miércoles, 16 de septiembre de 2009

Los sindicatos: Ejemplos de capitalismo salvaje

Por Juan Carlos Zulaica

La expresión “capitalismo salvaje” fue tomando forma para definir un modelo que, basado en ideas liberales, nada tiene que ver con su origen sino más bien, arrancaba de un estado de situación ambiguo en el que el Estado (los Estados) fueron abandonando sus responsabilidades.

Para ir aclarando. El liberalismo no es “un mercado”. En un Estado organizado, es la suma de las libertades individuales de quienes lo componen, más sus responsabilidades individuales y, en nuestra Argentina, con un gobierno republicano (reforma constitucional 1994 mediante), con poderes independientes y con funciones específicas a cumplir.

Cuando esas libertades y responsabilidades individuales son aplicadas a intereses económicos, ahí surge “el mercado”. Los individuos activándolo y el Estado fijando reglas (pocas) claras. Los excesos los regula el mercado y los delitos los castiga el Estado.

El Estado debe tener un proyecto para todos. Para nosotros, los que habitamos este suelo, está escrito en la Constitución Nacional.

Todos podemos y debemos llevar adelante ese proyecto: trabajando, estudiando, creando, en fin, llevando adelante nuestras vidas. Haciendo todo lo que la libertad y la responsabilidad individual nos permite. Generando riqueza (bienes) que el mercado toma.

Dentro de ese mercado, hay actividades que el Estado debe reservar para sí por dos razones. Unas porque hay un interés especial que justifica que el Estado las lleve a cabo y otras que, siendo necesarias para desarrollar el proyecto de país, deben ser realizadas aún a pérdida (y por eso ningún particular se ofrecerá a realizarlas) pero eficientemente.

¡Ah! Los sindicatos. El Estado delegó, no se sabe bien ni cómo ni cuándo, en las obras sociales sindicales la atención de la salud. Y por estos días nos enteramos de medicamentos falsificados, vencidos, entregados a los pacientes por fuera del control farmacéutico, la atención de enfermedades costosas mediante recursos de amparo y otras falencias que oponen la atención de la salud a intereses económicos. ¿Será esto el capitalismo salvaje?

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