POR ROSENDO FRAGA
A dos décadas de la caída del Muro de Berlín, podemos plantear tres preguntas: si se sabía lo que iba a suceder en los círculos políticos, intelectuales y de gobierno, qué papel jugaron los precios de la energía y si existe hoy nostalgia del comunismo.
CIUDAD DE BUENOS AIRES (NuevaMayoría). A dos décadas de la caída del Muro de Berlín, nos plantearemos tres preguntas sobre este acontecimiento histórico: la primera es si se sabía lo que iba a suceder en los círculos políticos, intelectuales y de gobierno; la segunda, qué papel jugaron los precios de la energía en este hecho; y la tercera, si existe hoy nostalgia del comunismo, sobre todo en aquellos países que lo vivieron.
¿Se sabía lo que iba a suceder?
En la tarde del 9 de noviembre de 1989 caía el Muro de Berlín. Un hecho social espontáneo, en el cual la gente, antes que la dirigencia, fue el gran protagonista.
Esa noche me encontraba comiendo con un grupo de argentinos en la Embajada de la entonces República Federal de Alemania en Buenos Aires. Una coincidencia hizo que una reunión convocada para cambiar opiniones sobre la situación de la Argentina, cuya economía entonces se encontraba a cuatro meses de la primera hiperinflación y a dos meses de la segunda, trocara rápidamente en una ansiosa conversación acerca de lo que había sucedió en Berlín sólo horas antes.
El embajador Herbert Limmer -un brillante diplomático que llegó a conocer en profundidad las ambigüedades, contradicciones y complejidades de la Argentina- improvisó unas palabras, en las cuales expresó su clara percepción sobre la trascendencia de lo que acababa de suceder, señalando que la gran cuestión pasaba a ser los tiempos con los cuales se iría dando la reunificación alemana.
Preguntado en esos días acerca de lo que acaba de suceder, Zbigniew Brzezinski -que había sido el titular del Consejo de Seguridad en al última Administración Demócrata que había ocupado el poder en los EEUU hasta entonces- dijo: "Yo sabía que esto iba a pasar, pero nunca pensé que iba a suceder tan rápido".
El mismo Mikhail Gorbachov, en junio de 1989, durante una visita que realizaba a la República Federa de Alemania, al ser interrogado por un periodista acerca de cuando sería la reunificación del país, respondió que sería una cuestión que probablemente se resolvería "En el siglo XXI".
A fines de los ochenta, en los think-tank occidentales predominaba el diagnóstico de que occidente estaba ganando la Guerra Fría, dada la incapacidad de la URSS de modernizar su economía para hacerla más competitiva.
Además, el análisis político planteaba con realismo historicista. que los países que caían bajo el régimen comunista nunca habían logrado salir del mismo, mientras que esto podía suceder con los gobiernos de facto o dictatorialotes de la Europa Mediterránea y América Latina, como había sucedido en los setenta en el primer caso y en los ochenta en el segundo.
Se estimaba que, en caso de darse la salida del comunismo, sería un proceso gradual en décadas, el que podría culminar en una fecha aproximadamente como la actual, es decir, veinte años más tarde que cuando sucedió.
Quizás este tipo de pronóstico se basaba en la estrategia con la cual el gobierno soviético, presidido por Gorbachov, pensaba inicialmente administrar la "Perestroika", denominación que tenía su proyecto reformista.
La espontaneidad y velocidad con la cual cayó el Muro de Berlín tuvo consecuencia inmediatas. Aceleró la democratización de Europa del Este e hizo irreversible el cambio en la URSS, además de influir en el amplio mundo comunista euro-asiático, que se desplegaba desde el Báltico hasta la frontera de Rusia con China.
También fue el disparador de otros procesos: la llamada Revolución de Terciopelo en la entonces Checoslovaquia, la caída del sangriento régimen de rumano, el fracaso de la reacción del comunismo soviético ortodoxo para frenar el proceso de reformas y la forma incruenta con la cual se disolvió las URSS.
Las consecuencias de este hecho se proyectaron a todo el mundo, pero impactaron especialmente en dos actores globales: en Alemania permitió la reunificación, con lo cual se consolidó como el primer país de Europa en PBI y población, algo que las potencias ganadoras en la Segunda Guerra Mundial cuarenta y cuatro años antes, habían decidido impedir para siempre. Para la URSS, significó su disolución y sustitución por quince naciones diferentes, la mayor de las cuales pasó a ser la Federación Rusa.
¿Cuánto influyeron los precios de la energía?
En aquel momento pensé que el fracaso de la URSS en la guerra de Afganistán, el efecto del hoy llamado "poder blando" de occidente sobre los habitantes del mundo comunista y el fracaso del sistema económico estatista en adaptarse a las condiciones cambiantes de la economía mundial, habían sido las causas que convergieron para producir el fracaso del del bloque soviético, del cual la caída del Muro fue quizás su señal más significativa.
Este había construido en 1961, una época en la cual el ejército de la URSS entraba en Europa Central y del Este para sofocar en forma cruenta las protestas que se producían contra los regimenes satélites de Moscú. Moscu tenía capacidad política, económica y militar para imponerse.
Rusia era y es un país con grandes recursos naturales, especialmente en energía, tanto en petróleo como en gas.
El precio del primero al momento de caer el Muro, promediaba los 20 dólares, habiendo llegado a ser incluso más bajo en algunos momentos.
