miércoles, 17 de marzo de 2010

Economía y Democracia

Por César Ramón Cuello


Acepción
La primera acepción que el diccionario Larousse le otorga a la palabra democracia establece que es el “gobierno en el que el pueblo ejerce la soberanía eligiendo a sus dirigentes”. Dicho de otra manera podría expresarse que, cuando regularmente existen elecciones para elegir gobernantes, existe una “democracia”.

Esta acepción que el diccionario le adjudica al vocablo, más que con la esencia de la Democracia, tiene ver con la representación, un aspecto particular de una forma de gobierno. El denominado Representativo en el en que, “bajo diversas formas, concurre la nación, por medio de sus representantes, a la formación de las leyes”. Luego, bien puede haber elecciones bajo el imperio de otra forma de gobierno que no sea la democrática.

Por otra parte, comúnmente se entiende por democracia al “gobierno del pueblo”, vocablo vasto y generalizado que carece de precisión. Es en realidad una expresión muy amplia en contenidos. A tal punto que es usual contraponer comunismo a democracia.

El comunismo es una concepción ideológica que abreva en el marxismo. Está vinculado más que nada a un sistema económico ya que esencialmente se trata de una manera de administrar la producción y la distribución de la riqueza producida. Su imposición siempre fue el fruto de gobiernos dictatoriales. No podría ser de otra manera ya que, además de otras razones, su presencia contrasta con un modelo vigente de por siglos (Economía de Mercado), que ha generado centros de poder y concentración económica financiera, que ofrece la proverbial resistencia a los cambios. De aquí la necesidad de violencia que necesita el comunismo para instalarse. Ello no obsta para que las autoridades de un país con régimen comunista ya instalado no sean elegidas por el voto popular, con lo cual estaríamos frente a una democracia según la acepción académica del Pequeño Larousse. Que a todas luces colisiona con la naturaleza propia de este sistema de organización social.

Esta colisión se produce por cuanto el comunismo es un sistema económico enclavado bajo una forma determinada de gobierno: la dictadura del proletariado según proclaman sus defensores, aunque distorsionada de acuerdo con lo acontecido en la realidad. En los casos conocidos se trata de la dictadura de una persona o un conjunto de personas.

Forma de gobierno
La democracia constituye una forma de gobierno en cuyo seno la actividad económica se desarrolla bajo el régimen de libertad individual y su correlato, la propiedad privada, concepto éste que debe considerarse como la expresión económica de aquella libertad.

Estas cualidades dieron lugar a la conformación del Capitalismo (Economía de Mercado con sistema de precios), que es sin dudas, la mejor manera conocida de producir y distribuir riqueza.

El grado de civilización alcanzado por la humanidad, absolutamente resultante de este sistema económico, es testigo más que demostrativo y elocuente de ello. Los métodos que alternativamente se pusieron en práctica en los últimos cien años (corporativismo nazi fascista populista y capitalismo de estado marxista) fueron un rotundo fracaso.

En su vinculación con la Economía (actividad del ser humano para obtener la satisfacción de sus necesidades), a la Democracia debe tenérsela en cuenta bajo la acepción “gobierno de los pueblos”.

Democracia en Grecia
Es una verdad de Perogrullo decir que la democracia es una forma de gobernar que inventaron los griegos. En la antigua Grecia funcionaba con un modo semejante a la democracia representativa que hoy en día conocemos. Era el primer escalón del gobierno ejercido por todos los ciudadanos. En sus momentos de apogeo inventó en sí misma a la representatividad como una consecuencia de su propia naturaleza, de la confianza que generaba su funcionamiento.

La participación en el gobierno era voluntaria, ejercida en la asamblea del pueblo (la ekklesia) y los ciudadanos que no concurrían a la misma aceptaban de hecho la representación que ejercían los que iban al Ágora, con lo cual éstos estaban imbuidos de representatividad.

El pueblo griego y sus instituciones tenían vida efectiva en el ámbito de las tribus o demos. En cada uno de ellos funcionaba una asamblea. Era el lugar donde se ejercía el gobierno, propio y libre. En él, y con las características señaladas, convivían los helénicos.

A partir del gobierno de Clístenes. “el Ática quedó dividido en diez demos. Pequeños centros territoriales con su vida municipal y administración local, con sus magistrados, sus asambleas, sus decretos. La política se practicaba en ellos a muy pequeña escala, entre gentes que se conocían”. Las diez tribus que diseñó Clístenes eran iguales en sus derechos y en su estructura.

