que perdió la alegría de vivir y que está a punto de perder la dignidad.
Mientras tanto...

El problema fundamental del país es si hay o no fútbol por TV, la reasunción del Presidente de Ecuador o mantener contento al gran prestamista Chávez. Los grandes temas de la Argentina son ignorados, al matrimonio no les toca resolverlos, en su burbuja las prioridades son otras.

Hace años que vengo anunciando que esto pasaría y que en cualquier momento la Nación podría salirse de madre y estallar.
Y la presión aumenta.
Quienes transitamos la calle y la Web lo advertimos.

Anoche Héctor Balbastro, un líder social, en reunión de trabajo informó de la predisposición de los vecinos marginados a salir a la calle a cortar rutas y puentes y a reclamar de la única forma que pueden o saben hacerlo. No es lo mismo que en 2001 dice, ahora no habrá contención y saldrán armados, la violencia está en todos, no comen, no son ciudadanos sujetos de derecho, sus hijas se prostituyen por monedas. Si en 2001 hubo 30 o 50 muertos, ahora agreguen un cero o dos más a la cifra, sostiene. Gravísimo pero visible, la violencia se adueñó de cuerpos y almas. Los conflictos se resuelven a golpes, puntazos o tiros. La vida no vale un centavo y admitamos que vivirla a la manera que nos la imponen los K consolida el aserto.

El 1º de Setiembre comienza en Santa Fe el juicio contra los represores presos desde hace casi cinco años. ¡Gran Circo Gran! Sobre ese juicio escribiré en otra ocasión, voy a toda la parafernalia que lo rodea.
Escuchaba por radio a una derechohumanoide santafesina proponiendo el enjuiciamiento de políticos, curas, periodistas, militares, policías y civiles que nada hicieron por los jóvenes idealistas detenidos, muertos o desaparecidos o que apoyaron la dictadura. A Dios gracias mi perro es ordinario, si fuera “de policía” tendría que pagar un abogado que lo defienda.
Es que un sector minoritario advierte que este mamarracho nacional se está terminando y quiere prorrogar la dictadura que nos ha impuesto, y si para ello debe profundizar en enfrentamiento entre hermanos, lo intentará. A estos no le importa que la Nación se desangre, los mueve solamente el vedetismo y el deseo de poder y dinero. Ni siquiera la ideología los mueve, porque mienten y se mienten a sí mismos, deforman la historia, son intolerantes. No hay ideología válida si nace de la mentira.

O sea y sintetizando: La violencia crece de ambos lados.
La inseguridad crea lentamente en la población el deseo de que “vuelvan los milicos” y que esto acabe de una buena vez. ¿No me cree? Pregunte... Anímese.
El robo descarado que una minoría le hace al resto de los argentinos provoca que cada día más ciudadanos deseen que esto acabe de una buena vez y que los K vayan presos. Y no solamente ellos.
Que esa minoría en prisión incluya a los enriquecidos ilegalmente, a los dirigentes sociales que comieron del presupuesto estatal, a los ideólogos de la mentira oficial y a sus difusores (dueños de medios, periodistas) que la instalaron en la comunidad.
O sea y sintetizando: La violencia crece.

Crece día a día. Es el éxito de los Kirchner: El caos. Así pretenden sostenerse. Lo dije muchas veces.
La violencia es distracción, excusa para endurecerse e intentar fortalecerse.
¿Se tienen que ir ya mismo los K?

Hay un debate centrado en la idea de que entregarle el gobierno al Vicepresidente Cobos es perder el manejo de los resortes del poder. Una opción es que Eduardo Duhalde, el ex Presidente, sea el Jefe de Gabinete y gobierne de nuevo. ¿Preparando la Administración Reutemann? Mmmmm...
También está presente el concepto de que los K deben terminar su mandato haciéndose cargo del daño causado hasta ahora. ¿Saben, quieren, pueden hacerlo? ¿Cuánto daño más pueden hacer en el tiempo que falta? Mmmmmm de nuevo.

Y más dudas.
¿Y si Cleto Cobos resulta inmanejable y hace la suya preparándose para ser electo Presidente en 2011? Nuevos conflictos, Moyano ya los anunció.
¿A Eduardo Duhalde le será fácil pagar la factura de haber dejado en la Rosada a los K? Como contrapartida: ¿Se puede gobernar sin Duhalde, un hombre que saca y pone presidentes?

Reutemann se lanzó pero se mantiene en conserva. Hace bien, de aquí en más lo único que puede ganar es en desgaste y a la Argentina no le viene bien un Presidente desgastado.
No concurre a la reunión con el gobernador Binner en Santa Fe ni con Randazzo en Buenos Aires. ¿Para qué oxigenar al muerto? Hay que velarlo y rezar por él, no intentar resucitaciones imposibles. No son Lázaro y Jesús está de vacaciones.
El mismo Binner admite al rasgarse las vestiduras por la ausencia del Lole, que sin “el gringo de Llambi que no se pierde en París” no hay diálogo político que valga y es así de cierto. Binner es un administrador ineficaz que dilapidó los fondos de la provincia irresponsablemente y ahora, además de suspender la obra pública, enfrenta el problema de no saber si alcanzará a pagar los sueldos. ¿Binner es deshonesto e inmoral? Creo que no, simplemente es idiota y no es ofensa, es dato. Idiota según una de las acepciones del diccionario de la lengua española es aquél que no sabe lo que puede o debe saber.
Y Binner debía y podía saber que no se podía ser irresponsable en el gasto público. El gobierno socialista de Santa Fe es un gobierno de maquetas y de diagnósticos sin programas. Es simbólico. ¿Qué hubiera sido de la provincia gobernada por Binner en la crisis del 2000? ¿Qué será de la provincia gobernada por Binner en la crisis del 2009? De terror.

¿Binner se tiene que ir también? ¿Y quién es el Vicegobernador? No me acuerdo... De terror... Me agarró el alemán... Alzheimer, no Reutemann.

Me quedo con la esperanza de que saldremos adelante como siempre salimos aunque sea con el lomo cuarteado. Pero... ¿Cuándo saldremos del todo?


PD: como ven, esta es una nota - reflexión llena de dudas.
PD2: Me cansé, ¿alguien quiere responderlas?

E-mail del autor
zschez@yahoo.com.ar
12 Ago 09


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Anécdotas Irrepetibles de la patria




Bajo la presidencia del Gral. Roca, ante los riesgos de algunos conflictos fronterizos, éste, con patriótica previsión, encomendó al Gral. Pablo Ricchieri, que viajara a Alemania y adquiriera 40 mil fusiles Máuser para equipar convenientemente al ejército.
El general Ricchieri formalizó rápidamente la compra de los máuseres con las fábricas alemanas. En la entrevista final, se le acercó un representante de los fabricantes, quien le presentó un sobre y le expresó: -General, los fabricantes me han encomendado que le entregara este sobre con el importe de "la comisión" que le corresponde por su intervención.
Ricchieri abrió el sobre y encontró un cheque de un considerable monto. Sin titubear, tomó el cheque, lo endosó y se lo devolvió al funcionario diciéndole:
-Mande tres mil Máuser más.


Unos años después, el gobierno argentino, envió al Almirante Onofre Betbeder a Inglaterra, para controlar la entrega de los acorazados "Rivadavia" y "Moreno" en las debidas condiciones.
Éste viajó a los astilleros de Southampton y por 4 meses inspeccionó los barcos tornillo a tornillo. Al concluir satisfactoriamente su inspección, telegrafió al gobierno argentino para que saldara la cuenta. Al día siguiente, un empaquetado funcionario de levita, se presentó a su oficina y le dijo:
-Almirante, permítame que le entregue este sobre en reconocimiento por su trabajo y la imparcialidad con que ha cumplido su misión.
Betbeder abrió el sobre y retiró un cheque, e inmediatamente llamó a un secretario y le dictó la siguiente nota:
"El gobierno de la República Argentina cumple en agradecer a los directores de los astilleros la rebaja por la cantidad de 300 mil libras esterlinas, que han tenido a bien hacerle sobre el precio de los barcos".


Otros años más tarde, bajo la presidencia de Victorino de la Plaza, el presidente del Brasil viajó a la Argentina en una visita de confraternidad. Entre los agasajos se programó el banquete oficial. Como éste no podía realizarse en la Casa Rosada, por hallarse en reparaciones, resolvió que se celebrara en la casa particular del presidente, en la calle Libertad. Al día siguiente del banquete, Victorino de la Plaza, llamó a su ama de llaves y comenzó a extender los cheques de su cuenta personal, para pagar a los proveedores. Al concluir le observó al ama de llaves:
-Señora, falta la cuenta de los vinos.
Ésta le explicó:
-Sr. Presidente, como era una comida oficial, se trajo los vinos de la bodega de la Casa de Gobierno.
Plaza le contestó:
-Señora, en mi casa el gobierno no paga los vinos. Vaya al almacén y reponga a la bodega las botellas que se consumieron.

En aquel entonces, la Argentina ocupaba el 6º lugar en la escala mundial. POR SU GENTE.

Igual que ahora... ¿no?

