lunes, 23 de noviembre de 2009

Por algún lado hay que empezar (2da. Parte)

Por: César Ramón Cuello


“Somos hermanos; queremos ser nación". Nunca mejores palabras que las expresadas por nuestros curas en estos tiempos que corren Si la respuesta al título de la nota es muy fácil de expresar pero muy difícil de experimentar, dar el primer martillazo en el clavo es necesario y oportuno. Aquellas palabras son el primer martillazo. Y han dado en el clavo.


Ser Nación equivale a que los argentinos estemos regidos por un mismo gobierno, que debe regirse por leyes aceptadas y observadas por todos.
Ser Nación equivale a convivir bajo el amparo de esas leyes sin actuar por sobre ellas, aunque con el derecho de poder interpretarlas.
Ser Nación equivale a poseer una particular cultura con valores que identifican.
Ser Nación equivale a haber acumulado, y utilizar cotidianamente, la sabiduría y la experiencia de los Fundadores de la nacionalidad y los Sucesores, con reserva del examen crítico al que habilita la libertad.
Ser Nación equivale a haber elegido un modelo para aplicarlo a la manera de vivir y el camino donde experimentarlo.
Ser Nación equivale a poseer la grandeza de volver al camino elegidos si se advierte un desvío.


Dos grandes nos legaron el fruto de su trabajo, de su estudio, de su sabiduría, para diseñar el modelo de Argentina: Alberdi y Velez Sarfield.
El primero con las Bases para dar forma a la Ley Fundamental.
El segundo con el Código Civil para determinar la relación de los habitantes entre sí y de los habitantes y las cosas.
En las dos obras se nos evidencia el milenario acervo cultural de la humanidad a través de la organización social y económica que propusieron. Rescataron experiencia humana remota y cercana. Especialmente los resultados de los cuatrocientos años que les precedieron. Por otra parte, se pone en evidencia también la concordancia del espíritu y la naturaleza de las leyes que elaboraron, con la realidad demográfica, étnica, geográfica, de los argentinos y la plena observancia del derecho natural. A ellos apelaron los Sucesores de los Fundadores y sobre la base de aquel legado fueron determinando los perfiles del Modelo Argentino.


Un modelo en el cual están claramente definidos y establecidos los fundamentos del régimen político volcados en la Constitución de 1853:


• La libertad en todas sus expresiones (de trabajo, de navegación, de comercio, de prensa, de residir y transitar, de asociación, de culto, de enseñanza, de petición)


• La protección de la propiedad privada y la inviolabilidad del domicilio, la persona y el correo


• La libertad total en los asuntos privados.


• La igualdad ante la ley


• La prohibición de conceder la suma del poder público


Y atendiendo al aserto bíblico de sembrar buena semilla en tierra fértil, se obtuvo el fruto que fue el Código de Velez. Desde la sabia y obligatoria institución del “heredero forzoso” (1) hasta la definición del matrimonio como la unión de un hombre con una mujer, la obra de Dalmacio se unió a la de Juan Bautista para echar las bases de la fortaleza social, económica y jurídica de nuestra Patria. La Ley 1420 de Instrucción Pública, que tuvo influencia decisiva en la formación de varias generaciones de argentinos, fue el complemento lógico del impulso que tuvimos con la Generación del 80.

Se sembró buena semilla en tierra fértil pero no se continuó con el cultivo. Hoy aquella fortaleza se advierte deteriorada por el vapuleo al que se ve sometida, provocando el peligro de la desnaturalización del espíritu esencial de la nacionalidad, el peligro de no ser Nación.