Los demos formados por los ciudadanos identificados por la unidad política o tribu a la que pertenecían, eran muy parecidos a nuestras comunas escribió Jacqueline de Romilly, autora a la que se recurrió para rescatar los conceptos entre comillas. Constituyen el más antiguo antecedente de una buena escuela de política local.

El pueblo reunido en asamblea gobernaba directamente en ellos, en lugar de limitarse a la elección de los gobernantes. Cosa que también hacía cuando se trataba de nombrar a los arcontes y jueces. Cuando entraban en juego unas asambleas con la participación de todos los habitantes, si bien se encontraban ampliamente abiertas a la masa, el Consejo que preparaba sus deliberaciones y velaba sobre su ejecución, estaba constituido por quinientas personas (Consejo de los Quinientos) elegidas por sorteo en los demos, con mandato por un año. Cincuenta representantes por cada uno de los diez demos. La concurrencia de los ciudadanos a las asambleas en representación de los demos derivó en el concepto democracia, es decir, gobierno de los demos, gobierno de los pueblos. Y siguiendo el criterio de Jacqueline de Romilly, bien podemos decir gobierno de los municipios.

La Democracia fue el fermento natural y caldo de cultivo de la grandeza helénica. La autonomía de los demos contribuyó a amalgamar los intereses personales y locales con el núcleo común de conceptos que los indujo a constituir su nacionalidad. La fortaleza de sus componentes apareció por efecto de la participación, individual y colectiva.

Si bien con disímiles características, recurriendo algunas veces a la organización republicana o por lo menos reconociendo la existencia de los tres tipos de instituciones básicas (poderes ejecutivo, legislativo y judicial), no es sino la esencia de organización comunal lo que dio lugar desde siempre a la fortaleza de las ciudades y las naciones. Las mismas que impulsaron el Renacimiento y otorgaron fortaleza a otros pueblos con el devenir de los tiempos. A España desde el Siglo XIII hasta mediados del XV. Período en el cual, luego de derrotar al poder bélico de los árabes, pasó a ser el Imperio en cuyos dominios no se escondía el sol. A Inglaterra que se constituyó en la reina de los mares y primera potencia durante más de cien años. A los Estados Unidos, que la sustituyó en el papel de primer potencia hasta nuestros días. A Canadá, que en la actualidad posee el privilegio de ser uno de los países con mejor calidad de vida en todo el orbe.


La expresión moderna / Federalismo
El Demos fue a Grecia lo que el municipio es a los pueblos contemporáneos. Se trata de una entidad natural que nace a partir de la sociabilidad de los seres humanos. En consecuencia “no pudo haber sido creada por la teoría del derecho ni tampoco por su referente empírico, el derecho positivo, porque se trata de algo preexistente a toda disposición normativa”• (Ricardo Miguel Zuccherino).

Tal como sucedió en Grecia, el autor citado afirmó que el municipio de los tiempos modernos nació asumiendo naturalmente todos los atributos de autonomía institucional y administración funcional. Y continúa siendo el órgano primigenio de la organización política de las naciones poderosas. Es el lugar donde se asignan los recursos para subvenir las necesidades inmediatas de instrucción, seguridad, salud, justicia y se provee a la infraestructura social. Este funcionamiento, mediante el cual se tiende a dar cobertura localmente a las necesidades sociales descriptas, es el Federalismo.

Mediante el mismo, se trata de mantener el espíritu o sistema de confederación entre comunidades organizadas, constituyendo una alianza, unión o pacto de convivencia entre ellas. Manteniendo en su seno el poder de decisión en la obtención y posterior asignación de los recursos en todos aquellos asuntos propios de cada una. Alentando la toma de medidas desde el poder confederado en cuanto a temas que involucran a todos los miembros de la confederación como la defensa, red camineras integrales, macro fuentes de energía, etc.

A través de la historia de la humanidad los resultados obtenidos con el federalismo son harto elocuentes. Los países que se constituyeron en verdaderas potencias económicas utilizaron y utilizan el sistema aunque no ya con la denominación de demos sino llamando municipio, condado o cantón a las unidades políticas menores. Se trata de la más eficiente, económica y eficaz forma de recaudar y utilizar recursos sociales.

La desentralización determina la inexistencia de la concentración de poder que conduce a la corrupción y al despotismo. También de esta siniestra conjunción tenemos claros ejemplos que naturalmente debe inclinarnos a desechar el unitarismo y bregar por la implantación del federalismo.


