POR RAÚL ACOSTA (*)
Hay algunos conceptos de aprendizaje necesario para comprender el universo Reutemann. Sin ellos, mejor ni atreverse. El autor decidió hacer algunos aportes invalorables a la expedición audaz. Carlos Alberto Reutemann no es un enigma, que eso lo diga Eduardo Duhalde, el despechado. Aqui las claves. No, no lo agradezca.
ROSARIO (Especial para Urgente24). Se cree, algunos creen, que es Reutemann el único y posible rival, dentro del peronismo, para este reinado K.
No lo creo tan fácil, creo que el peronismo va hacia un desfiladero que arrastrará al país al fondo del valle (¿el peronismo no es, acaso, el país?)
Pero convendría realizar una serie de ejercicios prefácticos. Ante un corte en la 9 de Julio, ante Gualeguaychú, la ciudad rebelde en guerra con Uruguay; ante Moyano, ante la Bonaerense, ante el Estado libre asociado de los Rodríguez Saá, ante Chávez, ante Lula, ante Macri y ante la droga… ante Mirtha, Tinelli y Susana, ante Página/12, ante D’Elía… ante el paco, ante la falta de energía, las inundaciones y la sequía, ¿cómo actuaría Reutemann…?
Con esas respuestas en la mano, otro sería el porvenir del peronismo pero, ¡ay!, no están.
Si siguiésemos el método del silogismo, el peronismo es el que no tiene respuestas. Algo de eso hay. Kirchner lo está destrozando y nadie se anima a decirle Basta.
Reutemann es la gran esperanza blanca, el que mencionan los encuestadores de la capital federal (qué antigüedad mencionar así al reinado de Macri y de Aníbal Fernández, el jefe de la Federal.)
Por lo pronto, es un hombre solo. Veamos qué se puede decir de este hombre solo, que porta una grata medalla: Reutemann es el que mejor intención de voto tiene en el país que importa: Mendoza, Córdoba, Santa Fe, Entre Ríos, Buenos Aires, Ciudad Autónoma y La Pampa. Allí están los votos y la plata. Allí se cuece el futuro del país. El resto es una saga de Félix Luna: Los Caudillos.
Por razones periodísticas, estrictamente circunstanciales, asistí al lanzamiento mediático de Reutemann.
Una prueba de su nombre en la calle, como candidato, para una encuesta. La prueba la pidió Eduardo Duhalde, febrero del año que el Lole se metió en política. Ignoro si fue con o sin Menem como gestor último del pedido que Duhalde requirió personalmente.
Yo estaba allí. La encuesta, sorprendentemente positiva, habilitó el ensayo político. En Santa Fe se inauguró la Ley de Lemas. Chau Vanrell y los juguetes. La suma de votos peronistas lo ungió gobernador. No hubo internas. Él no ganó, triunfó Usandizaga. Fue la suma la que se impuso. Empezó en política sin discusiones sectoriales, sin internas. Le fue bien.
Desde su primera participación en política corroboró su forma lacónica, que ya era famosa en los circuitos de la Fórmula 1, para contestar preguntas. En el diario La Capital escribí, en aquellos años, dos artículos sobre el tema. “La impunidad de los ojos claros”, tal el título de uno de ellos, aún tiene vigencia. Repito, ya era lacónico. De sonrisa impune.
Reutemann construye su pensamiento (imagino) de un modo personal. Las cosas pasan según su lógica:
-Falló el carburador.
-Se rompió la suspensión trasera.
Si no hubiese sido por eso…. Él nunca pierde. Jamás tiene la culpa. Así son los jefes. Si no se rompe el auto es muy difícil que un corredor no llegue a la meta.
Para Reutemann, la pregunta, la que sea, contiene un texto y un subtexto. A menudo contesta según ése entre líneas. La desconfianza hacia el otro, en un mundo altamente competitivo, envidioso, verdadera hoguera de vanidades, construye buzos antiflama, corazas. Reutemann las tiene. Sobrevivió en ese mundo. Nadie puede pedirle que se saque la vestimenta con la que triunfó. No tiene sentido que piensen en un Reutemann confiado, dicharachero, dispuesto a perder el tiempo y las ganas. Fue 1 entre 20 en el mundo, en todo el mundo. Nunca fue sociable en aquel jet set.