Capitalismo del bueno y del mao

Michel Rocard Para LA NACION

PARIS.- La realidad de la economía de mercado -transacciones directas entre los comerciantes y los clientes- apareció gradualmente hace unos 3000 o 4000 años. En esta nueva relación social, el cliente era libre de comprar lo que quisiera, en el momento en que lo deseara y a quien quisiera, con frecuencia regateando el precio con el vendedor.
Debido a esas características, el libre mercado es parte de una libertad básica, arraigada en la vida cotidiana. Sigue predominando en la actualidad, ya que todos los intentos de establecer una alternativa, incluso el totalitarismo, fracasaron. De hecho, han transcurrido veinte años desde que los antiguos países comunistas de Europa del Este volvieron a unirse al mundo de la economía de mercado, medida que los socialdemócratas adoptaron en todo el mundo en una fecha tan temprana como 1946.
Durante varios miles de años, el libre mercado estuvo conformado por individuos: artesanos, comerciantes y consumidores. En el momento de su aparición, hace tres siglos, el capitalismo era simplemente la misma actividad en mayor escala. A causa de los motores de vapor y de la electricidad, una cantidad más grande de personas estuvieron en condiciones de trabajar juntas, y las corporaciones pudieron atraer un mayor número de pequeños ahorristas, que se convirtieron en capitalistas.
El sistema es fantástico. Para el momento en que se produjo la Revolución Francesa, el estándar de vida se había duplicado con respecto al período del Imperio Romano. Hoy es 150 veces más alto.
Pero el capitalismo también es cruel. En sus comienzos, la gente estaba obligada a trabajar 17 horas diarias sin un día de descanso ni jubilación. Era una forma de esclavitud. Gracias la democracia, a las luchas sociales y a los sindicatos de trabajadores, junto con los esfuerzos políticos de la democracia social, el sistema es menos inhumano.
No obstante, si se lo deja librado a sí mismo, el sistema es inestable. Experimenta una crisis una vez por década, más o menos. La peor crisis del siglo XX, que se produjo entre 1929 y 1932, provocó el desempleo de 70 millones de trabajadores en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania (sin subsidios de desempleo) en menos de seis meses. Llevó a Adolf Hitler al poder y desencadenó una guerra que dejó un tendal de 50 millones de muertos.
Después de la guerra, predominó la convicción de que era necesario estabilizar el modelo. Finalmente, emergió un sistema más equilibrado, basado en tres instituciones principales: el seguro de salud, la política keynesiana en el ámbito fiscal y monetario, destinada a atenuar el impacto de los ciclos económicos, y, lo más importante, una política de salarios altos y reducción de la desigualdad económica para impulsar el consumo familiar.
El logro fue asombroso: 30 años de crecimiento económico constante y rápido, empleo pleno y permanente en todas las naciones desarrolladas, y ninguna crisis económica o financiera. El estándar de vida se multiplicó diez veces durante este período. La prosperidad se convirtió en el arma más contundente, y con ella Occidente aseguró su victoria sobre el comunismo soviético. La gente de Europa del Este estaba ansiosa por adoptar esta clase de capitalismo.
Sin embargo, el éxito político del capitalismo llegó en el momento en que el sistema empezaba a deteriorarse. Los salarios altos impulsaron el crecimiento, pero redujeron las ganancias. Los accionistas se organizaron por medio de fondos de pensión, fondos de inversión y fondos de coberturas. Debido a la presión que ejercieron, disminuyó el empleo, por lo que se redujo en un diez por ciento la proporción que ocupaban los salarios dentro del ingreso nacional total en el transcurso de los últimos 30 años.
En las naciones desarrolladas, el número de empleados pobres alcanzó al 10/15 por ciento de la fuerza laboral, con un 5/10 por ciento de trabajadores desempleados y un 5/10 por ciento de expulsados por completo del mercado laboral. Más aún: en el curso de los últimos 25 años, ha estallado cada cuatro o cinco años una grave crisis financiera, regional o global. El crecimiento anual cayó, en promedio, en un tres por ciento. La crisis actual se desencadenó debido al ocultamiento de préstamos incobrables en fondos comunes de valores vendidos en todo el mundo.
La oleada de quiebras generó una severa crisis crediticia, que a su vez desencadenó una profunda recesión y, con ella, un brutal aumento del desempleo. Los tres recursos estabilizadores del capitalismo perdieron su eficacia. Aunque los países ricos reaccionaron más rápida y hábilmente que en 1929 para estimular sus economías, y se restañó la hemorragia de los bancos, eso no ha sido suficiente para impulsar el crecimiento.
Nos encontramos ahora en un período extraño, en el que gobiernos, banqueros y periodistas anuncian el fin de la crisis tan sólo porque los grandes bancos ya no quiebran cada semana. Pero no se ha resuelto nada, y el desempleo sigue creciendo.
Peor aún: el sector bancario intenta aprovechar los paquetes de rescate financiados públicamente para proteger sus privilegios, que incluyen bonificaciones inmoralmente cuantiosas y extravagantes libertades destinadas a crear valores especulativos financieros, completamente desvinculados de la economía real. De hecho, el llamado "fin de la crisis" parece más bien una reconstrucción de los mismos mecanismos que la provocaron.
En todas partes, la actividad económica se estabiliza penosamente a un nivel que está entre un cinco y un diez por ciento por debajo de los niveles de 2007. La causa de la crisis sigue siendo la caída de la capacidad de adquisición de las clases media y baja y el colapso de las burbujas especulativas creadas por la codicia de las clases adineradas con su ambición de amasar más dinero. Pero si deseamos tener un sistema en el que casi todo el mundo pueda estar mejor, los ricos ya no podrán hacerse más ricos de manera simultánea. Si no es así, nos espera un largo período de estancamiento, caracterizado por periódicas crisis financieras.
En estas circunstancias, una mayoría de los votantes europeos ha demostrado recientemente, una vez más, que están a favor de la derecha y de su tendencia a apoyar a los acumuladores de riqueza. Un sombrío futuro nos espera.
El autor fue primer ministro de Francia; es miembro del Parlamento Europeo

Traducción: Mirta Rosenberg

lunes, 10 de agosto de 2009

Terminada la ficción, resurge la pobreza


Lunes, 10 de agosto de 2009
Publicada 10/08/2009
Al inicio de la semana / Roberto Cachanosky

