Daniel Della Costa
Para LA NACION
Jueves 17 de setiembre de 2009 | Publicado en edición impresa
El hecho de que el vicepresidente Cobos se haya convertido en el líder virtual de la oposición al gobierno del que forma parte y de que, a medida que pasa el tiempo y se afirma en su papel, aparezca como el mejor candidato para competir con algún Kirchner en 2011 es algo que ha llamado la atención de propios y extraños, y hasta despertado serias críticas. Sin embargo, este tipo de situaciones parecen inexplicables sólo si no se las pone en su debido contexto. En Suiza, en Dinamarca y tal vez hasta en Azerbaiján, esta situación resultaría tan rara y acaso hasta tan intolerable que llevaría quién sabe a qué reacciones.
En cambio, aquí, no; todos (salvo el oficialismo, porque el humor no es su fuerte) observan esto como tantas otras cosas inverosímiles y divertidas que se han venido dando últimamente. ¿Y por qué? Muy sencillo: porque aquí gobiernan los K, un dúo matrimonial que, según unos, tiene un destino histórico y novelesco, como César y Cleopatra o Bonnie and Clyde, y, según otros, contreras empedernidos, más bien de cómic, como Olivia y Popeye, o meramente comercial, como Gath y Chaves o Thompson y Williams. Pero que, y esto es unánime, siempre están para el Guinness.
Porque ya resultaba fantástico, hasta alcanzar límites rayanos en lo rocambolesco, que tras haber sido elegida una presidenta para dirigir los inciertos destinos del país, el estrecho y exclusivo sillón de Rivadavia se convirtiera en un cómodo sofá cama para dos. Desde el cual pasaron a gobernar, no alternativamente, sino más bien superponiéndose, uno y otro, hasta el punto de confundir e irritar a adversarios y también a la propia tropa.
Así, aquel primer mandato K parece hoy nada más que un entrenamiento para hacer eclosión en el segundo. Porque si entonces llamaron la atención impromptus tales como el truchamiento del índice de precios, el lanzamiento de un tren supersónico o la ilusión de que los chinos habrían de invertir aquí miles de millones de dólares, fue a partir de esta segunda presidencia que se despertaron todas las posibilidades matrimoniales. Las que tuvieron su primer y perdurable campanazo con aquella pretensión de exprimirle al campo hasta el último terrón y el penúltimo litro de leche y que siguió luego con otras iniciativas no menos notables, como el adelantamiento de las elecciones, las candidaturas testimoniales, el ninguneo del resultado electoral adverso y, ahora mismo, este proyecto de ley destinado a regular a los medios y terminar de una vez con esta molesta tendencia de la prensa adversa de encontrarles siempre el pelo en la leche.
Sin embargo, acaso nada resulte comparable (lo que revela las virtudes del entrenamiento) a esta reciente y tumultuosa intervención de la AFIP en Clarín , de la que nadie se hizo cargo y que dio lugar al comentario, insuperable, del jefe de Gabinete, quien sugirió que alguien había pagado este operativo para perjudicar al Gobierno.
Frente a todo esto, y con la mano en el corazón: ¿puede llamar la atención de alguien que siga lo que viene ocurriendo en el país que el mismo vicepresidente en ejercicio se haya convertido en el principal opositor? Con una mano en el corazón: no.
"Qué suerte -dijo el reo de la cortada de San Ignacio- que de todos los Fernández que había en el Gobierno quedó el más gracioso. Porque, si no, con lo que cobro de jubileta no sé de qué me iba a reír."
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