Democracia / Economía de Mercado
Por su parte, el Capitalismo con Economía de Mercado, lejos del Capitalismo de Estado propio del nazifascismoestalisnismo, constituye la expresión económica de la Democracia. Exige libertad, acompañada de su expresión económica, la Propiedad Privada.

El medio ideal para su desarrollo, que conlleva racionalidad en la producción de bienes y la prestación de servicios, es aquél donde las reglas de juego son lo suficientemente permanentes como para tener la previsibilidad en cuando a su permanencia y modificación se refiere. La conjunción de libertad y propiedad privada en el marco legal adecuado es la mayor garantía que se puede ofrecer a las comunidades para el desenvolvimiento económico.

La libertad establece la facultad de ejercer actividad económica limitada únicamente por las leyes de la comunidad, sin que ningún poder despótico establezca qué, cuánto, cómo y para quién producir.
La Propiedad Privada hace lo propio con el derecho de disponer libremente de lo que se produce.
El régimen legal adecuado proporciona la garantía de respetar por todos y en todo tiempo y lugar aquellos derechos.
En estas condiciones surge la competitividad que conduce a que los organizadores de la producción se orienten a obtener el mejor producto al costo más bajo posible para poder colocarlo en el mercado. En un proceso donde libremente y sin límite de número, funcionan las empresas (unidades de producción), donde normalmente se procede a la obtención y asignación de recursos con absoluta tendencia hacia la eficiencia, economía y eficacia.

Podrá observase entonces, que Federalismo Político y Economía Capitalista, son métodos totalmente congruentes. Es la mejor combinación posible conocida de organizarse las comunidades. Adviértase los elementos comunes:

• La libertad de decisión está presente en cada comunidad y en cada unidad de producción

• Pasa lo propio en cuando al derecho a disponer libremente de la obtención de recursos

• Las necesidades de funcionamiento se detectan mejor y más rápidamente en ambos lugares debido a la cercanía respecto de los acontecimientos, tanto en el tiempo como en el espacio. Su cobertura puede lograrse más rápida, eficiente y eficaz y económicamente en ambos sectores con sus consecuentes beneficios.

• El derecho a la propiedad de los bienes sociales lo ejercen los vecinos a través de las autoridades locales y los titulares empresarios (dueños unipersonales, sociedades, cooperativas, etc.) en sus respectivas unidades productivas.

Los conceptos Economía Capitalista de Mercado y Democracia (que necesariamente reconoce el derecho a gobierno propio de cada comunidad) son Interdependientes. Recíprocamente, la existencia de uno de ellos es ampliamente favorecida por la del otro a tal punto que, para existir cada uno de ellos, es condición necesaria que existan ambos.

El Capitalismo es la expresión democrática de la economía. El federalismo es la expresión democrática de la organización social.

Economía de Mercado en Democracia es la mejor conjunción.









martes, 16 de marzo de 2010

Una impronta señera

Cuando recibí la infausta noticia no sentí nada. Como dijo el poeta, todo se desalojó dentro de mí. No recuerdo cuáles fueron las palabras con las que respondí. Quizás haya reaccionado nada más que para demostrar que seguía del otro lado, con el teléfono en la mano. Pero sí recuerdo que luego de cortar la comunicación, recién entonces, empecé a notar que un profundo sentimiento de pesar me había invadido. JC había partido hacia la Casa del Señor.

Solamente por dos veces había estado mano a mano con él. Aunque fue por largas horas, solamente por dos veces mantuvimos un mano a mano cara a cara, con tanta intensidad y densidad, que fueron suficientes para conocer profundamente a una persona que puso de manifiesto su calidad de Hombre en el sentido cabal de la expresión.

Es cierto que durante mucho tiempo hemos estado en contacto gracias a la increíble tecnología que hoy en día nos atrapa. A través de este medio he recibido la gracia de sus dotes de cristiano comprometido absolutamente con una manera de vivir cuya esencia compartía, comparto y seguiré compartiendo..

Generoso intelectual es uno de los tantos calificativos con que contaba su personalidad. En el libro de mis recuerdos figurará imborrable una de las tantas maneras que existen para poner de manifiesto esa cualidad: nos brindó constantemente su pensamiento, sus ideas, una muy buena parte de su vida. Con valentía absolutamente.

El coraje fue un signo distintivo que lo enaltecía. Exponerse, como se expuso, poniendo en negro sobre blanco, con gallarda actitud cristiana y a toda voz, el fruto de sus convicciones, fue para mí el paradigma que tuve, tengo y tendré para continuar buscando sin cesar el camino a seguir. Camino que con todo el entusiasmo esperaba transitar hombro a hombro con JC en busca de esas soluciones que exige constantemente la vida.