La miseria que hoy volvemos a ver en la Argentina es consecuencia directa de la soberbia, la incapacidad y el espíritu de venganza de los Kirchner.
El problema de la pobreza está nuevamente sobre la mesa y algunos se preguntan cómo es posible que, luego de haber crecido durante 5 años a tasas chinas, volvamos a tener niveles de pobreza similares a los de la crisis del 2002. Para responder a este interrogante lo primero que hay que tener en cuenta es que Argentina no creció a tasas chinas durante 5 años, sino que tuvo una reactivación artificial en base a drogar la economía con una serie de distorsiones que, por un tiempo, generaron la ilusión del crecimiento a tasas chinas y reducción de la pobreza. Puesto en otras palabras, hoy estamos como el drogadicto después que le pasa el efecto de la droga: peor que antes de drogarse. De manera que, terminada la ficción, resurge la pobreza. Hubo varios elementos que generaron la ilusión del crecimiento y el descenso de la pobreza. En primer lugar, con la devaluación del 2002 lo que se hizo fue licuar el gasto público en salarios y jubilaciones y se les dio a los productores locales un tipo de cambio alto que los protegía de la competencia externa. Se le entregaba un mercado chico para ellos solos. A esto hay que agregarle que, durante algunos años, disfrutaron de energía barata. Con costos de mano de obra bajos y energía artificialmente económica, la rentabilidad aumentó y se puso en funcionamiento el stock de capital que estaba paralizado por la recesión. No hacía falta hacer grandes inversiones para producir, solo era necesario pasarle el plumero a las máquinas que estaban paradas. El segundo elemento que influyó en la reactivación fue la desconfianza en el sistema financiero, luego del corralito y el corralón, que hizo que mucha gente invirtiera en ladrillos reactivando la industria de la construcción aprovechando que el precio del metro cubierto de construcción era muy bajo medido en dólares. Un tercer elemento vino del exterior con precios de commodities que tuvieron constantes alzas, así el sector agropecuario se encontró con un mejor tipo de cambio (a pesar de las retenciones que se establecieron en el 2002) y precios que superaban ampliamente los niveles de los 90. Un cuarto elemento consistió en que el tipo de cambio alto hizo que Argentina fuera barata en dólares y el turismo receptivo se transformara en otro factor de dinamización de la economía. El campo, la construcción, el turismo y el mercado interno para el sector industrial podían contratar más mano de obra porque era barata y esto hizo disminuir la tasa de desocupación. Otro de los elementos que influyó para generar una sensación de bienestar económico fue el congelamiento de las tarifas de servicios públicos durante varios años. La gente podía acceder a energía, gas, transporte público, comunicaciones a precios artificialmente bajos. A medida que las empresas iban recuperando rentabilidad gracias a los factores antes mencionados, el Estado empezó a otorgar incrementos de salarios. La famosa redistribución del ingreso. El salario empezó a ser menos barato a costa de una rentabilidad que todavía seguía siendo alta. Pero el modelo tenía la semilla de su autodestrucción. Por un lado, el famoso tipo de cambio competitivo se financiaba con el impuesto inflacionario y, por otro, el fenomenal aumento del gasto público fue exigiendo una mayor presión impositiva hasta llevarla a niveles que ahogaron la actividad económica. Parte del bienestar transitorio de la población se financió con consumo de capital. Al congelarse las tarifas de los servicios públicos, se dejó de invertir. Es como si en vez de arreglar la casa cuando se rompe algo, el dinero para mantenimiento se destinara a salir al cine, a cenar o a irse de vacaciones. Llega un punto en que la casa se cae a pedazos y ya no queda margen para seguir la fiesta del consumo. Por el lado del impuesto inflacionario para financiar el tipo de cambio competitivo, tuvimos la aparición de una inflación cada vez más aguda que Moreno se encargó de negar. Esa inflación fue comiendo tanto el tipo de cambio real como el salario real. Empezaron entonces los controles de precios, las prohibiciones de exportación, los aumentos de los derechos de exportación, etc. La idea era quitarle rentabilidad a las empresas para compensar la caída del salario real por efecto de la inflación. El sector privado ya no tenía capacidad de financiar este nivel de gasto ni salarios cada vez más altos porque la rentabilidad extraordinaria del mercado cautivo se esfumaba por el deterioro del tipo de cambio real, el incremento de los costos internos y los aumentos de la mano de obra. El Gobierno se fue enredando cada vez más. A medida que el Banco Central inflaba los precios emitiendo, Moreno intentaba compensar la caída del salario real con controles de precios para luego pasar a medidas más agresivas como las prohibiciones de exportación de carne, granos, lácteos, etc. Estas medidas fueron creando un clima de desconfianza que espantó cualquier intento de inversión, al tiempo que destruyó sectores económicos enteros. Desesperado por más recursos se intentó con la famosa 125 llevando al país a la parálisis por un capricho y revanchismo que está lejos del análisis económico, pero cerca de la psiquiatría o la psicología. Rebotada la 125, la desesperación condujo a la confiscación de ahorros en las AFJP desatando el pánico de los agentes económicos dado que el Gobierno daba muestras de no reconocer límites para respetar la propiedad privada con tal de seguir drogando la economía. A más violaciones de la propiedad privada más fuga de capitales, retracción del consumo y menores estímulos a las exportaciones. A la inconsistencia del modelo se le sumaron dos cosas: a) un Kirchner gritando desde al tribuna como un desaforado y b) una Cristina haciendo el ridículo en cada discurso. Esta combinación de discursos desaforados con la soberbia de la ignorancia generó pánico en los actores económicos. Digamos que a una mecha corta de la bomba de la inconsistencia económica, el matrimonio se encargó de hacerla aún más corta. Por más que los pocos oficialistas que quedan insistan en echarle la culpa a la crisis internacional, la realidad es que el 98% de la crisis es pura incapacidad del matrimonio. Si el Gobierno, desesperado por más recursos y negándose a la austeridad fiscal, atacó la propiedad privada. Si Moreno hizo lo imposible para que las empresas no produjeran ni vendieran. Si Kirchner destruyó lo poco que quedaba del mercado de capitales confiscando los ahorros en las AFJP. Si, el sector agropecuario, que era el que podía mantenerle a flote la economía porque los precios de los commodities no habían bajado tanto, fue ninguneado por el Gobierno, era obvio que la economía iba a paralizarse. Así, la pobreza resurgió con una fuerza inusitada por dos razones: a) los salarios reales fueron licuados por la inflación que generó el Gobierno y b) la desocupación mostró su desagradable cara ante la parálisis económica que indujo el comportamiento del Gobierno. Si el modelo era intrínsecamente inconsistente, el matrimonio se encargó de hacerlo explosivamente inconsistente. ¿Cuándo es pobre la gente? Cuando el ingreso que genera le alcanza para adquirir muy pocos bienes y servicios. ¿Y por qué sucede esto? Porque la economía produce pocos bienes, porque el salario se deteriora ante la inflación que produce el Estado y por el aumento de la desocupación. La inflación era inherente al modelo económico y, por lo tanto, la carrera precios y salarios tenía que terminar en lo que terminó: caída del salario real. Los controles de precios, regulaciones y ataques a la propiedad privada produjeron una contracción de la producción de bienes y servicios, la otra pata del problema. Al producirse menos, aumentó la desocupación disparando la pobreza. Si el modelo estaba basado en financiarse con el impuesto inflacionario y en atacar la propiedad privada por necesidad de recursos para el Estado y comportamientos primitivos en el manejo de la economía, era inevitable el problema de pobreza del que todos hoy se espantan. Agotada la capacidad de financiamiento a través del sector privado de un gasto público cada vez más alto e ineficiente, se terminaron los recursos para subsidiar la energía barata, el gas barato y el transporte público barato, entre otros bienes abaratados artificialmente, y comenzaron a aparecer los tarifazos (los cuales, por cierto, todavía no terminaron). La lógica económica más elemental indica que para que un país pueda eliminar la pobreza tiene que crear puestos de trabajo bien remunerados. Para crear esos puestos de trabajo se requieren inversiones competitivas. Es decir, inversiones que no surjan al amparo de privilegios, restricciones a la competencia, etc. Pero para que haya inversiones competitivas tiene que haber respeto por los derechos de propiedad, fuertes incentivos a la competencia y un Estado que no estorbe la producción. Como puede verse, no hace falta inventar la pólvora para acabar con la pobreza. ¿Qué hizo el gobierno de Kirchner? En vez de estimular la inversión con seguridad jurídica, previsibilidad en las reglas de juego e inserción de la Argentina en el mundo, tomó el camino inverso. Atacó la propiedad privada, aplicó un salvaje impuesto inflacionario a los sectores de ingresos fijos y se movió constantemente con medidas arbitrarias. El cocktail perfecto para hacer estallar la pobreza. En el medio, lo que hizo fue disimularla gracias a los precios internacionales de los commodities, que le permitió apropiarse de una parte creciente de la renta del cammpo y consumiendo el stock de capital existente. Al comienzo del ciclo las empresas estaban felices porque tenían buena rentabilidad, pero esa rentabilidad se fue esfumando por mayor presión tributaria, precios políticos y medidas irracionales de todo tipo. Cuando se terminó de ahogar al sector productivo, estalló el problema de la pobreza. Por eso decía al comienzo de esta nota. Kirchner lo único que hizo fue reactivar artificialmente la economía ayudado por un excepcional contexto internacional. Lo que Kirchner no hizo fue hacer crecer la economía. Reactivar es poner en funcionamiento, transitoriamente, el stock de capital existente. Crecer es generar condiciones para atraer inversiones que amplíen la capacidad de producción y que aumenten la oferta de bienes y servicios. ¿Puede el gobierno de Kirchner dar vuelta esta situación? Luce bastante difícil porque ha perdido toda credibilidad y ya ha hecho tanto daño a la confianza de la gente que nadie está dispuesto a invertir en un país manejado por un matrimonio que, por decirlo de alguna manera, tiene serios descontroles emocionales. La pobreza que hoy volvemos a ver es directa consecuencia de la soberbia, la incapacidad y el espíritu de venganza que dominan al matrimonio. Las medidas arbitrarias y la parálisis económica son solo la derivada de esa soberbia, incapacidad y espíritu de venganza dominante. El diagnóstico anterior me lleva a otra conclusión. Argentina podría rápidamente salir de esta crisis económica. Ni siquiera hace falta un Adenauer para ponerla en funcionamiento. Con un mínimo de humildad, racionalidad y previsibilidad en las reglas de juego, no seríamos Irlanda, pero sí podríamos frenar esta lamentable decadencia. Es curioso, pero me animaría a decir que, dados los comportamientos totalmente insólitos, los problemas institucionales que conducen a estas crisis económica y estallido de la pobreza parecen estar ligados a explicaciones de la ciencia de la psiquiatría más que a la ideología. Por eso, si esto fuera cierto, revertir la actual crisis podría resultar, tal vez, más sencillo que en las crisis anteriores a pesar del campo minado que está dejando el matrimonio.

Política de Estado

Por: César Ramón Cuello

Una Política de Estado implica asumir un compromiso con la posterioridad e involucra al estamento gubernamental en particular y a la población en general. En este caso en la medida que los conceptos que la conforman son expresados de tal forma que llegan fácilmente a la conciencia colectiva y son asumidos por los ciudadanos.
Trasciende la permanencia de los gobernantes circunstanciales ya que los objetivos contenidos en la misma, dada su escala, son alcanzables sólo con el transcurso del tiempo que con creces supera al término de los mandatos. Este criterio conjuga armoniosamente con el binomio conceptual trabajo/tiempo, inserto en la nota que sirvió para enmarcar los propósitos fundacionales de Conapas (Corriente Nacional de Políticas Ambientales y Sociales).
Consistencia y trascendencia forman parte de su naturaleza toda vez que la democracia y representatividad tienen vida en la organización social que adopte la comunidad donde se implemente.
Bajo el paraguas de estos conceptos la primer Política de Estado a asumir es el respeto a las reglas de juego que ordenarán la vida de la Nación, la forma de relacionarse los ciudadanos y los mecanismos básicos para lograr los bienes y servicios que los acercarán a gozar de los beneficios del grado de civilización que ha alcanzado la humanidad.
Esas reglas de juego están contenidas desde siempre en el derecho natural que reconoce la libertad como atributo inherente a la naturaleza humana, otorgada por el Creador al proporcionarle a los humanos la facultad de ejercer el libre albedrío. Libertad que en sí misma reconoce la libertad económica trasuntada en el criterio “propiedad privada”,
En los últimos quinientos años la humanidad, apelando con absoluta conciencia de ello o no, a la sapiencia de los preclaros, fue dándole forma escrita al desarrollo de aquellos principios contenidos en el derecho natural como se dijo, dando lugar al nacimiento de las constituciones modernas. En ellas, el principio republicano de división de poderes y el de la representatividad, más que de representación, forman parte intrínseca de su naturaleza. Lo mismo que el derecho, en tanto obligación, de participar orgánicamente en darle forma al marco de la vida social, lo cual implica federalismo, es decir, una unión o alianza de partes que se reconocen como tales y por lo tanto hacen lo propio con su derecho disponer sobre sus propias reglas de juego en la medida que no se desconozca el acuerdo básico.
Nuestra Constitución de 1853 se acercó a esta forma de visualizar la Ley Básica. Ya hace más de cien años, Carlos Pellegrini, algunas de cuyas palabras se reprodujeron en una nota anterior sentenció que “nuestro régimen no es representativo, ni republicano, ni federal”. Quién realmente fue un “piloto” ante el peligro del naufragio en 1890, describió con breves palabras las razones por las que llegó a esa conclusión.
Hoy en día, funestamente, son de estricta aplicación. La mayoría decisoria del Congreso está “en conquistar la protección o buena voluntad del mandatario”…”no tienen (y no obran con) la independencia que el sistema republicano exige”…”a diario presenciamos como la autonomía de las provincias ha quedado suprimida”.

