martes, 24 de julio de 2012


Ordena tus trabajos de fuera
Y prepara tus faenas en el campo
Y después puedes construirte tu casa
(Proverbios 24,27)
Disparates
Por César Ramón Cuello

Son notables los disparates que, desde el punto de vista de la economía, se han practicado al son de una medida de disposición de fondos jubilatorios y hemos escuchado decir de labios de un funcionario del gobierno federal.
Fue en el acto del sorteo para adjudicar préstamos para construir viviendas con fondos de la Anses. La Nación (21/07/2012) reproduce como textual que dijo “es privatista, noventista y reaccionario” pedir que los fondos que administra aquel organismo sólo se destinen a jubilaciones y no se invierta también en el sistema productivo. Justificó la acción del gobierno en que “el sistema es solidario. Es mezquino decir que los fondos deben ser para una sola persona. Más cuando ese sistema privado (de las AFJP) no funcionó…No hay autoridad moral y además es mentira”.
 También se reproduce que se expresó sobre la “mala intención” de economistas porque cuando la economía crecía al 9% anual era por las buenas perspectivas del mundo y si a la Argentina le va mal no es por el mundo sino por las medidas del gobierno.
El primer disparate que vamos a puntualizar tiene que ver con la disposición de fondos acumulados por los aportes y contribuciones que realizan trabajadores y patrones respectivamente, para hacer frente a los haberes de los habitantes que se retiran de la clase económicamente activa, es decir, los haberes jubilatorios. Uno de los objetivos que tiene esa disposición de fondos, según las fuentes del gobierno es solucionar en parte el problema de la falta de viviendas y otra generar empleo. Pues bien, en primer lugar, esa contribución conduciría a paliar con el diez por ciento la necesidad de viviendas que tiene el país, siempre y cuando se construyera el número anunciado (cuatrocientos mil) y se mantuviera estático el que alcanza la carencia de techos familiares.
El funcionario puntualizó que se trata de mentiras los conceptos de los economistas. En realidad, la falacia está en sus propias palabras; en la intención que se le adjudica a la medida de gobierno. Porque se torna absurdo el esfuerzo financiero ya que para disponer de la riqueza necesaria para afrontar tamaño déficit, cercano a los cuatro millones de unidades, sería necesario poseer una economía que tuviera la capacidad suficiente para producir el ahorro necesario para ello, algo que nuestro sistema económico no está en condiciones de generar. Apenas supera los cinco mil dólares por habitante y por año, lo cual a todas luces es harto insuficiente. Los países que tienen solucionado el tema poseen economías que superan los cincuenta mil, con cifras muy importantes desde hace decenas de años, lo que pone de manifiesto trabajo y esfuerzo de muchas generaciones. En nuestro caso tendríamos que sumar al tema de la vivienda el de la defensa nacional (no poseemos fuerzas armadas en términos aceptables), las falencias en el sistema de salud e instrucción publica, la incapacidad para brindar seguridad persona, patrimonial y jurídica a los habitantes. Poseer capacidad para dar respuesta satisfactoria a la solución de estos problemas está muy lejos en el tiempo aun si se modificara el rumbo y nos orientemos hacia ello.
Afirmar que el gobierno está en la tarea de propender a solucionar tamaños problemas sería expresar que estamos orientados a alcanzar niveles de productividad y producción adecuados para crear puestos de trabajo sustentables que permitan al trabajador pagar por su vivienda, ya que el propio sistema económico debe ser el verdadero protagonista en la gesta y no el Estado. Que no está para solucionar problemas puntuales en todo caso, sino para orientar la gesta nacional, con el objeto de lograr que el pueblo por sí posea la capacidad suficiente para ello y que no tenga que depender de la generosidad (con riqueza ajena) de nadie, sino de su propio esfuerzo dignificante. Es decir que tenga “libertad económica”, uno de los postulados de la mayor fuerza política del país a la cual dicen pertenecer los miembros del gobierno nacional, y que su vida transcurra civilizadamente pudiendo acceder a los beneficios del avance de la civilización..
Para alcanzar esta meta tendríamos que multiplicar por cifras cercana a los dos dígitos el tamaño de nuestra economía. Si tenemos en cuenta que para duplicarla es necesario un crecimiento real sostenido del aparato productivo en el orden del siete por ciento anual en el término de una década, debemos tener presente que la extensión en el tiempo de un plan a tales efectos está bastante lejos del lapso que durarán en el ejercicio del gobierno los actuales actores y de los que en el futuro cercano lo ejerzan.
Se desprende, de los conceptos analizados, que se pretende asignar mesiánicamente la solución a semejante problema que poseemos los argentinos (de la vivienda) en un término que ni siquiera es definido (tampoco se podría) y, además, se le suma otra pretensión:  la creación de fuentes de empleo. Que si esto sucediera al amparo de la medida ejercida sería pan para hoy y hambre para mañana. Esto es así en la medida de otro disparate: atribuir calidad de “actividad productiva” a la construcción de viviendas, que es lo último que hay que hacer, luego de asegurar las fuentes de trabajo..
La creación de empleo tiene sentido cuando la fuente es sustentable. Esto y decir que la inversión es “productiva” es lo mismo; en tanto que la construcción de viviendas se trata de una “inversión estática” que en términos reales consiste en “enterrar riqueza” ya que luego de terminada la construcción ésta no genera más. Algo así sucedió con el Estadio Único de La Plata; está sirviendo más que nada para que grupos internacionales del espectáculo “recojan” buena cantidad de dólares y llevarlos a sus países de origen.
Los Proverbios inscriptos en la Biblia contienen sabiduría milenaria, no hay duda. Datan de hace tres mil años. El anotado al principio de esta nota parece ser que lo hubiera escrito un Premio Nobel de Economía; sin embargo se trata de la sabia observación de un humano, inspirado por Dios; su deducción fue que primero hay que asegurarse la fuente del sustento, la fuente de la riqueza que permita ahorrar para poder construir la vivienda.
Al menos, sino la palabra de los economistas modernos, sería bueno tener presente la del Señor, de cuya sabiduría no podríamos renegar.