Es notable que los Sucesores dignos de destacar, tales como los presidentes Avellaneda, Mitre, Sarmiento, Roca, Pellegrini, congresales como José Manuel Estrada, Aristóbulo del Valle, Belisario Roldán, Lisandro de la Torre, jamás hablaron sobre los pobres como hoy escuchamos hablar, con el sospechado tinte de un discurso demagógico.
Los nombrados y todos los que estaban en la misma línea de patriotismo a la manera de Montesquiú, que no fueron pocos, se refirieron al futuro de la Nación, que había que construirla con tiempo y trabajo, como propusiera el Piloto de Tormentas del Año 90.
No se concebía la pobreza aunque el país todavía no era lo suficientemente rico. Faltaba aún crear la riqueza para que el tiempo nos encontrara siendo una gran Nación. Pero los Sucesores estaban en eso y hacia ese destino intentaron conducir al pueblo argentino. Las palabras que en 1889 pronunciara Belisario Roldan al jurar la bandera los conscriptos, son una expresión de lo que pensaban los Sucesores:


“Opulenta y triunfal, la República habrá cerrado los brazos, que hoy abre a todos los vientos, para estrechar entre ellos a la bienvenida caravana inmigratoria; el suelo, palpitante y fiel como una esposa, seguirá rindiendo, en el intercambio fecundo de productos y sudores, a razón de una espiga por cada gota…; una selva de mástiles cubrirá el Plata, tendido a los pies de Buenos Aires, celoso y temible como un guardián; asomándose al Atlántico, emporios deslumbradores alzarán en la costa argentina el prestigio ruidoso de sus actividades; el litoral pletórico exhalará como un vaho de victoria; las minas del norte habrán incorporado el tesoro de sus filones a la gran riqueza nacional; y la colonia donde ayer la tribu; donde la Pagoda el Templo; donde el pajonal la floresta, donde la nada el todo, y allá en el pincelazo dorado de los trigales; y allí el oleaje grávido de las espigas; y la llanura proficua y el bosque ubérrimo y la selva ondeante, y ni una sola vara de tierra escapando a la rúbrica bendita del arado; y una gran raza de selección poblando hasta el confín más remoto, y un himno al trabajo, que tendrá una estrofa por cada estado, brotando del conjunto sonoro; y los Andes , bajo la cabeza cana de sus nieves eternas, presidiendo como estatuas de abuelos la explosión triunfal de muchos millones de energías; y cubriéndolo todo, esa misma bandera que acabáis de jurar y de la que podrán decir nuestros descendientes agitándola ante el Plata: ¡eh aquí, hombres del mundo, el pabellón del pueblo más libre de la Tierra!”


También lo son las palabras de don Eleodoro Lobos, quién fuera ministro de Hacienda y de Agricultura de la Nación, impulsando una manera de vivir:


“La propiedad individual es un régimen impuesto para bienestar de las sociedades, como causa del trabajo libre; a ello debemos aspirar nosotros, a fundar las instituciones económicas y políticas en aquella hermosa verdad según la cual la responsabilidad individual es y debe ser la vida y fuerza de las naciones”



Aunque fuere redundante y hasta grosero es preciso detallar de qué manera los fundamentos y las instituciones de nuestra estructura social, económica y legal han sido dejados de lado.


El grado de deterioro social es casi ya insoportable con indicadores que han hecho que se encienda la luz roja del peligro de disolución:


• En el pueblo la pobreza sino ya la miseria ronda en casi el cincuenta por ciento de los habitantes


• La falta de puestos de trabajo y la desocupación se tornará estructural al paso que vamos


• El sistema de instrucción y salud públicas no responde a las exigencias de la excelencia que supimos poseer


• La inseguridad personal y patrimonial alcanza ribetes de catástrofe con policías sospechados de corruptos


• La justicia tiene como emblema a la corrupción de los jueces


• El sistema político está acusado de enriquecimiento ilícito, extorsión y chantaje de funcionarios “desde el primero hasta el último”,


• Parte importante del empresariado está señalado como prebendario


Además estamos en una situación de haberse asumido la suma del poder público por parte del PEN. Si recorremos la historia de nuestro país y de la humanidad en toda su extensión, podemos observar la tragedia que ello significa. Corremos el riesgo de que nos acontezca lo que ya nos aconteció más de una vez. Conocemos los resultados de la suma del poder público: persecución, cárcel, exilio y muerte de los opositores al gobierno..