El artículo de la Constitución Argentina que faculta al poder central de intervenir en el gobierno de las provincias, aún sin el requerimiento de ellas en tal sentido, es la Espada de Damocles que pendió sobre ellas. Que muchas veces cayó por habérsele cortado el hilo que la suspendía cuando razones variopintas impulsaron la intervención. Nótese que la constitución norteamericana que hemos tomado como modelo, según nos enseñaron siempre, dicha intervención la somete al requerimiento de los gobiernos locales exclusivamente. De esta manera en el espacio de tiempo de más de doscientos años ni en la Casa Blanca ni el Congreso norteamericano se tomó la decisión de intervenir al gobierno de Estado alguno.
Actualmente, en nuestra Patria, la figura de la intervención ha sido superada por la actitud que adopta la mayoría legislativa mencionada para pervertir la naturaleza primigenia de las constituciones, que reconocen y adoptan la representatividad, el republicanismo y el federalismo como el espíritu constitutivo de la organización social.
Es claro que la culpa no la tiene chancho sino el que le da de comer, dice el refrán. En efecto, si bien los legisladores actúan como se dijo, es porque la Constitución lo permite. Permite el otorgamiento de facultades al Poder Ejecutivo que le proporciona el manejo de casi el ochenta por ciento de los recursos tributarios. Que son el aporte de parte de su vida de los ciudadanos. La parte de su vida que tienen que utilizar para producir ingresos que deben ser transferidos al Estado Nacional y que son utilizados en cumplir funciones que no le prescribe la Ley Fundamental. Lo que en muchos casos deriva en actos de corrupción.
Por otra parte, sin que hubiere límite al cual se pudiera apelar, nuestros legisladores aprobaron cálculos de ingresos inferiores a lo real y lógicamente esperado, para manipular “a piacere” y sin control social los excedentes sobrevinientes. Aplicándolos a erogaciones sospechadas de ser absolutamente polutas. Más que una genuflexión, como alguno cataloga a este tipo de conducta por parte de los legisladores, la actitud está más cerca de una ineptitud rayana en la ignorancia supina, al menos para actuar como legisladores.
Aunque no haya nacido con un modelo de integridad democrática como dijera Pellegrini, en 1957 se inició el proceso de mayor desnaturalización del concepto constitucional propiamente dicho de nuestra Carta Magna, para terminar en la sanción de la reforma de 1994.
En aquella oportunidad se le adosaron una serie de garantías en el Artículo 14 Bis. Garantías que en realidad deben ser el fruto del trabajo y esfuerzo fecundo de los habitantes y no la promesa de brindar beneficios sin el aporte de estos elementos y que, por lo tanto, deben partir de la conducta honrada y laboriosa de los ciudadanos que forman parte del pueblo de la Nación.
En la última reforma otros golpes mortales al espíritu de Montesquiú fueron la institucionalización de la concentración financiera que impone la coparticipación, la eliminación del Colegio Electoral para elegir Presidente y la elección de senadores por voto directo. El primero porque da lugar a la posibilidad cierta de ejercer una dictadura financiera debida al manejo de la mayor parte de los recursos tributarios por parte del poder central y con ello la posibilidad de cometer desaguisados; el segundo porque no reconoce la autonomía de los estados confederados; el tercero porque elimina la posibilidad de la representación políticas de éstos a través de sus nombramiento por las legislaturas provinciales, que constituyen el depósito natural del poder local para otorgar representatividad.
Es posible afirmar, luego de los conceptos vertidos precedentemente, que el punto de partida que nos llevó por el camino que nos ha dejado en la realidad de pobreza que presenta nuestra Patria, son algunos aspectos de la Ley Fundamental.
Urge entonces estudiar y rever su contenido para adecuarlo a las exigencias que nos impone nuestra protección de ser una sociedad próspera y a la altura de la civilización alcanzada por la humanidad. Y que la observancia de sus prescripciones constituya la sagrada Política de Estado a mantener por todo el tiempo.
La otra principalísima es ajustar todos nuestros actos a la moral. Pero esto, aunque pertenezca al mismo costal , es otra harina. Que vamos a cernirla por separado.

La Plata, 10 de Agosto de 2009

sábado, 8 de agosto de 2009

La pobreza, mucho más que un número

Javier González Fraga Para LA NACION

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec), alcanzan 960 pesos mensuales para alimentar, vestir, educar y cubrir los servicios de transporte y energía de una familia formada por un matrimonio con dos hijos en edad escolar. Pero, según prestigiosos estudios privados, esa canasta básica de bienes y servicios cuesta bastante más de 1500 pesos, y esto antes de los aumentos de tarifas. Y si la cifra es ésa, están por debajo de ese nivel de pobreza ¡más de 13 millones de argentinos!
El aumento de la pobreza en la Argentina en los últimos dos años es la manifestación más clara de los errores de la política económica que se vienen cometiendo desde 2006.
La pobreza alcanzó a más del 50 por ciento de la población durante la gran crisis de 2001, pero con el crecimiento hasta 2007 fue reducida al 27 por ciento; aproximadamente, diez millones de personas.
Pero el problema de la pobreza en la Argentina es mucho más que esa estadística.
El problema ha sido y sigue siendo la incapacidad de un país bastante bien dotado de recursos económicos, de generar una clase dirigente, empresarial y política, que logre el consenso para adoptar las políticas que posibiliten la eliminación de este flagelo.
La pobreza, obviamente, golpea principalmente a los que la padecen, pero también a toda la sociedad, la que es denigrada moralmente, y por eso constituye un escándalo, como expresó el Papa, que nos alcanza a todos.
Porque todos pertenecemos a una sociedad quebrada, excluyente e inequitativa.
Y lo que es peor, todo este deterioro se armó en los últimos 35 años; en 1974, el diez por ciento más rico ganaba ocho veces más que el diez por ciento más pobre; hoy gana aproximadamente 35 veces más.
Debemos entender que la pobreza es la contrapartida necesaria de la fácil acumulación de renta financiera de las últimas décadas, porque ésta casi siempre se logró a costa del Estado.
A la pobreza hay que erradicarla en el plazo más breve posible porque, además de los ya más que suficientes motivos éticos, está íntimamente vinculada con otras tres cuestiones que condicionan nuestro futuro: la droga y el narcotráfico, la inseguridad y una democracia clientelista.
La solución de la pobreza no es fácil, pero tampoco imposible. En la región, hay países que se nos parecen, como Uruguay, que han logrado preservar su equidad a pesar de tener muchos menos recursos.
Y Brasil, que desde siempre ha sido un país estructuralmente muy pobre, en los últimos años, de la mano de una dirigencia envidiable, ha logrado los mejores índices de su historia en materia social y ha rescatado 27 millones de brasileños de la pobreza.
La solución exige recrear las condiciones de confianza para recuperar la inversión y el crecimiento económico. Pero se necesita también la acción inteligente de un gobierno decididamente progresista, y que su intención no se agote en discursos o en propaganda.
Hace falta asegurar un ingreso básico universal para todas las familias con hijos, sin clientelismo. Hace falta asegurar la educación básica y la salud a todos los habitantes. Y también hace falta facilitar el acceso a la propiedad urbana, suburbana y rural a todos.
Un capitalismo sin mayoría de propietarios es un capitalismo rengo y frágil.
El autor es economista