Ya en política tuvo una obsesión: la contabilidad pública. Verdadera obsesión. Es tremendamente cuidadoso con los dineros públicos, todo debe estar debida y recontradebidamente justificado. Él siempre tendrá un fondo anticíclico.
Para afuera, su comunicación es la misma hace años. Tiene un modo: el monosílabo y sus arrabales.
-Hum.
-Sí.
-Y…vemos.
-¿Te parece?
-¿Usted cree que eso esta bien? .
-Hum…está difícil…
No hay Reutemann de discursos, no hubo necesidad de hacerlos en el campo donde creció, solitario campo de inmigrantes en la ruta lateral a la que recorriera don Aaron Castellanos, tal vez el último colonizador en serio de la Argentina
No lo hubo cuando fue pupilo de los jesuitas. No lo hubo. ¿Para qué prepararlos ahora? ¿Cambiar de lenguaje y de actitudes a punto de los 70 años…? El Lole no es el hombre de los discursos.
Uno de sus mas cercanos creadores (a Reutemann también lo apoyaron en sus comienzos, cuando él soñaba ser corredor de autos) cuando corría en Santafesina Limitada, me dijo, en su particular lenguaje, esto que transcribo.
“….Si Reutemann te pide que cuides este edificio, tu tarea es cuidar este edificio e informar. Toda otra cuestión que atiendas será en tu contra. Lo tuyo era el carburador, no el líquido de frenos. Toda otra cuestión es distinta y sospechosa.
Si debías cuidar el edificio, ¿por qué hablás de los árboles y las flores del jardín? ¿Estarás engañándome?
¿Qué me querés decir con esto que me informás de un rubro que no es el tuyo?
El Alemán es así. No es desconfiado con uno, lo es con todos…”
La ciudad de Santa Fe, donde él tiene tratamiento cercano a la estampita, es su sitio. Cosas que allí se le piden, o se le enrostran, son respondidas con premura.
El Lole es la ciudad de Santa Fe. Los barrios inundados y los de más alto poder adquisitivo lo votaron masivamente el 28 de junio de 2009. Allí tiene los pies enraizados. Conviene revisar la elección, distrito por distrito, en su sitio. Da exactamente su perfil. Reutemann gana más fácil donde lo conocen que donde simplemente lo reconocen. Además Reutemann si que le ganó a Kirchner. Kirchner es el que mejor lo sabe.
Durante los años políticos, de administración de la cosa pública, sus órdenes fueron lacónicas, claras. Las preguntas periodísticas, para que informase sobre actos que querían realizar sus colaboradores, que ofertaban, que sugerían, que aportaban, fueron respondidas siempre con gestos mínimos escuetos, casi de lectura de doble entrada.
Algunos lo creen un outsider. Error, Reutemann es típicamente peronista. El jefe manda. A los que lo tratan de recién llegado (él mismo, haciéndose el humilde, con la pachorra de los campesinos avivados, dice que no tiene paladar negro en el peronismo, donde milita desde 1989), les contesta con una frase de jefe peronista histórico:
"Metele pa’ delante, después vemos. Avisame”.
Con los años una sonrisa, la falta de respuesta, el cambio de tema ante la presentación de un plan ya se sabe, son los signos que dan cuenta de su opinión. Intentar una traducción de su pensamiento es, en realidad, inventar un pensamiento.
Lo tiene, claro que lo tiene, pero no lo verbaliza. Es un lacaniano inmejorable, un discípulo de Saussure de lujo. Pocos como Reutemann saben que la palabra traiciona al pensamiento. Al jefe hay que traerle soluciones, no alternativas confusas o peligrosas. Con ésa lógica atiende los asuntos de Estado.
