Por Césr Ramón Cuello
Una de las acepciones que la Real Academia Española otorga al verbo participar es “tener parte en una sociedad o negocio o ser socio de ello”.
Esto viene a cuento porque como un argumento base para estudiar los “escraches” en la materia Política y Ciudadanía, que se dicta en las escuelas secundarias de la provincia Buenos Aires, se le asigna la categoría de “modalidad de participación política” lo mismo que a los “piquetes” y “pintadas”.
Bien puede especificarse que “escrache” se refiere a una gestión de grupo, de los tantos que compiten para lograr, o mantener, el poder de decidir sobre aspectos de la vida en sociedad; básicamente en el manejo de los dineros públicos que en nuestro país tiene la característica de estar casi absolutamente centralizados. También puede especificarse que ese manejo se lleva a cabo mediante la instrumentación de políticas que son “orientaciones o directrices que rigen la actuación de una persona o entidad en un asunto o campo determinado”.
La palabra “escrache” no figura en el Diccionario de la RAE. En los hechos se trata de una manifestación realizada por un grupo de personas consistente en cánticos, gritos, insultos e incluso algún tipo de agresión física o verbal a una o más personas frente a su domicilio, lugar de trabajo u otro, desaprobando actitudes o expresiones. Ninguna diferencia con el pogromo la “Noche de los cristales rotos” que fue el punto de partida de los nazis que los condujo al holocausto; ni con la “Noche de los Bastones Largos” que es una de las máculas que soportó hasta su muerte un dictador argentino. Nada que signifique un aporte positivo para el acervo o al mejoramiento de la calidad de vida.
Por otra parte los “piquetes” en Argentina son grupos de personas que violentamente, impidiendo el tránsito de personas y vehículos en calles y rutas, intentan imponer o mantener un estado de cosas favorable a sus intereses particulares desatendiendo el general que es uno de los pilares donde se asienta la vida en sociedad; son hechos que la legislación los considera un delito. También la legislación considera un delito a la falta de respeto del derecho a la propiedad privada que se ve menoscabado con las “pintadas” en muros de casas particulares y ocasionan un deterioro de los bienes públicos cuando se realizan en edificios del Estado; deterioro que deben pagar los ciudadanos con la tributación de impuestos.
“Escraches”, “piquetes” y “pintadas” no pasan de ser una pobre manifestación cultural; constituyen una transgresión a la ley. En este aspecto deben ser estudiados y no como una “modalidad de participación política”.
La participación en los escraches no va más allá de haber participado, cada individuo, en la conformación del número de los “escrachantes”, sin que ello signifique haber participado en la toma de decisión previa ni ser beneficiario o actor de las consecuencias que devinieren. Lo mismo ocurre en el caso de los “piquetes” y “pintadas”. Es que no podría ser de otra manera si tenemos en cuenta el grado de participación que poseen los ciudadanos en nuestra organización social en el cabal sentido mencionado por la RAE. La participación de los ciudadanos en los asuntos públicos está dada por el tipo de organización que poseen, por la forma de gobierno. La organización social está relacionada íntimamente con la actitud de sus miembros. Pero esa actitud a su vez, depende recíprocamente de cómo la organización de la comunidad trate al ciudadano. “Si sus partes funcionan de manera negligente y no dan estímulo ni oportunidad al pueblo para identificarse con ella en general y participar en forma responsable en particular, no se puede esperar que el individuo desarrolle una actitud activa en la vida ni un concepto positivo de su propio papel”. (Caroline F. Ware "Organización de la Comunidad para el Bienestar Social").
Dada la conformación centralista, unitaria, de nuestra organización comunitaria la falta de participación del ciudadano en los negocios públicos es proverbial y así se genera la falta de identificación y de participación responsable. De esta manera impera el conocido “no te metás”, que es una expresión negativa de nuestra cultura.
Luego, el intento de institucionalizar la enseñanza en los términos mencionados en el proyecto que se comenta no pasa de ser una falacia. Porque en el estado actual la participación se ubica en el plano de lo abstracto. El ciudadano no tiene ningún grado de participación en la toma de decisiones respecto de la asignación de recursos y su administración con relación a los temas seguridad, instrucción, salud y justicia que son los aspectos fundamentales de la organización social. Las decisiones en este aspecto se toman en centros de poder ubicados muy lejos y son inaccesibles al control social
La participación del ciudadano se da en los pueblos donde la administración de los recursos sociales reside en el municipio, condado o cantón Huelga la probanza de esta afirmación; es notoria en las naciones que están en la punta de la civilización. Allí donde funciona el sistema municipal (federalismo y democracia por excelencia), se han obtenido los mejores resultados.
Los autores del proyecto de marras, en tanto se refieren a la participación popular, bien podrían haber solicitado a los padres de los educandos su opinión respecto de lo que proponen realizar. Lo más probable es que se llevarían una sorpresa mayúscula.
Lo cierto es que con su actitud están negando el principio de participación al que aluden. Están asumiendo una actitud tiránica ya que están haciendo un abuso de autoridad que les confiere la pésima organización social que poseemos. Y con ello están negando el desarrollo de una actitud activa de los ciudadanos padres, es decir, lo contrario de lo que pregonan.
La plata, 23 de febrero de 2011
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