sábado, 13 de noviembre de 2010

Algo cambia…para que todo siga peor

Por César Ramón Cuello

El título de esta nota, construido a partir de una deformación de la conocida expresión gatopardista, no pretende nada más que aprovecharse de la conclusión a la que llegó el autor de El Gatopardo quién, haciendo uso del conocimiento de la naturaleza humana, la ubicó en la ficción junto con la realidad circundante. Hizo que el protagonista lograra mantenerse en sus posiciones haciendo uso de las debilidades ajenas, incluidas las morales. Al detenerse en un momento dado el curso modificador de su conducta, la parálisis significó un retroceso en las pretensiones de los que, con buena fe, anhelaban un cambio vivificador. Si detenerse es retroceder, entonces ni siquiera nada continúa igual, todo es para peor.

El razonamiento es de fácil adaptación a la propuesta división de la Provincia Buenos Aires en siete regiones administrativas. División que significaría agravar aún más los magros resultados que se obtienen a partir de la organización socio política del mayor estado de la unitaria República Argentina, donde el centralismo rige en toda su medida. Al mejor estilo gatopardista, se pretende hacer uso de la debilidad institucional que hace vulnerable el andamiaje de la estructura social.

Por supuesto, para su sostén se esgrime la falacia que ello daría lugar a mejorar los resultados que obtendría el gobierno en el ejercicio de sus funciones.

Dividir para concentrar puede aparecer como una expresión paradójica. No tanto como si fuera una idea extraña o un absurdo con apariencia de algo con sentido común, sino porque realmente contiene una gran contradicción ya que dividir en términos racionales jamás puede admitirse como una acción que tiende a concentrar.

Sin embargo, esto y no otra cosa es lo que se ha planteado con la pretendida regionalización. Predicar desconcentración convierte en paradoja el propósito de dividir en regiones administrativas a la Provincia Buenos Aires.

Porque no sería más que acentuar los efectos del centralismo, en la medida que no se plantea una descentralización en la recaudación de los recursos y en la toma de decisiones para su asignación y posterior inversión. Por el contrario, se tiende a perfeccionar el centralismo extrayendo lo mejor de éste como si lo tuviera.

No se vislumbra ningún tipo de evidencia que ponga de manifiesto que la intención es dejar en manos de los habitantes de cada región la administración propiamente dicha. Es decir, obtener los recursos, asignarlos y administrar su erogación, disponiendo que cada comunidad asuma el derecho, la responsabilidad y el deber de administrarse.

Lo propuesto no cumple con el significado de desconcentrar, que es distribuir o repartir entre varios algo que está concentrado previamente en un lugar, o hacer lo propio con lo que es responsabilidad de uno sólo. Al contrario, se trataría de agregar una capa más a la voluminosa burocracia, conformada cual una gran cebolla que, con la utilización de los nutrientes que toma del suelo, se va convirtiendo en un gigantesco bulbo.

La concentración que impera en la provincia Buenos Aires se traduce en tres tipos de acciones:

1. Obtención de recursos (Recaudación impositiva genuina, coparticipación y endeudamiento)


2. Asignación de Recursos (Presupuesto de Gastos)


3. Ejecución del Cálculo de Recursos (Ejecución Presupuestaria)


En este contexto se prevé obtener durante el Ejercicio 2011 recursos por más de ochenta y tres mil millones de pesos, que se asignarán según los ítems contenidos en el plan de gastos (Presupuesto). También se administrarán alrededor de quinientos mil recursos humanos (planta permanente, transitoria y contratada), sobre un total de quince millones de habitantes distribuidos en más de trescientos mil kilómetros cuadrados.

¿Tarea ciclópea? Más que ello, prácticamente imposible de lograr con eficiencia y menos con eficacia y economía. En estas condiciones, el control se escapa como el agua entre los dedos. Ergo, la corrupción muy agradecida.

De lo que no debe dudarse es que la propuesta de división ha surgido como consecuencia de la toma de conciencia de la falta de resultados, que es notoria en la provincia:

• Agudas falencias en el servicio de instrucción y salud pública


• Ineficiencia y falta de eficacia en las fuerzas de seguridad


• Sistema judicial prácticamente al borde del colapso


• Red caminera en mal estado y sin pavimentar casi toda


• Demanda habitacional sin cobertura


• Presencia cada vez más notoria y numerosa de asentamientos informales (“villas”)


• Estado de indefensión de la población frente al flagelo del delito que cada día que pasa cobra más víctimas fatales


No se trata de señalar falta de idoneidad de los funcionarios, cosa que de ninguna manera pretendemos poner de manifiesto aunque existiere en algunos casos. La inoperatividad proviene del hecho de no poder ejecutar tamaña tarea en forma centralizada.


Hace más de setenta años que en el Acta de Atenas los urbanistas hicieron conocer su conclusión de que los conglomerados humanos empiezan a tener problemas cuando sobrepasan el número de doscientos mil habitantes. Y que se hacen ingobernables cuando superan el millón.