“A esto lo arreglamos entre todos o no lo arregla nadie” dijo Perón en 1974, cuando regresó de su exilio. Por ello, es hora de que nos pongamos de acuerdo. Porque nos permitirá abordar con más eficiencia y eficacia la gestión de volver al camino que nos señalaran los antepasados, para encontrar el lugar por donde empezar, para revertir la situación. En la seguridad que al igual que en la parábola del Hijo Pródigo, Argentina, esa Patria nuestra, abrirá sus brazos otra vez para recibirnos y en su seno construir día a día lo que será nuestro legado para futuras generaciones. Recurramos para ello al autor de las Bases que nos dijo “debemos mejorar la sociedad para obtener la mejora en el poder, que es su expresión y resultado directo”.


El planteo siempre fue obtener la riqueza suficiente. Se busque por donde se buscare, siempre se encontrarán en las palabras y acciones de los que empezaron a construir la Nación, la firme disposición para orientarnos hacia la organización social y el trabajo fecundo, con el fin de obtener los recursos para vivir mejor.


¿Por qué siempre es necesario poseer recursos?


• Para que las familias puedan acceder a una vivienda digna, alimenten y eduquen a los niños y jóvenes;


• Para que los docentes en todos los niveles reciban remuneración digna y desarrollen su tareas en una infraestructura que los albergue adecuadamente


• Para generar puestos de trabajo que induzcan un valor cultural en tal sentido y que aleje a los ciudadanos del delito


• Para poseer una policía bien pagada y bien equipada que asegure velar por la seguridad


• Para pagarle bien a médicos, enfermeros y auxiliares de la salud y poseer la necesaria infraestructura sanitaria


• Para remunerar bien a los jueces con el objeto de evitar su corrupción


• Para que los funcionarios no necesiten delinquir para mejorar su calidad de vida


• Para proveer a la investigación y desarrollo


Pero, para poseer recursos es preciso disponer de un aparato productivo que los facilite. Los argentinos no tenemos producción ni productividad en cantidad y calidad suficientes que nos permitan subvenir las necesidades que hemos señalado. Estamos sobrepasando apenas los cinco mil dólares de producto bruto anual por habitante, cifra que comparada por aquellos que han logrado los mejores resultados es apenas una nimiedad. Noruega, por ejemplo, llega a una cifra que supera los cincuenta mil.


En consecuencia, están demás, son absolutamente inútiles, todas las “luchas” sociales provengan del signo político o sindical de donde provinieren, para obtener las mejoras en la calidad de vida que se pretenden. Mientras sigamos en el nivel de pobreza que exhibe nuestra economía la tan mentada “distribución de la riqueza” no será sino una simple “distribución de la pobreza”, sacándonos unos a otros lo poco que tenemos. No deja de ser una “tilinguería” en la medida que continuemos creyendo tener lo que no tenemos y ser lo que no somos.


Debemos aprender de nuestros mayores, que luego de cuarenta años de luchas intestinas, se pusieron de acuerdo en 1853 para empezar a recorrer un camino. Tenemos que nuevamente ponernos de acuerdo. Debemos volver a empezar.


Ese acuerdo debe residir en determinar el modelo, la manera de vivir y los valores que regirán nuestro destino.
Al decir de Natalio Botana, debemos ponernos de acuerdo en el diseño que tenga en cuenta y respete la dignidad humana e imponerlo y termine siendo hegemónico.
Como lo intentaron los Fundadores y los Sucesores en el Siglo XIX. Cuyo numen debe inscribirse con letras a fuego en nuestras leyes. Y no permitir que se cabalgue sobre ellas, como hacen los déspotas, sino convivir bajo su amparo.
Lo demás viene por añadidura. Porque de lo contrario seguiremos viviendo en la nebulosa de un sistema híbrido, sin forma determinada, sin resultados positivos, sin rumbo. Es que cuando no está fijado el rumbo ningún viento viene bien, aunque “sea de cola”. Y porque “cuando un pueblo legisla contra la naturaleza de las cosas la ley pierde toda autoridad y el orden jurídico se vacía de contenido”. (Editorial La Nación 14/11/09)


Debemos asumir la obligación de no dilapidar la herencia cultural de la humanidad que trajeron los primeros en afincarse en estas tierras y posteriormente los inmigrantes en su bagaje. Para ello debemos enlazar, utilizando la combinación tiempo/trabajo que exige el éxito, el interés individual, la creatividad, la libertad y la conciencia de pertenencia a un pueblo organizado. Así, poco a poco, porque no existen fórmulas mágicas, podremos alcanzar la prosperidad. Basándonos "en el diálogo y en la búsqueda de consensos y acuerdos" como expresaron los Obispos.