La politización del campo



Tesis


ristina Kirchner y su marido se equivocan si creen que lo único que le interesa al campo es el dinero. Lo que está en juego es algo mucho más importante: mal que les pese a los dos, la dirigencia ruralista está impulsando un “proyecto nacional” que es muy distinto del que ellos imaginan. Aunque la Argentina es un país agroganadero por antonomasia, célebre en el resto del mundo por su feracidad extraordinaria, desde comienzos del siglo pasado una proporción creciente de la población urbana, en especial la conformada por quienes se suponen intelectuales, procura convencerse de que depender tanto de los productos del suelo es motivo de vergüenza.La propaganda en tal sentido, fruto de las lucubraciones de miles de ideólogos, ha calado hondo. Puesto que la versión decimonónica del capitalismo de los amigos dio pie al protagonismo de estancieros ricos de gustos parisienses, a los progres de antes les resultó muy fácil pintar el campo como un lugar ajeno al resto del país, un territorio ocupado por oligarcas feudales vinculados con imperios foráneos que les era necesario conquistar.Huelga decir que los Kirchner comparten plenamente tal mentalidad. Para ellos, la caricatura que fue elaborada a través de los años por polemistas a su entender avanzados refleja la Argentina real, de ahí las diatribas extravagantes con las que el año pasado intentaban reivindicar el odio que sienten por todo lo relacionado con el campo.Es llamativa la diferencia entre la actitud no sólo de los Kirchner sino también de muchos otros hacia las actividades rurales y aquella de sus equivalentes de los países desarrollados. Franceses, alemanes, ingleses, estadounidenses y japoneses, además de canadienses y australianos, propenden a ver en el campo el guardián de las esencias patrias. Lejos de soñar con ponerlo de rodillas, están dispuestos a gastar sumas colosales para que pueda resistirse a la competencia extranjera. Los motivos no son sólo económicos, sociales o “estratégicos”. También son culturales. Con nostalgia virgiliana, en los países industrializados muchos dan por descontado que los agricultores son más auténticos, más “humanos”, que los habitantes de las ciudades y que por lo tanto hay que protegerlos contra las embestidas de la modernidad con subsidios y medidas destinadas a mantener a raya las siniestras fuerzas del mercado.
El resultado un tanto paradójico de dicha diferencia es que mientras que el Gobierno argentino se ha puesto a destruir la parte más competitiva de la economía nacional por suponerla indigna de un “país normal”, quienes encarnan la “normalidad” a la que aspira insisten en ayudar a la agricultura local, a costa de miles de millones de dólares anuales, incluso cuando su aporte a la economía sea relativamente menor. Desde el punto de vista de los europeos, la manía argentina por automutilarse es muy positiva: su alianza informal con políticos como los Kirchner les ahorra la necesidad de erigir barreras proteccionistas aún más altas que las existentes.Así las cosas, lo sorprendente no es que la Argentina rural se haya alzado en rebelión contra una pareja de ideólogos que a juzgar por su conducta festejarían la amputación definitiva de la parte más productiva del país; lo sorprendente es que se haya demorado tanto tiempo para hacerlo. ¿Qué quiere el campo, pues? La respuesta es sencilla. Quiere que se lo respete y que por fin el Gobierno, la clase política nacional y el resto de la población reconozcan que forma una parte integral de la Argentina y que a esta altura no tiene sentido tratarlo como si constituyera sólo una fuente inagotable, además de extranjerizante, de ingresos al servicio del poder de turno. Al fin y al cabo, lo entiendan o no los Kirchner y quienes piensan como ellos, se fueron hace mucho tiempo los días de la llamada aristocracia vacuna. En la actualidad, ocupan su lugar una multitud de empresarios, algunos grandes, otros muy chicos, que aprovechan las ventajas brindadas por la tecnología más reciente, y chacareros, muchos de ellos muy pobres, que luchan diariamente por sobrevivir.Habrá tenido algo así en mente el presidente de la Sociedad Rural Argentina, Hugo Biolcati, cuando para molestia del Gobierno afirmó hace una semana que el campo “dejó de ser una mansa vaca lechera que se deja ordeñar para cubrir el costo de la ineficiencia y las políticas equivocadas” de un “predador insaciable, el Estado”. Como muchos otros últimamente, Biolcati se preguntó: “¿Por qué el 27 por ciento de los argentinos padece hambre si el campo es una enorme fábrica de alimentos y entregó, en estos últimos siete años, 30.000 millones de dólares que iban a aplicarse en planes sociales?”
Puede que sea injusto atribuir la pobreza en que vive casi la mitad de los habitantes del país sólo a los errores cometidos por los Kirchner, porque la tradición que representan los santacruceños echó raíces bien antes de que irrumpieran tan atropelladamente en el escenario nacional, pero no cabe duda de que detrás de la paradoja que señaló Biolcati está la manera de pensar representada hoy en día por la pareja gobernante que una y otra vez ha frenado el desarrollo del campo.Como los mandatarios de países petroleros, los Kirchner se preocupan sólo por el reparto, ya que no les interesa la producción, y se creen con derecho a apoderarse de los recursos que necesitan para mantener satisfechos a la gran clientela nacional. Por desgracia, no son los únicos que se aferran a una modalidad que se parece bastante a la vigente en el Imperio Romano en que “un estado predador” se encargaba de subsidiar a millones de personas que en términos económicos eran incapaces de valerse por sí mismas. El orden social argentino se ha visto determinado por el “modelo” así conformado; remplazarlo por otro más apropiado para el siglo XXI, uno en que el rol del campo no sea el de la “vaca lechera”, requeriría toda una revolución cultural.Pues bien: una ya está en marcha. Acaso la consecuencia más significante del conflicto desatado hace un año por lo de las retenciones móviles ha sido la toma de conciencia por parte de la clase media urbana de la importancia fundamental del campo. Aunque la solidaridad manifestada por los porteños y otros hacia los productores rurales se debió más que nada a la hostilidad compartida hacia la prepotencia y los desvaríos ideológicos de los santacruceños, esto no quiere decir que sólo haya sido cuestión de un acercamiento pasajero.Por primera vez en mucho tiempo, millones de personas se vieron constreñidas a pensar en el papel que debería desempeñar el campo en el conjunto nacional, lo que, combinado con la sensación ya difundida de que las ideologías que han predominado en el país durante tantas décadas están terriblemente equivocadas –las protestas de quienes gritaban “que se vayan todos” fueron un síntoma del malestar resultante–, ha brindado a los ruralistas una oportunidad para participar como protagonistas en lo que podría ser la creación de un nuevo movimiento político que, entre otras cosas, supere las divisiones nefastas que a través del siglo pasado fueron provocadas por individuos de mentalidad afín a la de los Kirchner y los intelectuales orgánicos del oficialismo.
El discurso que pronunció Biolcati al inaugurar la edición más reciente de la Exposición de Palermo llamó la atención por su fuerte contenido político. Apenas aludió a los problemas puntuales que figuran en el “diálogo” con funcionarios del Gobierno. Y en los días siguientes, los líderes rurales se reunieron con los jefes de PRO, la UCR, la Coalición Cívica y la disidencia peronista con el propósito de acordar una estrategia parlamentaria común que les permita reducir drásticamente el poder discrecional que los Kirchner creen es suyo por derecho divino. El año pasado, Cristina, recién favorecida por una cantidad impresionante de votos, desafió al campo a probar suerte en la arena política, tal vez por suponer que los prejuicios de quienes ya la ocupaban resultarían más que suficientes como para obligarlos a ceder. No pudo saberlo, pero al aceptar su consejo, los hombres del campo emprendieron un camino que los llevaría a un lugar de privilegio en el mundillo político.Lo mismo que los demás integrantes de la Mesa de Enlace, el presidente de la Sociedad Rural comprende que si bien todos los detalles impositivos y burocráticos son negociables, en última instancia lo que más importa es el clima imperante. Mientras quienes gobiernan el país traten al agro como un enemigo a batir, cualquier acuerdo surgido del “diálogo” será meramente provisorio, un armisticio pasajero que ambos bandos aprovecharán preparándose para la batalla próxima. A esta altura, el porcentaje de las retenciones a la soja, las esporádicas y caprichosas vedas a la exportación, los eventuales subsidios para los tamberos y así por el estilo son lo de menos. Para que se ponga fin al enfrentamiento absurdo entre el campo y un gobierno que lo confunde con las Fuerzas Armadas de otros tiempos, habrá que echar al basural de la historia una forma de pensar que, luego de haber hecho de la Argentina el mayor fracaso colectivo del siglo XX –para muchos el menos explicable–, sigue provocando estragos devastadores en el siglo XXI. Puesto que los exponentes principales y más locuaces de dicha forma de pensar son los Kirchner, parece inevitable que el conflicto con el campo marque con fuego la fase final de su gestión.l



Por JAMES NEILSON, PERIODISTA y analista político, ex director de “The Buenos Aires Herald”. Ilustración: Pablo Temes.



jueves, 6 de agosto de 2009

Viven en una nube

Por Roberto Cachanosky Especial para lanacion.com

Cuando a mediados del año pasado algunos pocos economistas sosteníamos que esto terminaba en un Rodrigazo, más de uno consideró que estábamos exagerando. El incremento de la energía eléctrica ya es un hecho y ahora se vino el gran tarifazo del gas. ¿Por qué sorprenderse de semejante tarifazo si cualquiera que siguiera en detalle las cuentas públicas y los subsidios que estaba dando el Estado iba a terminar en un tarifazo? Pero bueno, tal vez ahora se convenzan que muchas veces uno no es pesimista, sino que trata de anticipar qué puede ocurrir cuando se adoptan medidas irracionales.
Como muchos habitantes yo también tuve el correspondiente tarifazo en la cuenta de gas. La idea de usar mi caso es solo para mostrar el disparate impositivo que ha lanzado el Gobierno y que afecta a muchas personas.
Para hacer homogénea la comparación voy a relacionar el período 4 de 2009 con el período 4 del 2008, que mide los mismos meses de consumo. ¿Cuál fue el incremento en el monto final de la factura? En el período 4 de este año pagué un 159% más que en el período 4 del año pasado, habiendo consumido un 20% menos de metros cúbicos. En el período 4 de este año consumí 1089 m3 contra 1364 del año pasado. Esto quiere decir que si consumiendo un 20% menos pagué un 159% más, el incremento es mucho mayor por el servicio de gas.
En rigor, cuando uno mira las dos facturas se encuentra con un incremento del costo del m3 del 84,4%, ya que el costo pasó, en mi caso, de $ 0,166753 por m3 a $ 0,307528 por m3. Hasta aquí no tengo grandes quejas porque yo mismo siempre he sostenido que era un disparate el dinero que se iba en subsidiar el gas y la energía. Es más, lo que no pagábamos en la cuenta de gas lo pagábamos en impuestos que luego se usaban para financiar los subsidios. Sin embargo el primer problema que se presenta con este tarifazo es que el componente impositivo creció mucho más que el costo del m3. En mi caso el componente impositivo (IVA, impuestos sobre ingresos brutos, tasas, decreto 2067/08, etc.) se incrementó el 438%. Es decir, en la factura del período 4 del año pasado había $ 96,52 en impuestos, tasas, etc. En el período 4 de este año la suma de todos los impuestos de la factura es de $ 519,3. El costo impositivo en la factura del año pasado representaba el 28,89% del total. El costo impositivo de la factura de este año representa el 60,04% del total. Puesto en otras palabras, del monto final de la factura pago más impuestos que por lo que pago por consumir gas.
Como frutilla del postre, en la factura de este año aparece el famoso impuesto del decreto 2067/08. Pero ese no es el problema, el problema es que, encima, me cobran el IVA sobre el importe del decreto 2067/08. Es un impuesto sobre otro impuesto, por más que en el decreto hablen de cargo tarifario. Lo de cargo tarifario es una triquiñuela de leguleyo para aplicar el IVA sobre un impuesto que se le cobra a los consumidor y expoliar aún más al contribuyente. Es como el caso del impuesto al cheque. Cuando uno hace el cheque para pagar el impuesto a las ganancias, también tiene que pagar el impuesto al cheque para pagar el impuesto a las ganancias.
Pero, ¿a qué se destinan estos famosos fondos del decreto 2067/08? A financiar la importación de gas natural licuado. En la genialidad que impera en este Gobierno, como destruyeron la industria gasífera argentina por medidas demagógicas, ahora tiene que importar gas, para ello primero hay que hacerlo líquido para poder transportarlo y una vez que está en Argentina hay que volver a gasificarlo. Se estima que el costo de importación es de U$S 6 el millón de BTU. Por otro lado, al productor local de gas, en promedio, se le paga aproximadamente U$S 2 por millón de BTU. La pregunta es: ¿por qué no pagarle el precio pleno al productor local en vez de importar gas? Siguiendo el razonamiento del modelo productivo del Gobierno, no se entiende porqué está bien destruir a la industria gasífera argentina para después tener que hacer toda una pirueta para importar gas natural licuado. Tampoco se entiende porqué no se recompone el precio interno en vez de importar gas, mientras el Gobierno se encarga de frenar las importaciones de otros productos para ampliar el saldo de balance comercial y de esta forma financiar la fuga de capitales. Es todo tan absurdo y ridículo, que no se entiende cuál es la lógica que aplican para hacer este tipo de cosas. Lo que ha hecho el Gobierno con el tema gasífero y este impuestazo es equivalente a que dinamite mi casa y después me cobre un impuesto para reconstruirla y, encima, no me dan la plata a mí para reconstruirla, sino que la maneja un burócrata a través de fondos fiduciarios que nadie sabe muy bien cómo se utilizan ni hay rendiciones de cuenta accesibles para cualquier contribuyente.
El argumento de algunos funcionarios del Gobierno es que la gente que vive en San Isidro o en el Barrio Norte puede pagar el aumento de la factura. En primer lugar, vivir en San Isidro o Barrio Norte no implica ser un ciudadano de segunda o una mala persona a la que hay que castigar. ¿Cuál es el criterio del Gobierno? ¿Hacer que los pobres dejen de ser pobres, es decir, igualar para arriba o hacer que todos sean pobres, igualando hacia abajo, salvo la nomenklatura que vive a costa de los contribuyentes que seguirá teniendo un nivel de vida superior al resto de la población? Si hay gente que no tiene gas, el camino más adecuado es aplicar el precio de mercado al consumo de gas y generar la confianza institucional para que se produzcan inversiones que les lleve gas a todos los habitantes del país. Claro que este es un camino más largo que el Gobierno, ha dado acabadas muestras, que no le interesa recorrer.
Lo cierto es que para este Gobierno todo se arregla con impuestazos y regulaciones desopilantes. Al campo hay que cobrarle impuestos porque es la protesta de la abundancia y de las 4 x 4. A los ganaderos hay que prohibirles la exportación porque quieren lucrar con el hambre del pueblo. A los que consumen gas hay que cobrarles porque pueden pagarlo y no tienen que quejarse y además viven en San Isidro o Barrio Norte, lo que parece ser un pecado para aquellos que tienen casas de fin de semana en El Calafate. A los asalariados y jubilados se les cobra el impuesto inflacionario y no tienen que quejarse porque el INDEC de Moreno dice que no hay inflación y, por lo tanto, decir que hay inflación es destituyente.
Definitivamente viven en una nube de gas.
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Roque Fernández: Dificultades para pagar el gasto de 2010

