miércoles, 26 de agosto de 2009

Fumate uno, fumate dos...

Mientras los padres intentamos salvar a nuestros hijos de la brutalidad salvaje del neuro progresisimo, la Corte Suprema de Justicia nos pone fuera de la ley.
Un comentario airado sobre este nuevo mamarracho judicial.

Por Juan Carlos Sánchez Dodorico

Brutal, muy argentino, propio de esta Argentina hecha pedazos por el posmodernismo y el progresisimo K.
Escapa a la estupidez humana, no por elevación, no por salto moral positivo sino al sumergirse en la discapacidad de la razón.
Como padres estamos atentos y alarmados por el auge de la droga en la Argentina, porque en las escuelas se vende de todo, en las calles, en los boliches bailables, en los recitales de rock, en wiskerías. Es un negocio bárbaro que crece al amparo de delincuentes convencionales y otros que no lo son y que emergen de la exclusión y la pobreza.

Va aparejado este incremento del consumo al de la prostitución, la violencia, el robo, la participación de menores cada vez más chicos en el delito, al juego “para salvarse”. Nos están dejando un país de mierda, de timba, de putas y de drogas.
Un país del “sálvese quien pueda”, insolidario, individualista, vaciado de valores.
Un país de odios y venganzas, de enfrentamientos entre hermanos, de discapacitados por desnutrición, de tristes que deambulan tensos por las calles temiendo su propio futuro, sin esperanzas, hoscos.
Un país de fútbol gratis y choripán de bofe y harina con gorgojos.
¿Hasta cuándo?

¿Cuál es el probable resultado del fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación despenalizando el consumo?
Quienes conocen del tema advierten que crecerá el número de adictos, de vendedores minoristas, de accidentes y hechos violentos, de padres desesperados y concorde con ello se incrementará el patrimonio de traficantes y políticos vinculados a los narcos. Así de simple. La Corte es funcional a la riqueza de los delincuentes. Da asco.

Todo esto es consecuencia del desprecio por la vida humana.
Si la vida de un pibe que vive en el útero materno no vale un pito tampoco vale la vida de un adolescente o de un anciano. Por eso el fallo de la Corte es coherente con la decadencia antropológica y política de la Argentina.
La Corte es un espacio o instrumento de contagio de la enfermedad de la drogadicción. Es más peligrosa que un gran narco, que un cantautor que promueve el consumo, que un padre indiferente ante el flagelo.
La Corte se contradice a sí misma cuando aduce defender la libertad e integridad de la persona humana (y de la familia) al facilitar la esclavitud de los adictos y de toda la sociedad que se ve inerme en su pelea contra los delincuentes narcos.
La Corte se contradice a sí misma cuando dice que defiende la ley y que sus fallos la contemplan irrestrictamente pues al facilitar el consumo ignora que este solamente puede realizarse si hay quien delinque vendiendo drogas.
La Corte acaba de pegarle una cachetada feroz a la comunidad nacional.

Es cierto que penalizar a un enfermo no es elogiable, entonces, ¿hay que estimular la enfermedad y a quienes lucran con ella? ¿O hay que fijar reglas de juego claras que obliguen a los enfermos a intentar su curación?
¿La solución al problema es el dejá vú? Así nos vamos al carajo como nación y nos destruirán como pueblo.

Esta es la Corte de Kirchner, la que reemplazó a aquella llamada “complaciente” con el poder político; la Corte que nos vendieron como modelo de institución de justicia. Es la Corte kirchnerista, no lo olvidemos.
Es la Corte que, caso único en el mundo normal y legal, rompió con preceptos de la justicia como ser la irretroactividad de la ley penal, el derecho a ser juzgado por el juez propio, la que avaló la derogación de leyes ya aplicadas y que habían producido el efecto positivo de alentar la pacificación de la Argentina y promover la reconciliación nacional, como se las de Obediencia Debida y Punto Final o los indultos.
Es la Corte en la cual algunos de sus miembros no trepidan al adherir a los colectivos anormales de los proabortistas o los gay y lésbicos. Es más, hasta se enorgullecen de ello. ¿Por qué no adherir a la drogadicción también como derecho humano?
¿Cómo se hace para salir de esto? Y cuando logremos salir si lo logramos, ¿no será demasiado tarde? ¿Para cuántos argentinos será demasiado tarde? ¿Cuánto dolor nos costará?

Siento impotencia y frustración. Estoy atado por la ley que no me defiende ni defiende a mis hijos sino a los narcos.
Estoy frustrado porque aún no sacamos a patadas de sus sillones a estos espermicidas de la razón y la ética que impiden que se engendren ideas novedosas y positivas.
Soy impotente ante la mentira, es diabólica, suena grata a los oídos, no es como la verdad que conmueve, que a veces duele, que disgusta. Lo que no quiero ser es sumiso. ¿Y vos?


E-mail del autor zschez@yahoo.com.ar
26 Ago 09


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1 comentario:

  1. Hola JC. Adhiero totalmente en todos y cada uno de los puntos expuestos en la nota que antecede. Te juro que aveces pienso que estamos luchando contra molinos de viento. No puedo dejar de pensar en la Inhumanidad de nuestros gobernantes, veo las soluciones de los problemas sociales que nos acechan cada vez mas lejos, el tiempo pasa y la situacion empeora, tanto la inseguridad, el narcotrafico, la corrupcion, la prostitucion, el juego. ¡Hay...pobre mi pais!, siento dolor en lo mas profundo de mi ser al pensar que soy INUTIL al intentar un pais mejor para mis niños, Espero que sean mucho mejores que yo y que puedan hacer todo aquello que por mi falta de lucidez me siento impotente de hacer.

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