Como lo mejor es empezar por el principio, el planteo es discutir sobre si la letra de nuestra Ley Fundamental es el mejor texto disponible o si hay que introducirle modificaciones para que, siendo como es, el punto de partida de la organización social, realmente cumpla con estar al servicio del armónico desarrollo socio económico.
Es absolutamente imprescindible que el cuerpo constitucional constituya la plataforma de lanzamiento para cumplir con todos los propósitos que se enumeran en su preámbulo. Es posible que con las modificaciones introducidas, especialmente las de 1994, se haya desnaturalizado totalmente la concepción federal y republicana de Alberdi y dejado en el olvido la necesidad de trabajar duro por un destino mejor por cuanto:


• Suena a utopía pretender garantizar ciertos logros que más bien debe ser conquistas del trabajo y el esfuerzo personal de los habitantes. Que se ofrecen en abstracto y como algo que el Estado por sí pudiera brindar como un maná a una población que, esperando soluciones casi mágicas, encajaría fácilmente en la teoría de la Rebelión de las Masas de Ortega y Gasset, ya que con ello se desvirtúa el concepto del propio esfuerzo para obtener resultados.


• La constitución del Senado ya no responde a la representación de las unidades políticas (provincias) que conformaron la Confederación Argentina. La concepción alberdiana consistía en que dicho cuerpo legislativo respondía a la representación de cada una de las provincias y por lo tanto el poder político de cada una de ellas (las legislaturas) tenían a su cargo la designación de los representantes. El hecho de elegir a los senadores mediante el mismo sistema que el aplicado para los diputados, no solamente desnaturaliza el sistema por falta de representatividad política federal, sino que hace inútil la existencia del sistema bicameral con un costo social rayano en la estupidez.


• La concentración en el PEN de la recaudación impositiva, institucionalizada mediante la coparticipación, invalida todos los preceptos sobre federalismo. Este consiste básicamente en reconocer el derecho y el deber de ejercer la autonomía en los gobiernos propios de cada comunidad donde es posible ejercer el control para evitar la corrupción y el ejercicio despótico del poder. El despotismo conduce directamente a la eliminación de la libertad (individual, patrimonial, de prensa, de comercio, etc.) y no tiene vigencia la elemental concepción en la administración pública: “el que recauda puede gastar y el que gasta debe recaudar”. Debemos evitar los mecanismos que facilitan la concentración de poder y menos el de manejar considerables masas de fondos en sistemas centralizados por cuanto conducen al despotismo.


• La facilidad que otorga nuestra constitución a los congresistas y en su caso al PEN para intervenir en el gobierno de las provincias es otro de los elementos que desconoce la vigencia del federalismo. Es penoso observar que todas las veces que ello se produjo se esgrimió como justificativo el hecho de preservar la vigencia del republicanismo, la libertad y atacar y eliminar la corrupción. Sin embargo nunca la intervención federal produjo resultados de los cuales hoy podríamos estar satisfechos. La historia nos muestra que todo fue inútil. Con el agravante que en cada oportunidad no se permitió ejercer el derecho de la autodeterminación y el deber de cada comunidad de resolver por sí sus problemas. A todo lo cual se debe sumar el costo financiero que deben soportar los habitantes con cada intervención federal, que contribuye a deteriorar cada vez más el patrimonio social.


• Es posible afirmar que cada vez que se modificó el texto constitucional se hizo a espaldas del pueblo. El sistema para hacerlo oculta las verdaderas intenciones de los constituyentes toda vez que no se conoce de antemano la modificación que se pretende. Tampoco se reconoce el federalismo en este aspecto. No son las provincias de la confederación las que aprueban las reformas. Para que ello sea así el Congreso debiera proponerlas y una proporción verdaderamente representativa de legislaturas provinciales aprobarlas, ya que ellas son la verdadera expresión federal de la elaboración de leyes, Es posible afirmar entonces, que el sistema que propone el texto constitucional para su reforma es sumamente costoso, no responde a la concepción del federalismo y fácilmente puede ocultar engaños. El pueblo argentino, que le proporciona consistencia a la Nación, no pudo imaginarse jamás que en 1994 se iba a modificar el sistema de elección de presidente, de senadores, aumentar sin razonabilidad alguna el número de senadores, institucionalizar la concentración de la recaudación impositiva en el gobierno nacional y la perniciosa reelección presidencial. El pueblo argentino fue quizás el peor de los estafados.