El Blog de Conapas debe a él su existencia. En homenaje a JC seguirá con vida, ese hálito que ya no es patrimonio de su humanidad.

Para mí fue JC, como cariñosamente me dirigía a él. Para muchos Juan Carlos Sánchez Dodorico. JC ha partido hacia la Casa del Señor. Su impronta estará constantemente presente, como hasta ahora.

César Ramón Cuello

jueves, 4 de marzo de 2010

La Economía y los Tiempos

Por César Ramón Cuello

Los Tiempos-

Una particular manera de considerar a los tiempos nos dice que el futuro es incierto. Que podemos vaticinarlo, pronosticarlo, planificarlo, etc. Pero, que siempre será abstracto, sin materia. Incluso, cuando se transforma en realidad, deja de ser futuro inmediatamente y se convierte en presente. El futuro no existe sino como una abstracción fruto de nuestra capacidad de razonar.

El presente por su parte, tampoco tiene materialidad, al menos permanente. Porque cada suceso que ocurre se incorpora al pasado en forma instantánea. El presente es absolutamente efímero. Su contenido como tal es fugaz y tiene el inexorable destino de pasar a formar parte del pasado apenas sucede. Pertenecen a nuestro pasado entonces, los frutos de un futuro convertido en efímero presente; el pasado constituye de esta manera el testimonio de nuestra vida. Se trata de mostrarnos lo que fuimos, lo que hicimos. Es el depósito de la experiencia personal y colectiva. Introduciéndonos en él tenemos la oportunidad de estudiar lo que realizamos y lo que dejamos de realizar. Nos permite sopesar, analizar, catalogar, etc., nuestro pretérito quehacer. Esto nos ayuda a entender el por qué del estado de situación en el cual se va desarrollando nuestra vida, a visualizar en qué no fuimos eficientes ni eficaces. Nos proporciona elementos para tener presentes en la planificación del futuro. Todo lo bueno del pasado sirve así, de fertilizante para brindar buenos frutos en el cultivo de nuestras vidas. Y para que esto suceda debemos incorporarle buenas obras y de calidad superior por cuanto en él abrevarán las futuras generaciones.

Nuestro Pasado

Yendo hacia nuestro pasado podemos rescatar la sapiencia de los que organizaron nuestro país luego de más de cuarenta años de luchas intestinas. Podemos ver allí las figuras de grandes hombres que trabajaron para forjar una gran nación; verdaderos paradigmas del esfuerzo fecundo. Podemos ver las acciones que condujeron a Argentina por el camino del progreso y colocaran a nuestra Patria en la línea que ocupaban los países promisorios, ofreciendo un lugar a todos los hombres del mundo que quisieran habitarlo. Nuestros antecesores pusieron luminarias suficientes en el camino a recorrer en busca de los tiempos venideros, donde la paz, el trabajo, el estudio, el amor a la Patria y la riqueza generada por sus hijos, asegurara a todos los argentinos el gozar de un lugar importante en la escala de la civilización.

Nuestra realidad

Pero, muchas de esas luminarias se fueron apagando. Como cubiertas por el manto del misterio, ya que a veces es imposible llegar a conocer las razones que produjeron los hechos que detuvieron la marcha del progreso. Mientras otros pueblos avanzaron tomando los elementos que aportaron la ciencia, la técnica, el fenomenal avance del conocimiento, Argentina aminoró su marcha y casi se detuvo. En nuestra Patria se produjo el insólito fenómeno de dejar de pertenecer a la sociedad mundial para ubicarse en un aislamiento al parecer solamente entendible por vía del absurdo.

Casi la mitad de su población está fuera del sistema social organizado; los recursos que posee están esperando el trabajo que los incorpore al derrotero económico para ubicarnos cada vez en mejores condiciones. Estamos sufriendo muchos inconvenientes hoy en día. Para enumerarlos por orden de aparición podría empezarse diciendo que, desde hace muchos años, un alarmante número de niños nace sin tener la seguridad de que serán bien alimentados para que su desarrollo neuronal sea el adecuado. Esta realidad nos coloca en una dolorosa situación. Una parte importante de la población, cada día mayor, no tiene ni tendrá la suficiente capacidad intelectual para incorporar conocimientos que le faciliten la socialización, madurar hacia la adultez, incorporar una tabla de valores morales que dignifique y procure las herramientas necesarias para el desarrollo personal y familiar sin recurrir a prácticas delictivas en la procuración de satisfacer necesidades; ni al escapismo que se procura con los estupefacientes. Este estado de situación no se produjo por generación espontánea. Sin prisa pero sin pausa, a lo largo de varias décadas, se fue incubando un resultado funesto.