Ante lo desconocido, no informado, ante lo no planificado no es típicamente peronista. Esa es una de las verdaderas diferencias.
Él no tiene la audacia del ignorante que cree que su omnipotencia es una virtud, no un defecto mortal.
Reutemann es muy precavido. Desconfía de sus conocimientos, los pone en confrontación. Mide dos veces los pasos.
El Conurbano Bonaerense, para dar un ejemplo maloliente, es un sitio donde no tiene claridad (¿quien la tiene?) y jamás, pero jamás lo penetrará sin un baqueano. ¿Confiará en el baqueano? Cuando algún analista intente bucear en el destino de Reutemann debe poseer los datos de este tema:
-¿Tiene baqueano para el conurbano?
-No….
Entonces, no hay candidato.
Cuando lo tenga, prepárense.
Hoy el otro freno es la construcción de la economía en la pampa gringa. Está despanzurrada y nadie –nadie, léase bien, nadie--- quitará las retenciones en enero de 2012.
Reutemann lo sabe, él también debería dejarlas en pie. Cuando sepa cómo solucionar ese problema de conciencia económica empezara a moverse.
En todo caso cuando Melkonian le brinde una solución futbolística al tema. Melkonian hace economía con metáforas de barra brava de Boca. Así logra que lo entiendan. Charla cada 15 días con el corredor. Melkonian no es malo, si logra hacerse entender por el Lole. No es malo para el Lole, al menos.
Sentado en su banca de senador nacional, ante aquellos primeros cacerolazos por el aumento de retenciones, se agitó en su poltrona.
No todo iba bien con “ese flaco que no entiende a los chacareros ni nunca los entenderá”. Tocaban otra vez a la puerta. Reutemann atendió el llamado. Los que estaban cerca, acompañaron.
El senador no tenía 20 años, ni 40, pasaba los 60 con comodidad, pero pese a sus achaques, debía salir a pista. Lo hizo. Mecánicos en los boxes, él, solo él en el habitáculo. Fue una buena carrera.
Por primera vez compitió contra críticas adversas (no le gustan, las considera ofensas) y preguntas indiscretas (las considera agresiones graves). Cansado, derrengado, volvió a boxes. Demasiadas conversaciones. Su territorio respondió (básicamente su ciudad, el sur profundo, las clases medias rurales lo avalaron).
Los candidatos que lo acompañaron no son los mejores, son los que aceptaron llamarse ene-ene. Sumisión ante todo. Algunos, se cuenta, hicieron fideicomisos para juntar la plata de la campaña, que ya será devuelta, ya será devuelta…. No me consta. Por lo pronto todo peronista que acepte a Reutemann pierde identidad, opinión, palabra. El primero en esa condición es Jorge Obeid. El peronismo con Reutemann es “síCarlo, síLole, sí…”
La respuesta, al final de la carrera del 28 de junio, fue ésta:
-Gané contra todos y contra todo.
Lo aguardaba la calma y debe esperar otra situación de sorpasso. Metas superiores estaban en la programación. Había tiempo. Hay tiempo. Todo a su velocidad y armoniosamente, nadie le va a decir cuándo acelerar el tren de carrera. Él conoce su motor. Que los tiempos suyos no sean los de los grandes medios gráficos, ni siquiera los tiempos de los caciques de provincia de Buenos Aires, es otro tema. No es su tema.
Los interpretadores sostuvieron, siempre, que debían entender al corredor según mínimos gestos, que la mejor formulación para comprender su microlenguaje era entender a qué cosas se oponía. Adelantarse a sus pensamientos no era bueno. No lo es. Opinar libremente tampoco.
-Si opinás eso decilo, hacelo, pero no en mi nombre…
Hoy nadie puede decir que habla en su nombre. Tal vez su esposa. Tal vez. Facebook no es una tribuna seria.
Reutemann no tiene, es cierto, la fragua de la básica, de la asamblea. Debutó en 1ra. como 9 goleador. Pero él sabe muy bien que juega en un equipo que es vertical, por construcción. A él los centros, él pateará los penales. Lo dicho: una sola persona en el habitáculo del fórmula 1.
