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El ex Gobernador tucumano leyó durante casi 3 horas con tono firme un escrito que realmente puede considerarse una clase de historia para todos aquellos que no conocieron la verdad de aquellos tiempos ó los que parecen haberla olvidado.
Por Luz García Hamilton
A pesar de la precariedad de su estado de salud y más aún de la depresión que lo afecta desde hace un par de años, el General Antonio Domingo Bussi, ex Comandante de la V Brigada de Infantería y 2 veces Gobernador de Tucumán, leyó durante casi 3 horas con tono firme un escrito que realmente puede considerarse una clase de historia para todos aquellos que no conocieron la verdad de aquellos tiempos ó los que parecen haberla olvidado. En una silla de ruedas, y siempre asistido por oxígeno, Bussi arrancó diciendo: “Agotaré hasta el último de mis esfuerzos para contribuir a la verdad histórica, hoy distorsionada, manejada y agraviada para satisfacer mezquinos intereses que no se ajustan a la realidad que vivieron Tucumán y la Argentina en los años 70”.
La de ayer fue una jornada larguísima. Era el turno de los 7 imputados juicio oral por la desaparición de 17 personas en el centro clandestino de detención que funcionó, según la querella, en la ex jefatura de la Policía provincial. En el banquillo de los acusados también estaban sentados el ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército Luciano Benjamín Menéndez, los ex militares Coronel Albino Mario Zimmerman y General Alberto Cattáneo, y los ex policías Roberto “El tuerto” Albornoz, Luis de Cándido y Carlos de Cándido.
La audiencia estaba prevista para las 9.30 pero arrancó media hora más tarde y sin la presencia de Zimmerman ya que el ex Jefe de Policía de la provincia tuvo un fuerte golpe en la bañadera y debieron llevarlo al Hospital Centro de Salud ya que pensaron que se había fracturado la cadera. No pasó de un susto si bien horas más tarde llegó a la sala sentado en silla de ruedas. En tanto el General Menéndez nuevamente debió estar aislado en una sala contigua por indicación médica ya que hasta el momento de su traslado a Tucumán, estaba internado en Córdoba y su estado de salud es todavía precario.
De nuevo hubo poca gente en la sala y mucho menos en los alrededores. Sin embargo, miles de tucumanos siguieron por canal 10 las declaraciones del caudillo Bussi.
Escoltado por sus dos abogados, Doctores Louthier y Bertini, Bussi fue el primero en hacer uso de la palabra por pedido de Adolfo Bertini que solicitó alterar el orden debido al problema de salud de su defendido. Bussi se mostró entero, a diferencia de cuando declaró en el juicio Vargas Aignasse y si bien por momentos lo dominó la emoción, su tono fue firme y su voz potente. Era, según miles de televidentes, el Bussi que conocimos los tucumanos.
Comenzó pasadas las 10 y salvo tres breves cortes de cinco minutos solicitados para descansar –en donde médicos aprovecharon para monitorearlo- habló hasta casi las 13 en que manifestó que estaba agotado y solicitó retirarse. Quedó una parte de su testimonio sin leer pero el tribunal que cabe reconocer, estuvo correctísimo en todo momento, le informó que en cualquier momento puede continuar hablando.
El clima de la sala fue tranquilo, salvo al final cuando los bussistas aplaudieron en silencio pero cálidamente a su jefe. Fue allí cuando representantes de Derechos Humanos se quejaron y abuchearon a los presentes aunque no pasó a mayores.
El Fiscal Terraf también parece otra persona. Lejos está aquel Fiscal que dio vuelta la silla en el juicio Oral de 2008 – cuando Menéndez y Bussi fueron condenados por la desaparición del ex Senador Vargas Aignasse – mientras un Bussi quebrado, muy enfermo y llorando, exponía ante el tribunal. Aquella vez Terraf dejó una imagen fea ante los tucumanos, ya que contrastaba con la solemnidad que uno espera de un Juicio, más allá de la ideología que cada uno pueda tener. Esta vez, y hasta acá, tiene otra actitud y exige respeto para una y otra parte. Ojalá continúe en esa línea que no significa blandura sino por el contrario corrección y altura.