• Está totalmente desvirtuada la más clara expresión de federalismo al haberse dispuesto la eliminación del mecanismo de elección de presidente en manos de las unidades políticas (provincias) mediante el sistema de Colegio Electoral.


• La obligatoriedad del voto conspira contra la libertad de los ciudadanos y produce un deterioro en las finanzas públicas que es posible evitar. No hay ninguna razón valedera, lógica y material, para obligar al ciudadano a votar. La libertad de pensamiento garantizada por la Constitución y el don del libre albedrío debe ser respetado porque de lo contrario estaríamos avasallando un derecho en su doble versión de natural y legal.


Debemos ponernos de acuerdo en determinar:


• Si la Carta Magna debe ofrecer, en un texto simple de redacción clara, una organización social que garantice básica y totalmente la libertad en todos los aspectos que contenía la de 1853 y no contener declaraciones demagógicas prometiendo proveer, a título de falacias, lo que cada uno y todos los ciudadanos deben obtener con su trabajo, su dedicación, su estudio, su esfuerzo


• Si la Carta Magna debe contener los lineamiento económicos propuestos por Alberdi con libertad de comercio, economía de mercado, apertura al mundo o permitir la hibridez que ofrece el sistema al cual estamos hoy sometidos


• Si la Carta Magna debe establecer que la elección del Presidente de la República sea resorte de las provincias en calidad de estados soberanos de la Federación como estaba establecido a partir de 1853 (Colegio Electoral) o si se mantiene la actual manera que deja de lado el concepto de federalismo


• Si la Carta Magna debe preservar los conceptos federales y republicanos y por ello determinar que los miembros del Senado sean representantes de los Estados de la Federación, elegidos por las Legislaturas Provinciales o mantener el número y la manera actual de elegirlos que desnaturaliza el sistema


• Si la Carta Magna debe prohibir la intervención a los estados federados, salvo requisición, para que sean los propios pueblos los que solucionen sus problemas, ya que no existen antecedentes que intervenciones lo hayan procurado y porque en la mayoría de las veces que ocurrió una intervención se debió a patrañas de minorías para arrebatar el poder


• Si la Carta Magna debe reformarse conociendo “a priori” el pueblo las reformas propuestas o haciéndolo mediante enmiendas que el Congreso proponga y luego aprueben las Legislaturas Provinciales respetando el principio de federación o por el contrario, mantener el mentiroso método actual.


• Si la Carta Magna debe prohibir la recaudación impositiva directa por parte del Gobierno Nacional o si deben hacerlo las provincias para subvenir necesidades sociales aplicando el criterio “el que recauda gasta y el que gasta recauda” para evitar el despotismo de la centralización


• Si la Carta Magna debe permitir o no la reelección en todos los niveles electivos (Presidente, gobernadores, legisladores, concejales)


• Si la Carta Magna debe establecer que las provincias deben dictar constituciones que establezcan que lo municipios asuman responsabilidades vinculadas con la seguridad, la justicia, la instrucción pública, la salud, para ajustar la vida social a los principios de la democracia que significa “gobierno de los pueblos” o seguir dependiendo las comunidades de la voluntad perniciosa de los gobiernos centralizados.


El corolario deberá ser proveerse de los valores que dignifican al ser humano, es decir, que los argentinos nos acerquemos cada vez más a los conceptos honradez, veracidad, libertad y patriotismo. Es quizás la tarea más difícil. Pero debemos empezar y hacerlo en paz. Sin recurrir a la fuerza. Porque la fuerza es el derecho de las bestias.

(1)"La sabiduría de Velez" en el Blog "Conapas" -





1 comentario:

  1. Unica CONSTITUCION LEGAL es la de 1949...y a no hacerse los distraidos...

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