La obtención de recursos para atender las necesidades sociales, su cobertura y el control sobre el gasto se ajustan al mismo criterio. La dimensión territorial y el número de habitantes son inversamente proporcionales a la eficiencia (manera de hacer las cosas), la eficacia (alcanzar los objetivos) y la economía (obtener el menor costo social posible).


Es fácticamente imposible administrar centralizadamente con eficiencia, eficacia y economía toda la tarea que tiene a su cargo el gobierno provincial, centralista unitario, sintéticamente expresada en los siguientes puntos:

• Servicio de instrucción pública con quince mil establecimientos a cargo


• Servicio de seguridad con setecientos cuarenta dependencias policiales


• Servicio de salud pública con setenta y siete hospitales


• Servicio de justicia con más de dos mil dependencias judiciales (Corte, Cámaras, Juzgados Civiles, Penales y de Paz, Fiscalías, Tribunales de Trabajo, Tribunales de Responsabilidad Juvenil)


• Servicio penitenciario con cincuenta y cuatro cárceles y treinta mil internos


• Servicios catastrales y de registración inmobiliaria con nueve millones de parcelas


• Servicios de agua potable y cloacas


• Servicios de transporte ferroviario


• Servicios portuarios


• Servicios de construcción de barcos


• Fomento de actividades artísticas y ambientales


• Fomento de industria, agricultura y ganadería


• Construcción de viviendas


• Construcción de caminos


• Administración y control de juegos de azar


• Servicios en Sistema de Seguridad Social (Medicina pre paga – IOMA - y jubilaciones)


El trabajo burocrático está enmarcado en:


• 11 Ministerios


• 6 Secretarías con rango de ministerio


• 7 Organismos de la Constitución


• 18 Organismos descentralizados consolidados


• 3 Organismos descentralizados no consolidados


• 2 Institutos de previsión social


• 1 Escribanía General de Gobierno


• 1 Asesoría General de Gobierno
El soporte de RRHH está constituido por quinientos mil agentes distribuidos en trescientos mil kilómetros cuadrados de superficie.

Se propone dividir lo dividido, por cuanto la Provincia Buenos Aires ya lo está en ciento treinta y cuatro municipios, con ciertas funciones que no alcanzan para caracterizar a un verdadero gobierno (1).

“Dame un punto de apoyo y sostendré la Tierra” es una frase ancestralmente atribuida al matemático siciliano Arquímedes. El sabio se refirió a que, para mover algo, sea cual fuere su peso, no se necesita mucha fuerza sino más bien disponer del conveniente y adecuado punto de apoyo. Más vale maña que fuerza diría el saber popular.

Llevada la idea de Arquímedes al campo de la vida en comunidad es posible afirmar que, si somos capaces de coordinar los factores que intervienen en el esfuerzo para lograr mejorar cada día la calidad de vida, es posible obtener buenos resultados.

La más fácil y antiguamente conocida es la que hace residir la responsabilidad en unidades operativas de poco tamaño territorial y reducido número de habitantes, que se constituyen en el punto de apoyo al que recurrió Arquímedes

Esos puntos de apoyo están en los municipios, verdaderos crisoles de democracia, donde el control social está presente. A ellos debe adjudicárseles la responsabilidad de obtener los recursos y ellos son lo que deben tener a su cargo la responsabilidad de la cobertura de las necesidades comunitarias. Nadie más que las propias personas, vecinos de cada partido, saben donde les aprieta el zapato.

Y si alguna o algunas de las ciento treinta y cuatro comunidades no resuelven adecuadamente sus necesidades y otras sí, no sería justo que éstas pagaran los platos rotos de las primeras, como sucede en los regímenes unitarios centralizadores.

Dividir en zonas administrativas a la provincia Buenos Aires, no hará sino consolidar el centralismo con nefastas consecuencias. Ilusoriamente se intenta que la eficiencia y eficacia fortalezcan el centralismo aunque no importe la economía.

Quizás lo peor es que se ignora el derecho y la capacidad de los vecinos para administrar su propio esfuerzo.

Así como el ojo del amo engorda el ganado, la historia nos demuestra que las comunidades con gobierno propio son las que progresaron. Con su aporte se construyeron naciones fuertes donde el progreso es signo distintivo. En los países donde no se recurrió a esta herramienta imperan el atraso, el hambre y la miseria.

Ni siquiera debiéramos considerar la absurda idea de dividir a la provincia en regiones administrativas centralizadas. Mejor vayamos hacia la democracia, encaminémonos hacia el gobierno de los pueblos, de los municipios, de los demos.

Es una manera de lograr iluminar el camino que recorrerán las generaciones futuras.



(1) Ver nota “Volver a los principios” publicada el 17/10/2010 y “Un poco menos de federalismo” publicada el 29/07/2010






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