A través del tiempo (arrancó sobre los ’90), diversos apresurados o retardatarios quedaron en el camino.
La mínima sospecha de prevaricato los dejaba fuera. La autonomía de vuelo también.
El ex senador Massat, ya fallecido, ilustra el primer caso.
La señora Alarcón el segundo (esta última, simplemente, dijo 1 año antes lo que Reutemann dijo después).
Hay muchos. El más novedoso el de Roxana Latorre, que está fuera, pero con poderosos 6 años de mandato todavía. Eso le molesta. Que lo traicionen y sigan viviendo. Raro caso de contradicción de una colaboradora suya de muchísimos, pero muchísimos años, actuando sin su consentimiento y en dirección contraria a lo que se suponía era su pensamiento (el laconismo, el mutismo, lo simplemente gestual… ¡qué lío en un mundo verborrágico!).
Sus últimas declaraciones llevan a inferir que le interesa pero no le interesa la Presidencia de la Argentina (en el recontra medio del recontra culo dijo que deberían metérsela). Tanto enojo desmiente al texto y la entrelínea.
Sí, le interesa.
Nadie ofende tan groseramente un cargo que no le apasiona.
Para ése caso, necesitará un traductor confiable sobre el conurbano. Un contable que lleve números sanos. Un superembajador con la agenda de los países que importan. Un vocero de prensa que traduzca sin traducir y hable sin hablar. Un Legislativo sin discusiones diarias. Que se mantenga su ritual del teléfono.
-A vos no te atiendo.
-A vos sí.
-A vos mañana.
-A vos, te llamará mi secre…
Gremios disciplinados en serio y Estado vigilante (Ministerio del Interior) de un país empresarialmente privado que resuelva por si. Es posible. Todo es posible en la Dimensión Desconocida. Hoy eso no es la Argentina. Ni en el mejor sueño del más generoso liberal.
Eso y más, mucho más, en tranquilidad, en dominio de los imponderables, en circulación por una pista conocida, lo tiene en la Gobernación de Santa Fe el día que quiera. Lo tuvo antes, podría tenerlo mañana.
En realidad, él es el único que puede disputarle la gobernación a los Social/radicales.
Como gobernador, nunca hubiese existido un dislate como el de Roxana Latorre. O sería menos desestructurante (si se permite este neologismo).
Cuando llegó a la política, las cosas eran de un modo. Hoy las cosas son de otro modo.
Recordemos, por si hace falta. Éste no es el país de los ‘90.
Para ser Presidente, el camino hasta el billete premiado tiene las característica del ladrillo, según sabía decir Perón que se fabricaba (barro y bosta incluídos).
Para Kirchner fue un bonus track lleno de alocados sueños de su época de asistente a las asambleas estudiantiles del '70 (gradas altas).
Para la mujer de Kirchner, una simple cuestión de alcoba que resuelve con ropa fina, rodillas anchas y una mala imitación del evitismo del ’50.
La mujer de Kirchner no tiene idea del país, cree que el país es un discurso y la oposición, la tapa de Clarín. Los K saben de poder, de la sumisión que da el poder, de la sodomización a la que invita el ejercicio del poder. Gobernar es otra cosa.
Reuteman pretende construir en el país con otro sistema, distinto al del ladrillo: un bloc premoldeado. No es un material noble, dicen los viejos constructores. No se sabe qué piensa Reutemann sobre las diferencias de ladrillos y bloques. En todo caso, Reutemann sabe de conducción, no de construcción.
Ese es el asunto.
El otro, el verdadero asunto es si habrá un gabinete de coalición para salir de este fangal. No lo esperen de Carlos Alberto. Esperen, eso sí, que él sea quien le gane a Cobos; para él esa pelea sería fácil.
Lo difícil es convencer a un hombre que se construyó solo -- y le fue bien -- que piense que un país es una construcción colectiva.
Él y K comparten una convicción: el diálogo con el rival es una estupidez.
(*) Testigo.
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