¿Hubiese caído el comunismo entre fines de los ochenta y comienzos de los noventa si el petróleo hubiese tenido el precio de hoy, es decir, 80 dólares?
Probablemente, con el precio actual del petróleo la URSS hubiese tenido capacidad económica para seguir financiado su ineficiencia por varios años más y ello posiblemente hubiera demorado también la caída del Muro y la desaparición del comunismo.
Cabe destacar que el colapso del sistema comunista en occidente y el derrumbe de la partidocracia en Venezuela, que dio origen al liderazgo de Chávez, tienen lugar al mismo momento en términos cronológicos.
Es que el bajo precio del petróleo afectó la estabilidad de los regímenes políticos que se sustentan en los ingresos de su exportación.
No es que con el precio actual del petróleo el comunismo no hubiera fracasado, sino que seguramente el proceso de cambio hubiera sido gradual y conducido desde el poder.
Es decir, más al estilo del cambio del comunismo asiático, como son los casos de China y Vietnam, que primero realizan la reforma económica hacia el capitalismo y postergan sin fecha la posibilidad de reformar el sistema político autoritario de partido único.
¿Es importante la nostalgia del comunismo?
Los veinte años de la caída del Muro tienen lugar el mismo año que el mundo en general, y Europa en particular, sufre la peor recesión y el mayor aumento de desempleo desde la Segunda Guerra Mundial.
Este año la economía mundial cae 2,5%. La Eurozona lo hace más: 3,6%. Pero Europa Central y del Este -llamada en los mercados la Europa emergente- cae aún más 5,3% y Rusia llega al extremo: 8,7%.
Es decir, que la Europa ex comunista es la región del mundo cuyo PBI más cae a consecuencia de la crisis global, supuestamente gestada por los excesos del capitalismo y la falta de regulación por parte de gobiernos y organismos financieros internacionales.
Además, en la actualidad sigue persistiendo una fuerte brecha en el ingreso y la calidad de vida entre lo que era la Europa capitalista y la comunista de aquella época.
No sólo hay diferencias entre Rumania y Bulgaria, por un lado, y el Reino Unido y Francia por el otro, es que el PBI per cápita de la Europa desarrollada es entre cinco y siete veces más que el de la Europa emergente.
En Alemania, pese a que transcurrieron veinte años de la caída del Muro y que los estados de la ex República Democrática Alemana se han integrado plena y rápidamente en una Alemania unificada, la brecha entre Este y Oeste se ha achicado en forma significativa, pero todavía sigue siendo relevante.
Por su parte, los estados de la ex República Federal Alemana que han financiado la reconversión de la Alemania Democrática o comunista, siguen mostrando una dinámica de crecimiento mayor.
Si hay un momento a lo largo de las últimas dos décadas en el cual la nostalgia del comunismo debiera darse -al estilo del film alemán Good Bye Lenin-es en este año de 2009, cuando la crisis global proyecta sus consecuencias en forma impiadosa sobre los países de la Europa emergente.
Pero en este contexto, las elecciones realizadas en estos mismos países en los últimos meses muestran que los ex comunistas, que representan el retorno al régimen del pasado, no han logrado resultados electorales significativos
En el caso de Alemania, Merkel tuvo una clara victoria que le permite armar una coalición de centro-derecha, pactando con los liberales y ya no con los socialistas, para hacer un gobierno de centro-derecha que comienza anunciando una baja de impuestos y visitando a Obama para ratificar la alianza estratégica entre Washington y Berlín.
En los países de Europa Central y del Este han caído algunos gobiernos de centro-derecha, pero el retorno al comunismo no es opción para nadie, como se hace evidente en las ex repúblicas soviéticas ubicadas en occidente, como Estonia, Letonia, Lituania, Ucrania y Georgia.
Si los nostálgicos del comunismo no han logrado aprovechar los efectos políticos de la desvastación que sufre la región por causa de la crisis de 2009, difícilmente lo logren en los próximos años, cuando la economía global retomará al crecimiento en forma sostenida.
Conclusión
A veinte años de la caída del Muro, es claro que lo más sorprendente no fue lo sucedido, sino la rapidez con la que sucedió, siendo un hecho precipitante de la democratización en Europa Central y Oriental y la disolución de la URSS. La Perestroika de Gorbachov contribuyó a crear las condiciones para la caída del Muro, pero ésta, a su vez, operó como un precipitante de la disolución de la URSS.
Visto retrospectivamente, si bien el derrumbe del comunismo -fenómeno global en el cual se inscribe la caída del Muro- fue consecuencia de múltiples causas, convergiendo el fracaso militar soviético en Afganistán, la atracción del "poder blando" de Occidente y el fracaso de la economía estatista, la caída en los precios de la energía jugó un rol decisivo, ya que puso en evidencia dicha situación. Probablemente, con los precios de la energía de hoy, la democratización de la Europa comunista por lo menos se hubiera postergado, o tenido lugar más adelante en forma gradual.
Si bien 2009 es el peor año de Europa en términos de actividad económica, ingresos y empleo desde la Segunda Guerra Mundial, y la caída del PBI en la Europa emergente duplica a la del mundo y la de Rusia la triplica, la nostalgia por el comunismo no es un fenómeno importante ni significativo, como lo muestran las últimas elecciones en la región y en particular en Alemania.
Cuando cayó el Muro, hubiera sido difícil pronosticar que veinte años después, una mujer simple que vivía en la Alemania Comunista sería hoy la jefa de gobierno del país unificado y además una de las estadistas más importantes del mundo.
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