Por César Ramón Cuello
Más de una vez Perón dijo que si había algo hacia lo cual
tendía su accionar era evitar la explotación del hombre por el hombre. No
existe testimonio, entre los que peinan canas, ni en ningún registro, que se
haya expresado sobre la explotación del hombre por el capitalismo ni por el
comunismo ni por cualquier otro régimen. Dentro de la concepción que emanaba de
sus enseñanzas rechazaba el fundamentalismo cualquiera fuere su fuente. El
conocimiento de la historia de la humanidad era la base sobre la cual se
asentaba su pensamiento y sus aseveraciones; se destaca dentro de éstas su decir
que el ser humano es bueno pero que si se lo controla mejor.
De lo anotado surgen dos consideraciones, entre otras
posibles.
1. El buen funcionamiento, con iguales
resultados, de un mecanismo de acción socio/económico puede, principalmente,
depender de la actitud moral de los hombres que lo ejecutan cualquiera fuere la
naturaleza de aquél. Así por ejemplo el de Noruega es paradigmático respecto de
los sistemas socialistas/estatistas, aunque con economía de mercado. Esta
economía, uno de cuyos pilares más importantes son los yacimientos marinos de
petróleo que explota, produce más de cincuenta mil dólares por habitante y por
año de lo cual el cincuenta por ciento lo toma el Estado en forma de impuestos.
El monto recaudado es aplicado para solventar las necesidades sociales como
instrucción y salud pública, seguridad, justicia, etc., y no existen evidencias
de mayor desarmonía social. El régimen ruso (absolutamente estatista y con economía
planificada) sin embargo, terminó desplomándose y viejos jerarcas subieron al
escenario como importantes empresarios de todo orden; hasta incursionando en el
gran negocio del fútbol profesional. En las antípodas se encuentran las
naciones que se han sometido funcionalmente a la idea de la propiedad privada
con economía de mercado (capitalismo/liberalismo), que en los últimos
quinientos años alentaron, lideraron y lograron el desarrollo alcanzado por la
humanidad. Ejemplos de buen funcionamiento son Canadá y Nueva Zelanda. Las
distorsiones en este ámbito se notan en las crisis cíclicas que azotan al
sistema. Las desviaciones responden a las propias de las personas que tienen
poder de decisión en cada sector. Cuando pueden escabullirse de los sistemas de
control, que era la advertencia de Perón, los seres humanos, más que nada
ambiciosos, provocan las debacles. Como corolario podemos expresar entonces que
las cualidades morales de los dirigentes impregnan los resultados; no existe
relación alguna entre los objetivos y el sistema económico. No hay
condicionamiento entre uno y otro aspecto y menos reciprocidad en tal sentido.
2. Un factor, también principalísimo,
que contribuye a la eficiencia y la eficacia del sistema económico y de la organización
social que rigen en un país, es el Control Social; que tiene de suyo, a los
efectos de ser a su vez eficiente y eficaz, la necesidad de ser ejercido desde
cerca y lo más rápido posible respecto de los hechos. Su elusión, artera o
legal, siempre provoca el desborde de la actitud de los humanos en cualquier
plano y tema; tanto en uno como en otro régimen adoptado; sea bajo la libertad
económica del capitalismo como en economías planificadas del tipo marxistas o
fascistas. La combinación de factores sociales “Economía de Mercado y Sistema
de Precios” (Capitalismo) con “Democracia” es la mejor manera conocida hasta el
presente para producir bienes y servicios y su distribución con el propósito de
subvenir necesidades individuales, grupales (familias) y sociales. Debe
entenderse en este caso por Democracia al “gobierno de los pueblos” y no al
simple mecanismo que permite elecciones para elegir periódicamente autoridades.
En tal sentido Democracia es sinónimo de Federalismo que reconoce, acepta e
instrumenta los gobiernos locales plenos. En estas circunstancias no existe el
centralismo en la toma de decisiones ni se concentran abultadamente los
recursos sociales. El poder de decisión que otorga el centralismo (gobiernos
unitarios) y la concentración de riqueza social facilita la corrupción que
provoca arbitrariedad y atraso socio económico debido a que fácilmente se
ejecutan medidas contrarias al interés general; dando lugar al atraso y pobreza
generalizada. El Federalismo contiene en sí el Control como una sana
herramienta de administración de los recursos de la comunidad.
Las leyes, escribió Montesquieu, son las relaciones
necesarias que se derivan de la naturaleza de la cosas. ¿Son las que poseemos
los argentinos las derivadas de la esencia de nuestro ser nacional? ¿Las que
hoy en día dicta el Congreso Nacional representan la manera de pensar de
nosotros y la de vivir que preferimos? ¿Nuestra organización socio/política
reconoce el derecho de las comunidades que conforman la Nación a gobernarse,
disponiendo de la recaudación, asignación y uso de los recursos? ¿Permiten el
necesario Control Social? Si así no fuere, ¿deberíamos reformar nuestras leyes
básicas, no ya para permitir la permanencia “sine día” de funcionarios y
jerarcas, sino para que permitan la armonía y el desarrollo social y económico?
Quizás las repuestas a estos interrogantes y la consecuente acción podrían
servir para superar el bajo nivel en que se encuentra Argentina.