Roque Fernández: "Ignoro cómo hará el gobierno para pagar el gasto corriente en 2010”
POR CLAUDIO M. CHIARUTTINI
Ex ministro de Economía, Roque Fernández, se mostró más que preocupado sobre la situación económica. En el marco del 1er. Seminario 2009 del Posgrado Internacional del Bicentenario. También ex presidente del Banco Central consideró que el problema político es más grave que el económico y aseguró que los planes que se lanzan desde los gobierno se tornan “inconsistentes” por la dependencia que hay a las necesidades del Poder Ejecutivo de turno.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). El ex ministro de Economía y ex presidente del Banco Central, Roque Fernández, se mostró preocupado sobre la solidez de las cuentas fiscales para el año que viene. “Lo que tengo en duda es cómo va a pagar el gasto corriente el gobierno en 2010”, aseguró. Pese a su celeste corbata kirchnerista, el ex Presidente del Banco Central no ahorró palabras para describir las características de la crisis actual. “El problema mayor que tiene la Argentina es que los planes económicos que se lanzan, son temporales y, luego, se tornan inconsistentes. Hasta que no se resuelva el problema político, no hay plan que puede ser sostenido en el tiempo. No van a servir”, sentenció.. Las declaraciones fueron realizadas en el marco del 1er. Seminario 2009 del Posgrado Internacional del Bicentenario sobre Políticas Públicas –Soluciones para la crisis de nuestro tiempo-, que organizan Época (Escuela de Posgrado Ciudad Argentina), la Universidad del Salvador y la Universidad Carlos III de Madrid, en donde se analizó el tema “Promover las industrias de pertenencia”.
El ex funcionario sostuvo que “hoy en el mundo no sobra plata y hay aversión al riesgo, por eso los países en desarrollo invierten en activos de países desarrollados y hacen bajar las tasas de interés. Buscan seguridad jurídica y buenos datos macroeconómicos, dos cosas que no existen en la Argentina actual”.
Ante la necesidad de fondos que requiere la Argentina, Fernández aseguró que “se debe incentivar el ahorro, la inversión, el regreso del mercado de capitales. Para eso hay que capitalizar los aportes del Banco Mundial, no usarlos para pagar deuda; solucionar los problemas que tienen la Argentina en el exterior, ya sean los holdout o el Club de París, con el fin de volver a los mercados internacionales de crédito”.
Con respecto a la posibilidad de obtener financiamiento interno, el director del CEMA destacó los fideicomisos (para inversiones de 5 años promedio) y los cheques de pago diferidos (para el corto plazo). “Pero con la estatización de las AFJP, desapareció el mercado de largo plazo en la Argentina”, remató.
En su diagnóstico sobre la situación internacional, el economista se mostró poco optimista acerca de que el desapalancamiento que hubo en los mercados internacionales se soluciones con más regulaciones bancarias. “El sistema de empaquetar activos –securitizar- y derivar el riesgo a otro va a mantenerse. Y la aversión del riesgo de ayer es la búsqueda de riesgo de hoy”, explicó.
“La idea de separar más la banca transaccional de la banca de inversión ya fue tomada luego de la crisis de los años '30 y se fue revirtiendo con el pasar de los años” argumentó.
Pese a que luego de su presentación, el Director de la Unión Industrial Argentina (UIA), Ignacio de Mendiguren, lo atacó por su actuación como ministro de Economía en los '90, Fernández evitó el enfrentamiento pero le respondió en forma indirecta cuando sostuvo que en la década pasada llegaron al mercado local el glifosato, los feed lots, la siembra directa, “3 instrumentos agropecuarios que hoy se usan en el mundo luego de ver el resultado en nuestro país y que revolucionaron al campo”.
Agregó que el sector agropecuario e industrial realizaron inversiones en la década pasada y “compitió y ganó en muchos sectores” y agregó que “hoy, es más sofisticado estructurar un buen lote de soja que armar una computadora comprando sus partes en un mayorista”.
“Mientras que la computadora está lista en dos días, ver los resultados en el lote de soja demanda varios meses” explicó.
En una cerrada defensa del sector agropecuario, el ex ministro de Economía sostuvo que “no hay tributación sin representación. El tributo está ligado a la conyuntura y las necesidades el Poder Ejecutivo. Así no puede haber plan económico sustentable”.
Al ser consultado si veía hoy al gobierno preparando un nuevo plan económico su respuesta fue negativa.

Subsidios: Regalismo innecesario

Dromi inicia una polémica: La política de subsidios es un “regalismo innecesario”
POR CLAUDIO M. CHIARUTTINI
José Roberto Dromi, ex ministro de Obras y Servicios Públicos de la Nación y protagonista de la Ley de Reforma del Estado, criticó la ausencia de un rol claro del Estado en la gestión presidencial del matrimonio Kirchner. Dromi criticó a Aerolíneas Argentinas por “espantar turistas”. En el marco del 1er. Seminario 2009 del Posgrado Internacional del Bicentenario, el ex funcionario también fustigó los anuncios de incentivos para la compra de bicicletas, autos o heladeras que lanzó el gobierno a c

CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24) . El Presidente de Epoca (Escuela de Posgrado Ciudad Argentina, unidad de posgrado de la Universidad del Salvador), el abogado mendocino José Roberto Dromi, especializado en Derecho Administrativo, fustigó la política de subsidios que llega adelante el gobierno, a la que calificó de “regalismo innecesario”. Al analizar la nota del suplemento económico de La Nación en la cual se informa sobre el aumento creciente de dinero que el Tesoro Nacional inyecta en Aerolíneas Argentina, sacando partidas de sectores claves como la energía, aseguró que el gobierno tiene un grave problema “en la gestión de los factores productivos”.
Las declaraciones fueron realizadas en el marco del Primer Seminario 2009 del Posgrado Internacional del Bicentenario sobre Políticas Públicas –Soluciones para la crisis de nuestro tiempo-, que organizan EPOCA (Escuela de Posgrado Ciudad Argentina), la Universidad del Salvador y la Universidad Carlos III de Madrid, en donde se analizó el tema “Promover las industrias de pertenencia” Para el ex ministro de Carlos Saúl Menem “no se entiende porqué compramos fuel oil a PDVSA, que a su vez se lo compra a Petrobras, en vez de adquirirlo en forma directa a Petrobras” y criticó la incesante inyección de fondos a Aerolíneas Argentina “una empresa que hasta espanta turistas”.
Dromi recordó que, “según la Auditoría General de la Nación, no se sabe quién es dueño de Aerolíneas Argentinas y Austral Líneas Aéreas. Hay dos leyes que se aprobaron en el Congreso, pero no se llevaron a la práctica en forma plena. Así que el Estado lleva colocados más de $2.000 millones en una empresa que no sabemos de quién es”.
Dormí realizó su presentación en reemplazo del ex diputado Carlos Brown que fue invitado al encuentro, pero fue asaltado en camino hacia el Hotel Alvear.El ex funcionario puso énfasis en el rol que debe jugar el Estado en el sector productivo y criticó la ausencia de “políticas básicas sustentables en este modelo” y puso como ejemplos los problemas y distorsiones en los rubros petrolero, energético y agropecuario.
Al analizar las medidas para evitar el impacto de la crisis internacional que lanzó la Casa Rosada entre enero y marzo, el ex funcionario sostuvo que “dar a conocer medidas a medias, como si fueran galletitas, no sirve de nada. Un poquito de esto para comprar heladeras, un poquito de aquello para financiar autos. Si no fuera tan grave, es risueño por la fragilidad del planteamiento”. El ex funcionario destacó 10 industrias de pertenencia: alimentación, informática, energía nuclear, siderometalúrgica, química, construcción, extractivas, diseño y turismo. Que requieren créditos para crecer, regulación económica clara, fijar el rol que tendrá el Estado y el desarrollo de nuevos negocios. Otro de los puntos clave que destacó el jurista es la necesidad de “reconfigurar territorialmente a la Argentina. Con 2.217 municipios, 509 departamentos y 24 provincias, están duplicadas funciones y muchas tareas están superpuestas”. “La abundancia de estructuras desalienta la inversión. Sólo Buenos Aires y Mendoza tienen igual cantidad de departamentos que municipios. En el resto, hay cifras que sorprenden: Santa Fe con 112 municipios o Tucumán con 468. Cada uno con no menos de 200 empleados, es una trama compleja”, explicó.Dromi no tuvo temor en contestar las críticas de Ignacio de Mendiguren a la década del 90 con un frase corta y contundente: “nos dicen que la década pasada fue la peor, puede ser, pero las urnas dicen lo contrario” y recordó que Roberto Lavagna tuvo en sus manos dos aumentos de gas que tuvieron que se suspendido y que tratan de aplicarse ahora. Incluso, aseguró que duda en la fuerza del Congreso para poder frenar el aumento del gas que se discute en el Senado. “Recomendé a Roberto Lavagna como hacerlo bien y no lo hicieron. Al final, va a ser la Justicia quién frene el incremento como lo hizo en 7 provincias”, explicó.
A la hora de destacar 3 presidentes argentinos que consolidaron el crecimiento del sector industrial, el ex funcionario apuntó hacia Carlos Pellegrini, Juan Domingo Perón e Hipólito Irigoyen. Parece que olvidó a Carlos Saúl Menem, el hombre que lo llevó a su máximo cargo público.

