jueves, 6 de agosto de 2009

Viven en una nube

Por Roberto Cachanosky Especial para lanacion.com

Cuando a mediados del año pasado algunos pocos economistas sosteníamos que esto terminaba en un Rodrigazo, más de uno consideró que estábamos exagerando. El incremento de la energía eléctrica ya es un hecho y ahora se vino el gran tarifazo del gas. ¿Por qué sorprenderse de semejante tarifazo si cualquiera que siguiera en detalle las cuentas públicas y los subsidios que estaba dando el Estado iba a terminar en un tarifazo? Pero bueno, tal vez ahora se convenzan que muchas veces uno no es pesimista, sino que trata de anticipar qué puede ocurrir cuando se adoptan medidas irracionales.
Como muchos habitantes yo también tuve el correspondiente tarifazo en la cuenta de gas. La idea de usar mi caso es solo para mostrar el disparate impositivo que ha lanzado el Gobierno y que afecta a muchas personas.
Para hacer homogénea la comparación voy a relacionar el período 4 de 2009 con el período 4 del 2008, que mide los mismos meses de consumo. ¿Cuál fue el incremento en el monto final de la factura? En el período 4 de este año pagué un 159% más que en el período 4 del año pasado, habiendo consumido un 20% menos de metros cúbicos. En el período 4 de este año consumí 1089 m3 contra 1364 del año pasado. Esto quiere decir que si consumiendo un 20% menos pagué un 159% más, el incremento es mucho mayor por el servicio de gas.
En rigor, cuando uno mira las dos facturas se encuentra con un incremento del costo del m3 del 84,4%, ya que el costo pasó, en mi caso, de $ 0,166753 por m3 a $ 0,307528 por m3. Hasta aquí no tengo grandes quejas porque yo mismo siempre he sostenido que era un disparate el dinero que se iba en subsidiar el gas y la energía. Es más, lo que no pagábamos en la cuenta de gas lo pagábamos en impuestos que luego se usaban para financiar los subsidios. Sin embargo el primer problema que se presenta con este tarifazo es que el componente impositivo creció mucho más que el costo del m3. En mi caso el componente impositivo (IVA, impuestos sobre ingresos brutos, tasas, decreto 2067/08, etc.) se incrementó el 438%. Es decir, en la factura del período 4 del año pasado había $ 96,52 en impuestos, tasas, etc. En el período 4 de este año la suma de todos los impuestos de la factura es de $ 519,3. El costo impositivo en la factura del año pasado representaba el 28,89% del total. El costo impositivo de la factura de este año representa el 60,04% del total. Puesto en otras palabras, del monto final de la factura pago más impuestos que por lo que pago por consumir gas.
Como frutilla del postre, en la factura de este año aparece el famoso impuesto del decreto 2067/08. Pero ese no es el problema, el problema es que, encima, me cobran el IVA sobre el importe del decreto 2067/08. Es un impuesto sobre otro impuesto, por más que en el decreto hablen de cargo tarifario. Lo de cargo tarifario es una triquiñuela de leguleyo para aplicar el IVA sobre un impuesto que se le cobra a los consumidor y expoliar aún más al contribuyente. Es como el caso del impuesto al cheque. Cuando uno hace el cheque para pagar el impuesto a las ganancias, también tiene que pagar el impuesto al cheque para pagar el impuesto a las ganancias.
Pero, ¿a qué se destinan estos famosos fondos del decreto 2067/08? A financiar la importación de gas natural licuado. En la genialidad que impera en este Gobierno, como destruyeron la industria gasífera argentina por medidas demagógicas, ahora tiene que importar gas, para ello primero hay que hacerlo líquido para poder transportarlo y una vez que está en Argentina hay que volver a gasificarlo. Se estima que el costo de importación es de U$S 6 el millón de BTU. Por otro lado, al productor local de gas, en promedio, se le paga aproximadamente U$S 2 por millón de BTU. La pregunta es: ¿por qué no pagarle el precio pleno al productor local en vez de importar gas? Siguiendo el razonamiento del modelo productivo del Gobierno, no se entiende porqué está bien destruir a la industria gasífera argentina para después tener que hacer toda una pirueta para importar gas natural licuado. Tampoco se entiende porqué no se recompone el precio interno en vez de importar gas, mientras el Gobierno se encarga de frenar las importaciones de otros productos para ampliar el saldo de balance comercial y de esta forma financiar la fuga de capitales. Es todo tan absurdo y ridículo, que no se entiende cuál es la lógica que aplican para hacer este tipo de cosas. Lo que ha hecho el Gobierno con el tema gasífero y este impuestazo es equivalente a que dinamite mi casa y después me cobre un impuesto para reconstruirla y, encima, no me dan la plata a mí para reconstruirla, sino que la maneja un burócrata a través de fondos fiduciarios que nadie sabe muy bien cómo se utilizan ni hay rendiciones de cuenta accesibles para cualquier contribuyente.
El argumento de algunos funcionarios del Gobierno es que la gente que vive en San Isidro o en el Barrio Norte puede pagar el aumento de la factura. En primer lugar, vivir en San Isidro o Barrio Norte no implica ser un ciudadano de segunda o una mala persona a la que hay que castigar. ¿Cuál es el criterio del Gobierno? ¿Hacer que los pobres dejen de ser pobres, es decir, igualar para arriba o hacer que todos sean pobres, igualando hacia abajo, salvo la nomenklatura que vive a costa de los contribuyentes que seguirá teniendo un nivel de vida superior al resto de la población? Si hay gente que no tiene gas, el camino más adecuado es aplicar el precio de mercado al consumo de gas y generar la confianza institucional para que se produzcan inversiones que les lleve gas a todos los habitantes del país. Claro que este es un camino más largo que el Gobierno, ha dado acabadas muestras, que no le interesa recorrer.
Lo cierto es que para este Gobierno todo se arregla con impuestazos y regulaciones desopilantes. Al campo hay que cobrarle impuestos porque es la protesta de la abundancia y de las 4 x 4. A los ganaderos hay que prohibirles la exportación porque quieren lucrar con el hambre del pueblo. A los que consumen gas hay que cobrarles porque pueden pagarlo y no tienen que quejarse y además viven en San Isidro o Barrio Norte, lo que parece ser un pecado para aquellos que tienen casas de fin de semana en El Calafate. A los asalariados y jubilados se les cobra el impuesto inflacionario y no tienen que quejarse porque el INDEC de Moreno dice que no hay inflación y, por lo tanto, decir que hay inflación es destituyente.
Definitivamente viven en una nube de gas.
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