El aparato productivo es de escasa dimensión para permitir trabajar a todos los que quieren hacerlo. Nuestra economía produce poco, muy poco. Luego, hay poco para distribuir y lo que recauda el Estado en concepto de impuestos para atender las necesidades sociales que no cubre el sistema de precios, no alcanza para mucho. Más de una vez alcanza para poco, como en el pago a los sufridos jubilados, caso testigo si los hay.

Por esta razón, por la pobreza de nuestra economía, los hospitales públicos dejan mucho que desear y los médicos están mal pagos. Lo mismo ocurre con las escuelas de los ciclos iniciales y los establecimientos de instrucción superior. Los edificios y la paga de los docentes dan nada más que para pena. Ni qué hablar de la remuneración y del equipamiento que tienen nuestras policías para combatir el delito que día a día ocupa más lugar en lo cotidiano. Ni de la infraestructura del Poder Judicial que alberga a jueces y empleados también mal pagos. Las fuerzas armadas, custodios de nuestra soberanía, ofrecen un estado de indefensión que nos hace totalmente vulnerables. Las que deben cuidar nuestras fronteras y la riqueza de nuestros mares son meros observadores de los acontecimientos. La red caminera es insuficiente y con serios deterioros lo existente; el sistema de transporte de carga ferroviario prácticamente inexistente y el de energía eléctrica al borde del colapso. Somos un país que, pese a lo que dispone en su territorio, tiene un cuarto de la población en la indigencia y otro tanto rayando en la pobreza. No disponemos de los recursos suficientes para impulsar la investigación y el desarrollo que proporcione tecnología propia. La economía no posee un alto índice de productividad con lo cual los salarios son paupérrimos para la inmensa mayoría de la población. Este panorama grafica brutalmente una cruda realidad: Argentina es un país con recursos naturales considerables, con escaso desarrollo y un pueblo pobre. La pobreza de nuestra economía nos delata además una verdad abrumadora y es que, mientras más pobre es una economía, más pobres son los pobres y más ricos son los ricos y cada vez hay más pobres y menos ricos.

Las razones

Miremos raudamente nuestro pasado para indagar sobre las razones que nos condujeron a estas circunstancias. Todo empezó allá en 1810, cuando llegó a su fin el largo período de tres siglos de explotación y expoliación de los recursos de estas tierras en beneficio de la Corona Española, que al final no le sirvieron para hacer una gran nación. Un puñado de hombres se abrazó a la idea de instalar al nuevo país en el concierto de las naciones. Marchando al compás de la Revolución Industrial y el modelo económico al que había dado lugar la libertad, el respeto por la propiedad privada y la igualdad ante la ley. Una manera de vivir que había prendido en Europa y América del Norte. Que se opuso el resabio del modelo feudo despótico que había ejercido el poder peninsular.

Pero, el modelo que aquellos hombres pensaron para muchos se terminó delineando para pocos, tal nuestra actualidad. A ello contribuyó el error de instalar una constitución unitaria en dos oportunidades, en 1819 y en 1826; un minúsculo remedo del viejo régimen feudo despótico español y que dio un resultado: la Ley de Enfiteusis. Con esta norma se concentró la tierra cultivable en muy pocas manos. El sector agropecuario, dinámico por excelencia como lo era y es en Argentina, no tuvo como protagonistas a millones sino a unos pocos. No se produjo la explosión de riqueza que era posible esperar. Cuarenta años después se cayó en el mismo error. Quince millones de hectáreas de la pampa húmeda ganada a los infieles quedaron en manos de terratenientes a razón de treinta y siete mil hectáreas de promedio por “lote”, adjudicadas en Londres y en París. La tierra quedó en propiedad de algunos cientos de personas cuando debió tener como destino a millones de habitantes. Era éste el camino para que, poco a poco, se fuera conformando una poderosa clase media que en definitiva no existe a pesar de nuestra creencia en tal sentido. Millones de pequeños propietarios en la agricultura y ganadería habrían producido una gran demanda cuya satisfacción, a su vez, habría traccionado el desarrollo de los sectores de la industria y los servicios, impulsando un desarrollo por cierto sustentable Tal como sucedió en el norte de América. La clase media en Argentina no tiene la importancia y cantidad que pudo haber tenido.

