domingo, 11 de octubre de 2009

El precio de la canción

Mercedes Sosa siempre me encantó. Lamento discutir algunas razones por las cuales se la recuerda.
Hubiese preferido que siguiera siendo en mi memoria “la Argentina en carne de mujer”.

Por Juan Carlos Sánchez Dodorico

La conocí en casa de Don Fernando Portal fundador de Los Cantores del Quilla Huasi, autor de medio centenar de canciones grabadas por él mismo o por intérpretes famosos entre ellas la ganadora del premio Odol de la Canción, “Pastor de Nubes” cantada por “Las Voces Blancas”. En esa casa situada en calle Balcarce a pocas cuadras de la actual redacción de PyD también compartí y fecundé la amistad de entre otros Orlando Veracruz, Miguel Angel Morelli, Manuel Castilla (con quien compuse algunas canciones), Ernesto Cabeza la primera guitarra de Los Chalchaleros, Los Tucu Tucu, Santos Tala, Víctor Velazquez, Jorge Cafrune, Antonio Reyes (prolífico autor que silbaba sus composiciones y tío del actual camarista penal del mismo apellido), Claudio Monterrío, Pablo Rodríguez (gran poeta entrerriano cuyo rastro perdí desde que se mudó a Usuhaia).

En esa casa del folklore aprendí a cantar completando mi preparación iniciada con Roberto Fernández Vissi, el legendario Tita Fervi, en el conservatorio musical de su esposa Emeralda.
Allí nacieron mis primeras canciones estrenándome como poeta y músico nunca de relieve pero entretenido en el oficio gracias al cual transité alegremente unos cuantos años de mi vida. Allí aprendieron a tocar la guitarra y a cantar muchos jóvenes santafesinos y entre ellos no puedo dejar de recordar a María Susana Crespo que compartió y entusiasmó mi vida durante aquellos años primerizos en el canto y la guitarra o a Mario Díaz que sigue difundiendo nuestra música con experto estilo de conocedor y a muchos otros con quienes me cruzo, ya abuelos o abuelas, por las calles de Santa Fe.
Allí, en esa casa, conocí a “La Negra” y me encantó, me deslumbró.
Era Argentina en carne de mujer.


En un video publicado luego de su muerte escucho decir a Mercedes Sosa que tuvo otros embarazos posteriores a su hijo vivo pero que prefirió la canción y agregó que era duro perder un hijo voluntariamente.
Quien encantó la vida, quien cantó a la vida y le dio gracias, prefirió matar para cantar. Muy caro el precio de la canción.
Escribo esto decepcionado pero obligado como humilde legado a mis hijos y a los hijos de quienes lo lean y quieran transmitir este mensaje.

En un tiempo fui folklorista, canté como solista la Misa Criolla de Ariel Ramírez y Félix Luna y fui el primero en hacerlo, me siguió el Zamba Quipildor, otro amigo y muchos otros; representé a la Secretaría de Cultura de mi provincia en cientos de festivales, actué en teatros importantes como el Municipal de Santa Fe y otros que no recuerdo, canté junto a grandes como el mencionado maestro y amigo Fernando Portal o Jorge Cafrune o acompañado por la guitarra de Elio Moreyra, Mario Sosa, Poroto Mehaudi o Ernesto Cabeza o por el bandoneón de Lionel Manfrín. Muchas veces subí al escenario con Juan Arancio que dibujaba durante el recital.
Pero fui, ahora canto en el baño, a puertas cerradas y si todos salieron de casa llevándose el perro.

Conduje programas folklóricos desde distintas emisoras, la primera Radio Nacional Santa Fe y participé de encuentros internacionales sobre folklore con ponencias e intervenciones. O sea: Algo del tema folklórico se...
...Y lo principal fue que para cantarle a la tierra primero hay que aprender a amar y defender la vida que vive sobre ella.
Para esa vida es tierra. Para esa vida es Patria.

No discutiré la opción política de Mercedes Sosa, la libertad vale; discuto sí que tal opción signifique promocionar políticas de muerte.
No se si ella fue realmente una militante de la izquierda marxista o simplemente una oportunista –brillante- de la ola izquierdista como tantos otros. Alguna vez escribí que “Mercedes no engorda más porque el partido no se lo permite” porque no creo en los revolucionarios ricos, son siempre funcionales a algunos de los imperialismos, a las internacionales del poder y el dinero, a la sinarquía. Encuentran el nicho desde donde crecer e instalarse y nada más.
Y que una mujer sea recordada porque dio “gracias a la vida que le ha dado tanto...” y que confiese haber matado para cantar sin impedimentos (una vida humana nada menos como precio) es contradictorio, una falsedad existencial. A partir de eso comienzo a dudar de la totalidad del mensaje, todo se perturba, se hace irreconocible. A partir de eso también la opción política de Mercedes enamorada de Cristina de Kirchner y apoyando a este gobierno pro muerte, mentira e indignidad, profundiza mi rechazo hacia los Kirchner. Si quien los apoya mata para cantar y miente su agradecimiento a la vida que no se atreve a dar completando su embarazo, el elogio es un epitafio.

Por eso desearía no haberme visto obligado a escribir estas líneas y lo hago con tristeza.
Demoré en hacerlo para madurarla. Mercedes Sosa seguirá siendo para mi la Argentina en carne de mujer sin que crea en su mensaje, sin que crea en ella. Me quedo con su voz y su excelencia artística aunque en la carne de una mujer incompleta.

Y al final de la nota descubro que ni siquiera así podré guardarla, porque mi Argentina no es una mujer incompleta, porque mi Argentina no mata, matan quienes viven en ella, quienes la gobiernan, quienes se salvaron de ser abortados, quienes sobreviven demasiado bien a la exclusión.

Y porque jamás habrá una Argentina completa sin Cristo y sin María a quienes Mercedes Sosa rechazó hasta que el P. Farinello, en su lecho de muerte, parece haberlos reconciliado. Ojalá.


E-mail del autor zschez@yahoo.com.ar
07 Oct 09

Contáctenos politicaydesarrollo@gmail.com

10-10-2009

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