POR FEDERICO QUEVEDO
Federico Quevedo nació en Hamburgo (Alemania) en 1961 pero se licenció en Ciencias de la Información en España, y ha realizado su carrera profesional en Radiocadena Española, Antena 3 Radio, Europa Press... Además es colaborador de Telemadrid, Popular TV, 'La Mañana' y 'La Linterna' de La Cope y 'El Gato al Agua' en Intereconomía. Autor de los libros 'Pasión por la Libertad' sobre el pensamiento político del ex presidente Adolfo Suárez, y 'El Negocio del Poder' junto a Daniel Forcada, escribió:
MADRID (El Confidencial). De derechas, liberal y católico, para ser más exactos. Y con mucho orgullo. Perdónenme que insista en este tema, pero es que me saca de mis casillas. Verán, como demócrata y liberal, siempre he creído que en la libertad individual como valor supremo –junto a la vida- de nuestra existencia, en el pluralismo como regla de juego de la democracia, y en el respeto a la ideas de los demás como norma de conducta.
Tengo muchos amigos de izquierdas -más de los que los ‘talibanes’ del Pensamiento Único del foro puedan imaginar- con los que discrepo en muchos asuntos, pero hacia los que siento un recíproco respeto por las ideas, principios y valores que ellos defienden y yo defiendo.
Desde luego, ni ellos ni yo caemos en la descalificación personal, ni en planteamientos denigratorios de las ideas del otro. Nunca ninguno de ellos se atrevería a afirmar, como escuche en el otro día en boca de un animal de bellota, que “a los católicos lo que les pasa es que no follan nunca”, porque seguramente cualquiera de estos amigos míos de la izquierda le habría respondido de inmediato que “a ti lo que te ocurre es que te lavaron el cerebro porque no podían lavarte otra cosa de lo pequeña que la tienes”. Las ideas se respetan, las sandeces se menosprecian.
Por desgracia, existe otra izquierda, esa que se llama a sí misma ‘progre’, que se ha ocupado, con bastante éxito hay que decir, de inculcar en la opinión pública una serie de estereotipos más falsos que una moneda de chocolate, pero muy fáciles de aceptar como verdaderos.
Así, ser de derechas, liberal y católico, es sinónimo de ser un facha, capitalista y retrógrado… Un enemigo del progreso, un habitante de la caverna al que hay que extinguir porque resulta un peligro para la civilización. Es más, seguro que unos cuantos de ustedes cuyos nicks son fácilmente reconocibles, estarán pensando en este momento: “Pues claro…”.
Lo cierto es que yo no deseo la extinción de nadie, pero estos que desearían la mía y la de otros tantos millones que comparten más o menos los mismos principios y valores, son considerados unos señores demócratas…
Pero, ¿lo son realmente? ¿De qué tipo de democracia?
¿De una democracia construida a medida de una única manera de pensar, de un solo prisma desde el que observar la realidad de las cosas?
¿De una democracia en la que la izquierda –esa izquierda, no la de mis amigos- expide certificados de ‘demócratas’ sólo a aquellos que acaten sus principios, y que exilia al crudo invierno del ostracismo a quien discrepe?
¿De una democracia en la que se denigran valores que han sido esenciales en la construcción de nuestra civilización occidental y se ensalza el más absoluto relativismo, en la que vale todo con tal de alcanzar cualquier objetivo que uno se proponga porque lo que prima es el principio de que el fin justifica los medios?
¿De una democracia en la que se divide a las personas en ‘buenos’ y ‘malos’, en la que los ‘buenos’ son ellos y los ‘malos’ nosotros?
Pues, francamente, entre ‘su’ democracia, una democracia excluyente, basada en principios totalitarios, irreverente, irrespetuosa, que tiene en el aborto, la eutanasia y el laicismo los elementos esenciales de su ideología ‘progre’, que desprecia las reglas del juego del Estado de Derecho cuando no le convienen, que practica el insulto y en ocasiones la violencia contra el discrepante, que entre imposición y convicción elige lo primero, que fomenta el odio, que busca el enfrentamiento…, entre esa democracia y la democracia del respeto, del consenso, de la sana discrepancia, de la defensa de los derechos esenciales de las personas –la libertad, la vida- como fundamentos del verdadero progresismo, me quedo sin lugar a dudas con la segunda.
Y me dirán ustedes, ¿porqué vuelvo a escribir de esto? Pues, francamente, porque la pérdida de ese espíritu conciliador, de ese respeto mutuo que sirvió de base para construir el edificio constitucional, es sin lugar a dudas la consecuencia más grave de este tiempo de frentismo y revanchismo que ha fomentado Rodríguez Zapatero.
Sí, señores, yo soy de derechas, liberal y católico. Amo la libertad y la vida, creo en el individuo como expresión máxima de nuestro ser social, y Dios es para mí una guía que, con mis torpezas y mis errores, marca mi existencia y mi relación con los demás. Si de verdad hay alguien que crea, que piense aunque solo sea por un momento, que cualquiera de estas cosas identifica a quien las suscribe como un “facha, capitalista y retrógrado”, es que, o está enfermo, o lo que lleva en el ojo no es una viga, sino la Torre Eiffel entera.
SEÑORES CONAPAS: como SECRETARIO GENERAL de U.PE.FE, les SOLICITO EN CARACTER DE URGENTE levantar el BLOG " QUE HA SIDO HACKEADO Y ESTA PLAGADO DE CALUMNIAS" (la justica se esta ocupando del tema), DONDE SE MENCIONA AL DIPUTADO NACIONAL RAMON PUERTA Y A SU REPRESENTANTE EN TERRITORIO BONAERENSE, Mauricio Silva.
ResponderEliminarAtento al espiritu de VUESTRA PUBLICACION, ESPERAMOS PRONTA RESPUESTA CON LA VERDAD.
Atentamente, HUGO MELGAR
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mail: hugocmelgar@hotmail.com
DEJO MAIL Y CELULAR PERSONAL, PARA CUALQUIER DUDA QUE SURGIERA