Faltazo de Reuteman al diálogo político



Las razones del “faltazo” de Reutemann a la reunión
El Panel de Rueda de Prensa debatió sobre las diferentes cuestiones que motivaron la ausencia del senador Carlos Reutemann a la convocatoria a dialogar sobre los temas más importantes para esta provincia que tuvo el gobierno provincial como iniciativa.
Al final, un comentario editorial de Juan Carlos Sánchez

El desarrollo partió de una premisa básica: ¿La gente le cree a Reutemann cuando dice que no asiste porque no está garantizada su seguridad? Particularmente teniendo en cuenta que las razones aludidas por el senador electo para su ausencia fue la presencia de un grupo de manifestantes que reclamaban por la gran deuda social y judicial que se tiene con los inundados del 2003. Vale destacar que no sumaban más de una veintena.

A los periodistas les llamó la atención que otros legisladores hayan ingresado a la casa gris sin mayores sobresaltos, como así también que cuando otros dirigentes fueron "escrachados" en diferentes momentos, no hubo - al menos públicamente - una señal de solidaridad para con ellos por parte del ex gobernador justicialista.

Entonces, los periodistas se preguntan: 20 personas, ¿son suficientes para que un senador reelecto deje de asistir una vez dada su palabra de concurrencia? Hay que tener en cuenta de que fue el senador más votado en los pasados comicios, y que en campaña aseguró defender los intereses de Santa Fe, los cuales de esta forma quedaron relegados.

Se trajo a colación un incidente del año 2004 en instalaciones del actual Ministerio de la Producción, cuando tras un enfrentamiento con manifestantes inundados Reutemann habló de una "campaña orquestada por la oposición".

Para Rodrigo Villarreal, Rubén Fernández y Sergio Ferreyra es injustificable que Carlos Reutemann no haya estado en el encuentro del Salón Blanco cuando había un compromiso de ir, y la conclusión que se muestra como más sólida indicaría que de haberlo hecho habría sido poco conveniente para su estrategia con miras al 2011.

* * *Un comentario al margen
Colegas:

La convocatoria del Gobernador Binner trae a mi memoria aquella frase de Perón cuando Manrique, candidato a Presidente de la Nación, lo invitó a un debate público. Perón dijo: “Lo de Manrique me hace acordar a uno que me invitó a comer un asado y me dijo ‘General, ponga ud. el novillo que yo pongo el pollo’...”

Reutemann ganó una elección difícil contra todo el aparato provincial que usó la totalidad de las herramientas públicas disponibles para conseguir votos y contra el rosismo kirchnerista apuntalado por la Presidencia de la Nación nada menos. Binner SIEMPRE fue el “pollo” de Néstor Carlos Kirchner.
Una lectura desprejuiciada de esa elección dice a las claras que en situación normal el triunfo del “gringo de Llambi que no se pierde en París” hubiera sido demoledor. ¿Por qué, entonces, oxigenar al cadáver yendo al pie?
Hay reglas en la política que es inevitable atender.

Cuando Reutemann se operó antes de la elección fue el binnerismo quien envió un equipo de protestotes a la clínica. Los mismos que durante las gobernaciones peronistas obligaron a cercar la plaza de Mayo santafesina y que la mamarrachearon con cruces y pintadas rompiendo todo lo que pudieron; ¿los mismos que se juntaron para escarchar al Lole a su arribo a la Casa Gris?
¡Vamos muchachos...!Seamos objetivos, defendamos la pauta publicitaria oficial de la que vivimos (quienes la tienen) pero no caigamos en el ridículo cuando analizamos un hecho.
¿Me explico?

Cordialmente:

Juan Carlos Sánchez
Periodista
Editor de PyD y de Diario7
05 Ago 09
zschez@yahoo.com.ar

lunes, 3 de agosto de 2009

La crisis fiscal y la incapacidad de los Kirchner para revertirla

Por: Roberto Cachanosky
Para solucionar el grave problema fiscal que enfrenta la Argentina no alcanza con reformular el sistema impositivo y el elevado e ineficiente gasto público.
El Gobierno ya no puede ocultar lo que todo el mundo sabe: la caja se acabó y se avecinan serios problemas fiscales. Frente a este problema el razonamiento es: no podemos bajar impuestos porque si se profundizaría la crisis fiscal y no podemos bajar el gasto porque acentuaríamos la recesión. Vemos si este razonamiento tiene sentido empezando por el tema de los impuestos. La primera pregunta que debería formularse el gobierno es si no será, justamente, la asfixiante presión impositiva la que hace inviable el funcionamiento de la economía, que, entre otras causas, profundiza la recesión y genera crecientes problemas fiscales ante la resistencia a bajar el gasto público. Puesto en otras palabras, la carga tributaria es tan alta que: a) muchos se pasan al mercado informal y b) muchos que no pueden trabajar en el mercado informal y tampoco pueden afrontar la carga tributaria, quedan fuera del mercado. Antes de continuar con este punto, quiero hacer una reflexión sobre el tema de la evasión. Cuando propongo bajar la presión impositiva siempre me dan como argumento que “ahora” (“ahora” está entre comillas porque lo vengo escuchando hace más de 30 años) no se puede. Primero hay que combatir la evasión para que, con todos adentro, se pueda bajar la carga impositiva. Mi argumento es justamente el inverso. Si uno baja ahora la carga impositiva el premio por evadir disminuye y el estímulo por estar en el mercado informal se reduce. Puesto en otras palabras, en vez de combatir una evasión impositiva de un sistema impagable, es mejor tener muchos que paguen poco y ese poco sea tan poco que no tenga sentido asumir el riesgo de evadir. Pero volvamos al problema fiscal presente y veamos el tema desde el ángulo del gasto. Se argumenta que no se puede bajar la carga tributaria porque la situación fiscal se agravaría. Entre 2002 y 2008 el gobierno recaudó $ 218.860 millones de pesos más. Pasó de $ 50.515 millones en 2002 a 269.375 millones en 2008. Pregunta: ¿podemos decir que hoy hay mejor salud, educación, seguridad, defensa y justicia en Argentina? ¿Hay menos pobres e indigentes? La realidad es que no se ve muy claramente dónde fueron a parar esos $ 218.860 millones adicionales que le ingresaron al Estado, con lo cual la idea de que un peso gastado por el Estado está mejor gastado que si lo gasta el sector privado no es cierta. Aquí se han dilapidado miles de millones de pesos en un gasto público improductivo. Es como si parte de los bienes que produjo el sector privado en todos estos años el Estado los hubiese tomado por la fuerza para destruirlos. Dicho más claramente, el gobierno destruyó riqueza, haciendo más pobre a la sociedad y, encima, la desestímulo para seguir produciendo. Veamos ahora el tema de la reducción del gasto y su supuesto efecto recesivo. ¿Cómo financia el gobierno el gasto público? Tiene los siguientes mecanismos: a) impuestos, b) deuda interna, c) deuda externa, d) emisión monetaria y e) consumo de capital y ahorro. En materia de impuestos ya ha llegado al límite de exprimir como a un limón al sector privado. Cobrar impuesto a las ganancias sin ajuste por inflación o aplicar el impuesto al cheque cuando uno paga impuestos son algunos de los dislates que podemos citar en materia impositiva vigente. Pero el punto el punto central es que cada peso que el Estado le quita al sector privado para financiar el gasto es un peso menos que el sector privado tiene para consumir o invertir. No hay tal efecto mágico por el cual un aumento del gasto público financiado con más impuestos se traduzca en mayor actividad. El mayor poder de demanda del sector público tiene como contrapartida un menor poder de demanda del sector privado, con la aclaración que la asignación de recursos es ineficiente. Ejemplo, por el decreto 2067/08 el gobierno aplica un impuesto para financiar la compra de gas en el exterior. Es que luego de destruir la actividad gasífera en Argentina, se dieron cuenta que se quedaban sin gas y ahora tienen que traer en barco gas licuado del exterior que es mucho más caro. Y, como si esto fuera poco, en la factura de gas figura el impuesto y luego cobran el IVA sobre el impuesto. Para que se entienda mejo: hoy tenemos más gasto público porque al gobierno se le ocurrió hacer bananas en la Antártida. Técnicamente es posible, pero económicamente es un disparate. Por eso no es cierto que un peso gastado por el Estado esté mejor asignado que si lo gasta el sector privado. Si hubiese sido así hoy no estaríamos pagando tantos impuestos para traer gas del exterior a un costo mayor al que se podría haber producido internamente. ¿Qué ocurre si el Estado recurre al endeudamiento interno para financiar el gasto? Desplaza al sector privado del mercado crediticio (como ocurre actualmente) y éste se queda sin financiamiento para invertir o consumir. Nuevamente, el mayor consumo del Estado es en detrimento de un menor consumo e inversión del sector privado. De nuevo suma cero con ineficiencia en la asignación de recursos. ¿Y si se financia con deuda externa? En este caso puede aumentar artificialmente el consumo interno en el corto plazo porque el mayor gasto público presente se financia con el ahorro de extranjeros sin tocar el nivel de ingresos presente del sector privado. Claro que en el largo plazo esa deuda hay que pagarla y, en ese momento, se afecta el nivel de demanda del sector privado. De todas maneras, en la actualidad, el gobierno de Kirchner ha hecho los suficientes méritos como para no poder pensar en financiarse con recursos del exterior. El financiamiento del gasto público con emisión monetaria implica hacer caer el salario real vía el impuesto inflacionario. Hoy, pensar en financiar el gasto con emisión monetaria sería más suicida que lo que vienen haciendo desde el punto de vista económico. Con la escasa confianza que genera el gobierno y la alta tasa de inflación existente, utilizar este mecanismo se traduciría en un estallido inflacionario. Queda, finalmente, el consumo de capital y ahorro para financiar el gasto. Esto ya lo viene haciendo el gobierno con la confiscación de los ahorros en las AFJP y el deterioro del sistema energético vía las tarifas artificialmente bajas que utilizó durante todos estos años. Lo mismo podemos decir con el stock ganadero, la industria láctea, el trigo, etc. En el corto plazo disfrutamos de tarifas de luz y gas artificialmente bajas, pero el costo de largo plazo es un gasto mayor por no poder seguir financiándose estos despilfarros de recursos. De manera que, frente a la crítica situación fiscal, hoy el gobierno no dispone de las herramientas de financiar el gasto sin afectar en el corto plazo el nivel de actividad interna (endeudamiento externo y consumo de capital). Cualquier cosa que haga para financiar este nivel de gasto conspira contra la demanda del sector privado y la eficiencia de la economía. Por supuesto que le quedaría el camino de bajar el gasto, algo impensable en este gobierno. Pero con eso solo no bastaría porque el país llegó a un punto en el cual el matrimonio es tan poco creíble o, si se prefiere, genera tanta desconfianza, que tanto el consumo como la inversión se mantendrán en niveles mínimos mientras ellos permanezcan en el poder. Esto quiere decir que la economía seguirá generando poca riqueza y el Estado tendrá cada vez menos recursos para financiarse. Baja el gobierno de los Kirchner la actividad privada no está en condiciones de financiar este nivel de gasto público porque no produce lo suficiente para bancar al Estado. En síntesis, el problema fiscal ya no pasa únicamente por reformular el sistema impositivo y el gasto. El mayor problema es que el matrimonio es el principal obstáculo para que el sector privado esté dispuesto a producir un nivel de riqueza que permita financiar el actual nivel de gasto. Son los propios Kirchner, con su sola presencia en el gobierno los que hacen infinanciable este gasto público alto e ineficiente que insisten en mantener.