La declamada vocación capitalista para poner al país dentro de dicho sistema en el escenario mundial se vio frustrada pese al esfuerzo en tal sentido por parte del General que ganó la guerra del desierto. Luego de su muerte, sus seguidores fueron borrados del mapa político y a renglón seguido tuvo lugar un acontecimiento que dio por tierra otra posibilidad de hacerlo. Se produjo la estatización del petróleo (1907) en vez de respetar el derecho a la propiedad privada de los titulares de los terrenos en cuyas profundidades se encontraba y se encuentra el hidrocarburo. Es que la explotación masiva del petróleo en manos privadas argentinas, generando propietarios ricos incorporándolos a la clase media, habría arruinado el gran negocio que significaba la importación del carbón de piedra (hulla) desde la Rubia Albión (Inglaterra). Para entonces todas las fraguas del país, las calderas y las máquinas ferroviarias lo utilizaban invariablemente. Se cercenó así, definitivamente puede afirmarse, la posibilidad de producir no solamente el desarrollo de la actividad extractiva sino también el industrial que florece durante y después del tratamiento del hidrocarburo mediante la destilación.

Luego vino el punto de partida de la inexorable degradación de la calidad de la enseñanza universitaria, que tenía la base de la Ley 1420, mediante la reforma universitaria de 1918, que llegó a imponer la aberración que significa que alumnos gobiernen la universidad. Esto es como si el hijo asumiera como jefe de la familia. Se desnaturalizó el rol del estudiante que, lógicamente, consiste en nada más que estudiar. Y de ahí en más sobrevino el corporativismo instalado a partir de 1930, cuya institucionalización se produjo con la asonada de Onganía en 1966, sellando hasta nuestros días el funcionamiento económico social de nuestro país. Se terminó de aceitar el corporativismo que funciona sobre la base de la corporación empresaria prebendaria del Estado, la sindical, la política y la militar (que actualmente prácticamente no tiene protagonismo).



Las consecuencias

Todo ello hizo que la economía no se rigiera por las leyes que le son propias y con una normativa legal sin cambios intempestivos, con el reconocimiento de la libertad y la propiedad privada. No contó con el amparo de una organización social congruente con el sistema económico. Esto es, respetando el derecho a gobernarse que tiene cada comunidad (federalismo) y evitando la concentración de poder tanto político como económico para lo cual hay que ajustarse a la forma republicana de gobierno y evitar los monopolios.

La rara mezcla de cosas buenas con medidas no tanto, ha hecho que en la actualidad mantengamos la mediocridad de nuestro espectro social y la pobreza de la economía y del pueblo. Es menester señalar que algunos países gozan de los beneficios del grado de civilización al que ha llegado la humanidad. Nosotros no. Ello se debe a que no generamos la suficiente riqueza para atender necesidades de consumo e inversión. Solamente somos capaces de producir cinco mil dólares por habitante y por año, medición hecha detrayendo las falacias de las cifras oficiales. Otras naciones logran más de cincuenta mil, es decir, diez veces más.



Lo que debemos hacer

Para llegar al nivel de cincuenta mil dólares de producto por habitante y por año necesitamos incrementar considerablemente el producto de nuestro esfuerzo.

Vista la distancia que nos separa de esa cifra el futuro aparece como patético. Para duplicar el producto de nuestra economía es necesario que durante diez años la misma crezca en forma sostenida al siete por ciento anual; o seis con crecimiento del diez por ciento. Si quisiéramos multiplicarla por diez y así alcanzar a los que están en la punta, necesitamos veintitrés años creciendo al diez por ciento o treinta y cuatro haciéndolo al siete.

Algo muy difícil de lograr. Pero como para llegar a cualquier meta es necesario iniciar el recorrido, debemos empezar a transitar el camino del progreso, aunque previamente debamos asumir nuestra pobreza con la altura y humildad que ennoblece y merecen las circunstancias. Algo que nuestros más encumbrados economistas no mencionan para nada. De lo contrario, seguiremos poseyendo magros recursos, escuelas de pobres, hospitales de pobres, policía de pobres, justicia de pobres, caminos de pobres, comunicaciones de pobres, transporte de pobres, salarios de pobres. Seguiremos administrando pobreza con todo lo que ello implica. Seguiremos siendo un pueblo pobre en un territorio con abundantes recursos.

Tenemos que proponernos ser un pueblo rico. Para lograrlo hay que trabajar duro durante un largo tiempo