jueves, 27 de agosto de 2009

El Alcoholismo.


Por Juan Carlos Zulaica
Esto pasó en Chillar, partido de Azul, Provincia de Buenos Aires. Como en cada lunes, el empleado administrativo (de veintiséis o veintisiete años), encargado de varias tareas en la Cooperativa, se sentó en una silla cerca de su lugar de trabajo. En uno de esos lunes, y sin poder disimular el movimiento involuntario de sus manos, me expresó: “Tengo que encontrar la forma de evitar emborracharme de los sábados. Voy al boliche, empiezo con una copa y ya no puedo dejar de tomar. Soy conciente de mi borrachera y puedo llegar, ya de mañana, a casa, pero entro en la de un tío que vive al lado de la mía, y me cobija, y así no avergüenzo a mi madre por ver mi estado al volver”. Pedía ayuda para salir y no sé como siguió su situación. Fue hace veinte años.

Esto pasa en La Plata hoy en el lugar de trabajo.
Escenario uno: Los días son, generalmente, jueves a domingo. La empleada (veintidós años), no siempre cumple con los horarios de ingreso y de todas maneras, la primera tarea es tomar un café o mates, junto al tiempo que le permite “ambientarse” para emprender con las tareas, mientras cuenta cómo ha sido su noche anterior, que generalmente incluye una gira por restó-bares o bares o confiterías que le han consumido horas hasta el amanecer, y ella ha tomado hasta verse caer, siempre rodeada de amigos.
Escenario dos: Es más esporádico lo que llega a mis oídos y el protagonista (treinta y siete años), es jefe de la anterior. Evita conversar conmigo de salidas y noche, pero cuando lo hace, siempre se refiere a lo tomado y en ese estado, cómo volvió a su casa. No respeta su horario de ingreso laboral y me consta que mientras realiza sus tareas ingiere bebidas alcohólicas.
En ambos casos, como en otros que me toca conocer, no parecen reconocer su situación “alcohólica” y hasta se jactan de ella.

En los tres casos he tenido y tengo una relación laboral y de experiencia, que me permite evaluar el comportamiento laboral y su rendimiento. Es difícil dar opinión para expresar cuánto mejor sería para ellos y para su rendimiento laboral probar “con menos alcohol”.
Cada uno de nosotros y en cada lugar de trabajo, seguramente podrá revivir éstas u otras escenas siempre de parecido tenor y con las bebidas alcohólicas como protagonistas.

Cómo poder avanzar sobre la enfermedad

Considerando el grado de pandemia (hoy tan de moda la palabra) que ha alcanzado la enfermedad y la falta de diagnóstico sobre la misma, es necesario poner en marcha una política de estado implementada sobre la base de un presupuesto que contemple una red informática (ya existente en la mayoría de los casos), asignación de recursos humanos, asignación de tareas específicas, reactivos y elementos de diagnóstico de enfermedades, y compromiso, mucho compromiso de los actores para poner en marcha un banco de datos informático que almacene datos (personales, fecha, lugar y tipo de intoxicación diagnosticada).

Con estos elementos se podrá salir del simple recuento de los “borrachos” que ingresan a guardias hospitalarias para pasar a individualizar “reincidentes”.

Quiero remarcar este concepto antedicho, ya que he chocado siempre contra la pregunta ¿cuándo una persona es alcohólica?

La respuesta está en manos de profesionales médicos. Pero el Estado (provincial y/o nacional, según el ámbito en que se pueda implementar), a través del archivo en el banco de datos, podrá tener la cantidad y oportunidad en que los individuos han sido atendidos y diagnosticados por el sistema.

¿Cómo funcionaría el Banco de datos?

Por ley debe crearse el Banco de datos (con secreto profesional incluido), asignarse los recursos y establecer responsabilidades y funciones.

Cada Hospital estatal, cada Centro de salud y cada Centro de salud privado a través de convenio, todos conectados en línea al Banco de datos, deberán ingresar cada diagnóstico que determine la enfermedad y en el momento que ocurra. Asimismo, el Banco le devolverá la “historia” sobre otros ingresos del paciente a ese u otro centro con lo cual, el profesional actuante dispondrá de otro elemento de diagnóstico para establecer si se trata de un “borracho ocasional” o de una persona “reincidente” según el registro. Y este historial individual que suministra el banco, debe hacerse conocer, bajo firma, a la persona acompañante que retira al menor tratado o al propio individuo cuando se retira.

Este sistema, seguramente perfectible, pero más seguramente practicable tendría la virtud de dar a conocer a los profesionales actuantes, a la familia y al propio individuo, la enfermedad que padece y enfrentarla. El alcohólico, como todo enfermo lo primero que hace es negar su enfermedad, y como adicto, niega que la adicción lo “maneje”.

Así como se puede registrar a los alcohólicos, también se puede registrar a quienes padecen otras adicciones.

1 comentario:

  1. No hay diferencia tanto el alcoholismo, el tabaquismo, la marihuana, la cocaina, en mayor o menor medida son tdos enfermos graves que suman a esa pandemia que te referis y si de politica de estado se trata, porque no eliminar todas las adicciones de una vez por todas utilizano la misma metodologia. UD que cree?...

    ResponderEliminar