Se autoriza la reproducción y difusión de todos los artículos siempre y cuando se cite la fuente de los mismos: Economía Para Todos (www.economiaparatodos.com.ar)

viernes, 31 de julio de 2009

Impresionante capacidad de destrucción de J.K.

por Roberto Cachanosvky en Economía para Todos

Un análisis cuidadoso demuestra que la crisis internacional no es responsable en modo alguno de los problemas argentinos.
La actividad económica argentina continúa su caída acelerada como si estuviera en un tobogán enjabonado. La fuga de capitales continúa a pesar de las medidas tipo KGB que implementa el gobierno. La desocupación crece al igual que la pobreza y la indigencia. Los números fiscales muestran un rojo furioso, con lo cual desapareció la famosa caja que disciplinaba a gobernadores e intendentes. La inflación hace estragos en los presupuestos familiares y podría seguir con datos económicos que muestran el estruendoso fracaso del famoso modelo que lleva adelante un improvisado en economía como es Néstor Kirchner. Su esposa, que, cuando tiene tiempo va a la Casa Rosada a sentarse en el sillón de Rivadavia, viene argumentando desde fines del año pasado que todo esto nos pasa (en rigor no reconocen todos los problemas mencionados) en que la culpa es de la crisis mundial. Para Cristina, Néstor fue un genio merecedor del Premio Nobel de Economía que fue boicoteado por la crisis internacional. Recordemos que ya Cristina había dicho en EE.UU. que Argentina no necesitaba un plan B, sino que los que necesitaban un plan B eran los países desarrollados y, poco tiempo, tuvo que poner cara de pocker y salir a anunciar los famosos planes para comprar autos, camiones, bicicletas, calefones, heladeras y demás alquimias para tratar de dar vuelta una crisis económica que tenía sus causas en los descalabros internos, patrimonio exclusivo de Néstor, y no tanto en la crisis internacional. Puesto de otra forma, si bien la crisis externa tuvo algún impacto en la actividad económica interna, esa influencia está lejos de explicar el fenomenal caos en el que estamos metidos. Para entender porqué los Kirchner son responsables de este lío económico y la culpa no es del mundo, primero tengamos en cuenta que aproximadamente el 57% del total de las exportaciones argentinas provienen de los productos primarios (fundamentalmente granos) y de las manufacturas de origen agropecuario. Es decir, el grueso de las exportaciones está basada en lo que produce el sector agropecuario y la industrialización de esa producción primaria. Ese mismo sector que Néstor desprecia y Cristina dice que quieren ganar muchos a costa de los más pobres, la protesta de la abundancia y de las 4x4. Ahora bien, junto con esta nota hay dos gráficos para mostrar si la crisis internacional pudo haber afectado, como se excusa el matrimonio, para producir el destrozo económico interno que estamos viviendo. Primera pregunta: ¿de dónde saqué estos dos índices que voy a mostrar? Del sitio del Ministerio de Economía, en la Secretaría de Política Económica (toda una ironía el título de esta secretaría considerando que a esto difícilmente pueda llamársele política económica, más bien le iría mejor el título de Secretaría de Destrucción Económica). Y, para que ningún kirchnerista (si es que todavía se encuentra alguno que lo declare públicamente) me acuse de tomar mal los datos, aclaro que dicha Secretaría de Política Económica cita como fuente al benemérito INDEC. Por lo tanto, cualquier protesta sobre lo que arrojan las cifras, por favor dirigirse a Moreno.
(Clickear en la imagen para agrandar el gráfico)
El primer gráfico muestra el Índice de Precios de Exportaciones de productos primarios de Argentina, en el cual tienen un peso decisivo los productos agropecuarios. ¿Qué muestra? Que luego de la caída de los precios de los productos primarios de exportación que se produce a partir de la crisis del sudeste asiático (1997), la crisis rusa (1998) y la devaluación del real en 1999, los mismos se estabilizaron en torno a un valor índice 80 y justo a mediados del 2002 comienzan a recuperarse, con la suerte que tuvo Néstor de que en el momento que se sentó en el sillón de Rivadavia los precios comenzaron a subir en forma casi continua salvo un breve período en 2005. Luego, literalmente se dispararon. ¿Cuánto bajó el índice de precios de exportación de productos primarios desde el pico en el tercer trimestre del 2008 y el primer trimestre del 2009 (última información disponible en la el sitio del Ministerio de Economía)? Bajó el 24,6%. ¿Explica esta caída la catástrofe económica en que estamos metidos? No, porque si bien bajaron desde ese pico un 24,6%, todavía están un 53% por encima del nivel que tenían cuando, entrando por la ventana, Kirchner llegó a la presidencia y un 43% por encima del promedio 1997/2001, antes de que él llegara al gobierno. O, si se prefiere, está por encima un 31% del promedio 2004/2007, antes de la crisis internacional y cuando, según Cristina, crecíamos como nunca había crecido Argentina en los últimos 200 años (siempre me preguntó de dónde habrá sacado las estadísticas desde 1809 para poder comparar. ¿Se las habrá preparado el INDEC?).
(Clickear en la imagen para agrandar el gráfico)
Si hacemos el mismo trabajo con el segundo gráfico, el que muestra el Índice de Precios de Exportación de Manufacturas de Origen Agropecuario, el resultado es casi el mismo. La baja del índice es del 24% respecto al pico del tercer trimestre del 2008, pero está un 58,3% por arriba de mayo del 2003 cuando Kirchner llegó al gobierno y un 35,7% por encima del período 2004/2007. Veamos algunos datos más. El precio del trigo (fuente FMI), Golfo México, en junio pasado estuvo un 87,4% más alto que cuando asumió Kirchner. Las comparaciones para el mismo período son: maíz 110% arriba, poroto de soja 172% más alto, harina de soja 148% más, aceite de soja 157% más, aceite de girasol 194% más alto. Pregunta, ¿qué hubiesen hecho Néstor y Cristina si les hubiese tocado los mismos precios que le tocaron a De la Rúa? Obviamente el helicóptero hubiese sido demasiado lento. ¿Tal vez el tren bala que van a construir? Todo lo anterior muestra que la oportunidad que desaprovecharon, y sigue desaprovechando, el matrimonio para crecer en serio. Pero también refleja la impresionante capacidad de destrucción que tienen. Porque, aún con estos precios un poco más bajos, igual sigue habiendo precios muy buenos en el mercado internacional y la crisis interna no solo no afloja sino que se profundiza. No fue la crisis internacional la que nos llevó a este desquicio. Han sido las políticas de los Kirchner lo que destruyó el país sumergiéndonos, como decía al comienzo de la nota, en la inflación, la recesión, un gasto público que dispararon al infinito, las regulaciones fascistas de la economía, la confiscación de flujos y stocks de riqueza del sector privado y la falta de seguridad jurídica que derivó en una gigantesca fuga de capitales, los que hicieron que la economía explotara y, seguirá explotando mientras sigan en el mismo rumbo. La economía argentina no se reactivó en los últimos años gracias a Kirchner, sino a pesar de Kirchner, por lo tanto, no descubrió ninguna teoría económica insospechada, sino que confirmó, sobre el hambre y la desocupación de los argentinos, lo que un país no debe hacer para caer tan bajo. Si con los precios de exportación que tuvo Néstor y ahora tiene Cristina la Argentina sigue cayendo, el problema no es el mundo. El problema es el matrimonio y su capacidad de destrucción.