Hubo escaramuzas con los abogados querellantes a los que Bussi les pidió disculpas y dijo que en ningún momento había intentado ofender si bien en varias oportunidades manifestó que éstos se enriquecían con juicios de desaparecidos que a veces incluso después aparecieron.
Bussi fue claro. Gustaron la estrategia de su defensa y la claridad de sus conceptos. Sin dudas la historia argentina comienza a desenmascararse y la verdad aflora aún a costa de injusticias como las que sufren los que participaron para combatir la subversión.
Por la tarde hablaron los hermanos de Cándido y el ex Comisario Albornoz, negándose a las preguntas. Luego fue el turno de Zimmerman quien se negó a declarar y evidenció que no está en su mejor momento si bien se mantuvo erguido y atento. Pero Zimmerman está muy enfermo y su abogado, el Doctor Brandán, consideró que no podía declarar lo cual pareció acertado.
Hoy a partir de las 9.30 declararán los Generales Cattáneo y Menéndez. Este último adelantó ya por medio de sus abogados, que seguirá en la misma línea que en juicios anteriores. Un caballero Menéndez, que no claudicará en sus principios nunca.
A continuación ponemos la crónica de “La Gaceta” y en los próximos días publicaremos los textos completos de las declaraciones.
“FUI PROTAGONISTA DE UNA EPOPEYA MILITAR”
Bussi justificó el accionar del Ejército, insistió en que hubo una guerra y dijo que nadie se acercó a pedir los cuerpos de los muertos
“Hubo una guerra y en ella sólo existen muertos en combate”, aseveró Antonio Bussi ayer, al declarar en la audiencia por la existencia de un centro de detención en la ex Jefatura de Policía, ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal (TOF). De este modo, el ex Gobernador hizo uso de su derecho procesal de dirigirse a los jueces. En su exposición, negó la existencia de desaparecidos durante el proceso militar. “Fue una guerra declarada por un gobierno constitucional, en pleno ejercicio de sus facultades para eliminar al marxismo-leninismo. En Tucumán se actuó de modo independiente y autónomo, política y militarmente. Hubo un enemigo real, visto y reconocido por todo el pueblo tucumano”, aseguró.
Sostuvo que los cuerpos de los guerrilleros abatidos que podían ser recuperados eran llevados a la morgue del cementerio más cercano, a la espera de que sean reclamados por sus deudos y así poder identificarlos. Sin embargo, sostuvo que eso nunca ocurrió (con la sola excepción de los restos del oficial montonero Julio Alsogaray) y vinculó esta conducta en la vergüenza o en una estrategia para luego pedir una indemnización al Estado (“por cada uno se pagó U$S 250.000, por reclamos impulsados por profesionales inescrupulosos de reconocida ideología”, dijo). Esto generó la reacción de familiares de secuestrados, quienes se retiraron de la sala de audiencias, y de los abogados de la querella.
“Agotaré hasta el último de mis esfuerzos para contribuir a la verdad histórica, hoy agraviada, distorsionada, manejada para satisfacer mezquinos intereses. Fui protagonista principalísimo de una epopeya militar. Se estructuró un falso marco histórico, con un supuesto marco de represivo, cuando lo que hubo fue una agresión contra las instituciones. Llevamos a cabo operaciones específicamente militares, en una verdadera epopeya. ¡Qué me hablan de aparato estatal de represión!”, se quejó, entre lágrimas.
Esta fue una de las cinco veces que el ex mandatario lloró. La primera fue al recordar su paso por la provincia en 1966 y 1967, para luego afirmar que los militares no pueden elegir su destino; la última, al reclamar un reconocimiento de lo realizado contra la subversión.
En su extensa intervención, que duró más de dos horas (leyó casi todo el tiempo, como una excepción a la oralidad que domina el proceso), bebió ocho veces sorbos de agua y pidió tres breves cuartos intermedios, en los cuales los médicos del Siprosa controlaron su oximetría y su presión arterial. Si bien se lo vio mucho más firme y enérgico que hace dos años, cuando declaró en la causa Guillermo Vargas Aignasse, estuvo con constante asistencia de oxígeno.
El ex mandatario detalló con precisión y detenimiento las acciones militares y de Gobierno desarrolladas en 1976 y 1977; describió los apoyos de dirigentes políticos al Operativo Independencia; citó numerosos artículos periodísticos de esa época, y reprodujo declaraciones de los jefes guerrilleros Mario Firmenich y Enrique Gorriarán Merlo a medios de prensa, acerca del accionar subversivo, entre muchos otros.
Sin responsabilidad
Exculpó de toda acción militar a los efectivos de las policías federal y provincial, y a la Gendarmería, al puntualizar que sólo intervino el Ejército. Así intentó desvincular a Luciano Benjamín Menéndez (remarcó que no había dependencia con el III Cuerpo) y a los tres policías imputados: Roberto Albornoz y Carlos y Luis de Cándido.
Bussi descalificó a dos de los testigos que están citados en el proceso. Primero aseveró que el ex legislador Alejandro Sangenis había sido contratado como médico y que en esa condición revisó a los detenidos que eran liberados formalmente; luego, cargó contra Juan Martín Martín (lo calificó de “vedette rentada” y de “infiltrado de Montoneros en la policía que entregó a sus propios compañeros”), quien aportó numerosos datos sobre secuestrados, condiciones de detención, torturas y hasta asesinatos en distintos centros de detención, y que protagonizará una de las declaraciones más esperadas.
Mencionó que hubo una pueblada para evitar su traslado en 1977 y destacó los logros electorales alcanzados en la democracia, que se proyectan en la consagración de sus hijos Ricardo (no concurrió ayer a la audiencia) y Luis José Bussi como legisladores.
El ex mandatario reclamó una justicia reivindicatoria de la victoria militar, y denunció que no se respetaron sus derechos procesales judiciales, como el de defensa en juicio. “Me agoté totalmente, no doy más, no voy a contestar preguntas”, finalizó con un hilo de voz, y se negó a contestar preguntas del fiscal federal Alfredo Terraf y de los querellantes. En ese momento, sus seguidores (con su hijo Luis José a la cabeza) rompieron en aplausos.
Por el estado de cansancio que describió, quedó pendiente la parte final de su declaración (una decena más de hojas). El presidente del TOF, Carlos Jiménez Montilla, lo autorizó a concluir su discurso en cualquier momento del juicio.
FRASES DEL EX GOBERNADOR
FACTOR DE TRIUNFO.- Podría haber citado como testigos a cientos de ex soldados del Operativo Independencia. También podría haber colmado esta sala con tucumanos que vivieron y sufrieron mucho más que el resto de los argentinos el terror y el miedo, y que acompañaron a sus fueras armadas. Fueron el factor decisivo de la victoria militar.
CONTRA LOS ORGANISMOS.- Soy víctima de intensas campañas de acción psicológica llevadas adelante por organismos de derechos humanos.
CONFIANZA EN LA CORTE.- El máximo tribunal de Justicia de la Nación ofrece las mayores garantías del independencia del poder político y ningún grado de penetración. En otras instancias están los que ayer eran ideólogos de la subversión y hoy administradores de la Justicia, probablemente en coordinación con algunos querellantes. Pretender llevar adelante este juicio viola el derecho de defensa.
ESTRATEGIA.- Gorriarán Merlo no mencionó nunca la cantidad ni la identidad de sus militantes muertos en combate, para poder después denunciarlos como desaparecidos y cobrar futuras indemnizaciones. Los enterraban en fosas comunes en el monte, o se los tragaba la vegetación.
LUCHA ABIERTA.- El combate de El Cadillal fue el más importante y extenso; si no hubiésemos vencido, todo habría sido más difícil.
AÑOS FELICES.- Fui jefe del regimiento 19 de Infantería en 1966 y 1967, el período más feliz de mi vida militar y familiar.
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